CONTINÚA LA DISCUSIÓN SOBRE NUESTRO CINE
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DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE
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Después del éxito mundial que tuvo Eternal sunshine of the spotless mind, Michel Gondry estrenó el año pasado su último film La science des rêves. Desde Japón, nuestro cronista Armando Sakihara nos envía un escrito sobre esta película.
Michel Gondry ha explicado que la manera en la que Stéphane construye sus sueños en bloques muy sencillos tiene algo que ver con los programas infantiles que se hacían en los países comunistas. Mandaban mensajes muy simples a los niños pero lo hacían de una manera muy poética.
No ha sido hasta después de leer estas declaraciones de Gondry que recordé mi infancia setentera y aquel programa infantil del canal estatal -que probablemente solo yo debo recordar- llamado La Casa de Cartón por un poema de Martín Adán y cuya canción de presentación decía:
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Inland Empire (2006)
¿Las escenas que siguen son inconexas?
Se sienten inconexas, pero creo que ya depende de la lectura que cada uno le dé. De pronto Laura Dern ya no está en Hollywood, sino en Europa del Este, hablando con un inspector, y en eso salen nueve prostitutas que se ponen a bailar ‘Locomotion’. Después hay una parrillada con quince rumanos. Después, la aparición de los conejos.
Hay una escena en donde todo está oscuro y aparece una luz. La imagen es borrosa y tú percibes a Laura Dern corriendo hacia la cámara, en cámara lenta. Cada vez se acerca más hasta tener el rostro a la altura de la cámara, y entonces lanza un grito muy agresivo. Realmente desesperado y desesperante. Luego pasa a otra escena que no tiene nada que ver con la anterior, y sigue así.
Por un lado, en las películas se suele presentar ambientes caóticos pero de manera planificada. Quizás la idea de Lynch es representar el caos de manera espontánea y es por eso que él diga que no sabe lo que está haciendo.
Pero creo que esta vez sí no sabía lo que hacía. Y, sin embargo, le salió bien. La verdad que sí, porque considero la sensación que deja cada momento. Parecen registros de performances. Como si cada escena fuera la grabación de un happening, trabajado en digital.
Hay una escena rarísima en un hotel. Está oscuro y la cámara está paseando por los cuartos y de pronto aparece un monstruo. Uno de esos monstruos de Lynch, que te hacen recordar a alguna escena en The Shining, por lo que definitivamente te quedas con la sensación de que es una película de terror. Termina siendo muy perturbador.
No sé, ¿qué más quieren saber?
El final.
Bueno, el final… El final me pareció una cagada, si es que comprendí un poquito de lo incomprensible. Pero Laura Dern tiene algo de esperanzador. Me acuerdo que a lo largo de la película hay una mujer viendo televisión todo el día –o toda la noche, no sé, porque era una habitación oscura–. Y esta mujer lloraba siempre. Ve estos sitcoms protagonizados por conejos antropomorfos, y de pronto suena el timbre. Entonces se escuchan risas.
Al final, Laura Dern entra con una pistola a este cuarto, ve a este monstruo que es como un payaso que bota algo como sangre coagulada de la boca, y, tras vencerlo, encuentra a la mujer y se abrazan. Ahí es donde hay una conexión con Mulholland Drive, quizá. Y al final todo termina en una fiesta, todos bailando, incluso con un monito como el del parque Kennedy. Aparecen los créditos y ya, termina así. Pero es un happy end que me dejó muy insatisfecho, a decir verdad.
¿No traiciona el resto de la película que es tan oscura, al parecer?
No lo sé. Hasta cierto punto, es un camino que no te lleva a nada. De todas maneras, por Lynch, no me hago ningún problema.
¿Con qué otras películas de Lynch puede encajar Inland Empire?
Si hay que relacionarla, sería con Lost Highway y Mulholland Drive.
Si Mulholland Drive llegó a las salas de Lima, quizá Inland Empire llegue también.
No creo. No veo ningún distribuidor que pueda interesarse. Hay que esperar que la traiga el Festival, nomás.
¿Qué Festival?
El Festival Ver o no Ver, pues. (risas)
Respecto a la actuación de Laura Dern, creo que es como esa escena en Wild at Heart, donde se entera de que el tipo la traiciona y pone una cara horrible. ¿Es la cara horrible de Laura Dern toda la película?
Además tiene los rasgos más marcados ahora. Es muy expresiva y además está muy emotiva. Es un animalito. Y manteniendo una altísima intensidad. Probablemente sea la mejor actuación femenina que he visto desde Uma Thurman en Kill Bill.
¿Cómo fue la reacción general del público, de tus amigos, de los que estuvieron alrededor?
