LA ESPALDA DEL MUNDO (2000), DE JAVIER CORCUERA
El primer episodio enfoca la vida difícil, pero no exenta de cierta felicidad, de los niños de Carabayllo, en el extremo norte de la ciudad de Lima, dedicados a quebrar enormes rocas con combas y llantas ardientes para vender los trozos a empresas constructoras, con lo cual sostienen económicamente a sus familias y a su propia precaria educación. El polvo de la roca, el humo tóxico de las llantas incendiadas y cortes causados por trozos filudos de roca son los peligros principales. Una incursión por el centro caótico de Lima permite conocer a otros protagonistas que narran periódicos en los ómnibus, empujan carretillas desde las 4 a.m., venden gaseosas desde que tenían 5 años o simplemente roban para comer e inhalar Terokal: “cuando fumas Terokal alucinas cualquier cosa, una calavera, o que estás volando, o que el cielo está que se baja…” Los niños aspiran a ser mecánicos de autos, contadores, enfermeros o abogados (“para defender a los presos que van a la cárcel por hacer cosas malas”).
El segundo permite conocer el actual destino del pueblo curdo, o kurdo, que habita en los territorios occidentales del Medio Oriente (este de Turquía, norte de Iraq y Siria, noroeste de Irán y regiones de Armenia) y sufre la opresión de los duros regímenes turco e iraquí que no permiten la autonomía, y mucho menos la independencia y soberanía, a la que aspira este pueblo, por temor a perder enormes territorios y recursos naturales (tales como el petróleo del norte de Iraq). Los hilos conductores son las experiencias personales de los dirigentes curdos Mehdi Zana, ex alcalde de Diyarbakir, y su valiente y encarcelada esposa Leylá Zana. Sus “delitos” desde la perspectiva turca han sido defender la cultura y lengua curdas y pronunciar palabras en curdo en el Parlamento abogando por la democracia, los derechos humanos y la hermandad de turcos y curdos. Una espeluznante secuencia muestra el odio y los insultos de los diputados turcos al ver a Leylá con una vincha con los colores curdos, audacia absolutamente prohibida por las leyes turcas.
El episodio final es quizás el menos interesante pues se ha tratado muchas veces. Es el clásico alegato a favor de los derechos humanos de asesinos y violadores en prisión y el sufrimiento de sus familiares cuando se anuncia su ejecución legal. Es un episodio sesgado porque no menciona el horroroso sufrimiento de las víctimas de estos sujetos en el momento de morir, y la enorme angustia infligida a sus familiares.
Guillermo Gerberding
La Cinefilia No Es Patriota
3 Comments:
At 10:14 AM, Anonymous said…
alguien me dijo una vez que este era un buen ejemplo de "cine hecho para ong's"...
At 7:00 PM, Diego Faraone said…
Sé que es un poco injusto decir esto, pero yo la vi poco antes de ver La pesadilla de Darwin, y al ver esta última me di cuenta que las desgracias expuestas en La espalda del mundo son poco en comparación al infierno de Darwin.
At 11:17 PM, Anonymous said…
¿qué importancia tiene lo que pueda decir Pimentel, muy poco amigo del cine peruano y muy amigo de las empresas transnacionales?
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