La típica reacción fue “¿Qué fue esto?”. Pero, al final, la conclusión fue buena, como una película que está bien realizada. Ninguno se quejó. Ninguno pidió sus seis euros de vuelta.
¿Y tú, como joven crítico de cine, los pudiste confortar espiritualmente?
Pues, la verdad, no. Y no soy crítico de cine.
Lynch más de una vez ha mostrado su desprecio por las historias y, al parecer, se ha atrevido más que nunca en este film a poner las sensaciones sobre la historia.
¿Qué mejor que eso, no? Además, ¿por qué le vamos a exigir una historia a Lynch?
(MCC y FVR)
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Nuestros Cineastas
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LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
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Surfer Rosa (1988) se llamó el disco que Kurt Cobain eligió como el mejor disco de los ochenta. El nombre de la banda: Pixies. Uno de los temas más sonados del disco: Bone Machine. El otro: Where is my mind?
De la película Fight Club, el tema de este fin de semana.
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
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Durante bastante tiempo, Federico Fellini iba acumulando escritos, ensayos, documentos, entrevistas, todo sobre su escritorio, casi a pesar suyo. Unos editores listos lo convencieron de ordenarlos y publicar así el libro Fellini por Fellini.
El día de hoy, nosotros empezamos a mostrarles varios fragmentos del libro y, quizás, con un poco de suerte y tiempo, terminaremos tipeando todo el libro en esta página. Que lo disfruten.
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
A veces soporto bastante bien las entrevistas.
Me ocurre que hablo de buen grado, incluso demasiado. Me exaspero después cuando releo lo que he escrito y encuentro todo un poco estúpido. Juro que será la última vez, pero luego hago lo mismo porque no sé decir no. Me gustaría establecer un catálogo de respuestas preparadas. Diría a los periodistas, que además siempre preguntan lo mismo: “Miren la respuesta No. 2005”.
Realmente estoy cansado de entrevistas. Cuando respondo a las preguntas, me veo como un oráculo... Idiota.
Soy un mentiroso, pero sincero.
Me reprochan no contar siempre de la misma manera la misma historia. Pero esto sucede porque me invento desde el principio toda la historia, y encuentro que repetirme es aburrido para mí y poco amable para los demás.
Me gusta estar a solas conmigo mismo, reflexionar.
Pero únicamente sé estar solo rodeado de gente. No puedo reflexionar adecuadamente si no estoy acosado, ajetreado, lleno de dificultades, con asuntos que solucionar, problemas que resolver, fieras que domesticar. Todo eso me reconforta, me pone en condiciones.
No siempre ha sido así. Antes de empezar a dirigir, encontraba espantosa la idea de tener que crear con tal estruendo. Me sentía un escritor que quisiese escribir en la calle, en medio de la muchedumbre: hay un mirón que se asoma por encima de tu hombre para ver lo que has escrito, otro que aprovecha uno de tus momentos de concentración para quitarle el lápiz o el papel, un tercero que te grita de manera obsesionante algo al oído. Este era el tipo de temores que tenía al principio. Y ahora he llegado a tal punto que no puedo hacer nada si no hay alrededor mío una bienhechora confusión.
Leo preferentemente historietas gráficas, actas de procesos, libros de historia, ensayos, a veces poemas, rara vez novelas.
No voy casi nunca al cine.
A veces entro en uno, veo un trozo de película y luego me salgo. No oigo jamás la radio. Ni miro nunca la televisión. No he visto en toda mi vida un partido de fútbol.
No me gustan las recepciones. No me gusta la conversación. Sólo me aburro cuando me veo obligado a estar con gente a la que no conozco, intercambiando palabras inútiles.
Nunca puedo estar tranquilo.
Tengo que desplazarme continuamente. Me gusta ir en automóvil. Así es como veo frecuentemente a mis amigos: circulamos juntos por la ciudad. Me gusta ver aparecer y desaparecer las imágenes por la ventanilla mientras hablo.
Salgo todas las mañanas de mi casa a las ocho. Cuando no trabajo, me gusta vagar por Roma todo el día.
No soy coleccionista.
Doy, abandono, pierdo mis libros. Rompo todo lo que no me parece interesante y también lo que me lo parece pero ya conozco. Me gustaría tener en mi casa el menor número de cosas posibles.
No soy ambicioso.
No todo el mundo comparte esta opinión conmigo, pero afirmo que soy tímido. Siempre me asombra que pueda ser director. Antes me sentía incapaz de imponerme, de dirigir a los otros y a mí mismo. No he elegido ser cineasta; es el cine quien me ha elegido.
Federico Fellini Barbiani
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