LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Tuesday, May 01, 2007

PARALELO SPELUCINE: DOUBLE INDEMNITY (1944)




A Honey


Walter, conciencia subterránea
Double Indemnity


Cómo será mi piel junto a tu piel,
… cómo serán mis despertares
…”
Cardo o ceniza


“La primera impresión
siempre implica todo.
La estatura, el cabello, los ojos,
el cuerpo completo,
los movimientos, la risa y la palabra.
Todo importa
en esos pequeños segundos de la vida
en donde precisamos y decidimos
con quién pasar la vida entera
y de quién enamorarse
hasta los huesos.”
Walter piensa y nosotros escuchamos. Nos presenta a su alma en el mismo instante en que mira a Phyllis semi – desnuda, cubierta con tan sólo una toalla y se le derrite el alma. Sus palabras quedan cortas. Su mirada lo dice todo. Recordamos al mismo tiempo cuando, alguna vez, se nos presentó una hermosa mujer delante de nuestros ojos con amabilidad y dulzura y nosotros sólo atinamos a sonreír, al igual que Walter, que el genial Walter.
Al día siguiente, Walter comienza su camino a la perdición. Aquella en la cual está implicada toda su vida. Ya sabe lo que pasará, ya sabe que la desea y que su pensamiento animal, conjugado con ese perfume que le dejó impregnado en su piel, decidirán su tortuosa muerte, poco a poco, lentamente. Los ángeles no existen, se repite una y otra vez, pero no le importa porque tampoco el demonio y Phyllis no puede ser ni uno ni otro.
Todo se sabe y todo se sabrá algún día. Walter lo sabe. Insiste en seguir imaginando cómo será su piel y cómo será despertar a su lado. Está completamente seguro que lo que quiere es estar con la rubia intrigante y atrayente. Además, ella lo busca, lo llama, le deja mensajes en su oficina de seguros. Walter piensa, ya sabe qué es lo que quiere pero no le importa. Sigue con ella y aún más, le hace caso, la comienza a amar y a querer.
¿Quieres que mate a tu esposo? Está bien, planeemos y luego nos quedamos juntos, juntos para siempre. ¿Moral? ¿Honor? ¿Ética? ¿Valores serios y sobrios? Walter se ciega absolutamente y no se arrepiente el más mínimo segundo, al contrario, se anima y se convence de su innata capacidad de engañar hasta a su propia sombra. – ¡Walter, no desistas!
Las cartas están sobre la mesa. El hecho sucederá sí o sí. Los protagonistas están preparados. Walter ama a Phyllis y viceversa. ¿Quién no ama en esta vida? Todos amamos, nos comportamos como amantes cercanos o distantes, da lo mismo. Pero el amor que profesa Walter nunca lo hemos imaginado, ni siquiera lo tenemos como posibilidad. Porque Walter es amante de la vida, tanto como lo es de la muerte.
El plan cae, se levanta, se vuelve a caer y se vuelve a levantar y como a un niño de dos años hay que alimentarlo pero de secretos, estafa, miedos, suposiciones, imaginación y una buena porción de perversidad.
El secreto se convierte en una piedra pesada y puntiaguda que no logra quedarse en la mente de Walter. Phyllis es hipócrita y él lo sabe. Se desvanece la sociedad, el mutuo acuerdo. Walter se entera que Phyllis está viéndose con otro hombre. Qué indignación y qué impotencia. Traicionar a Walter, a aquél hombre que lo dio todo, su profesión, su amor, su vida.
Esto tiene que terminar y como dice Walter: yo me bajo del tranvía en esta esquina, y no seguir hasta la última parada: el cementerio. Phyllis está sentada, fumándose un delicioso cigarrillo y Walter despidiéndose. Ambos se miran, se explican cosas, se torturan con palabras hirientes y con palabras inocentes. Walter no puede más y su enojo lo convierte en ira. Phyllis no acepta que nadie le diga qué hacer y menos Walter, una persona que nunca amó. Sí, Walter, nunca te amo y te lo está diciendo. Tú ya lo sabías pero no quisiste darte cuenta.
Phyllis saca el arma que tenía escondida debajo del sofá. Apunta sin dudar. Dispara y Walter se sorprende pero ya sabe qué hacer con ella. Manejar su desesperación. Se acerca. Deja de respirar. Le duele demasiado su brazo pero aguanta. La enfrenta sin pistola. Ella no vuelve a disparar porque le dice que lo ama. ¿Qué? ¿Estás diciéndome que me amas?- lo siento no te creo, le dice Walter - adiós nena-. Se oye un disparo. Phyllis cae al suelo. Walter malherido sale de la casa.
Walter, intenso, increíblemente desquiciado por amor. Locura incontrolable. Su conciencia asquerosa lo destroza y decide contarle todo a su jefe. Lo deja grabado en su máquina grabadora. Se desangra cada vez más. Amanece, la oscuridad, el frío, la culpabilidad. Todo ha acabado Walter, ya no puedes salir ni escapar. Walter tiene esperanzas. Todos tenemos esperanzas pero Walter ya no tiene oportunidad. Se desangra, se desangra y no puede hacer nada. Su jefe lo encuentra. Se fuma un cigarrillo. Oscuridad. Frío y culpabilidad. Fin.
Paco Pulido Spelucin

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3 Comments:

  • At 1:50 PM, Anonymous Anonymous said…

    Felicitaciones al señor Spelucín. Es lo mejor que ha escrito hasta ahora.

     
  • At 5:12 PM, Blogger La cinefilia no es patriota said…

    Dentro de este blog, cada columnista tiene un estilo definido y los textos de Paco son la grata muestra de esta evolución que nuestra página siempre está buscando.

     
  • At 1:04 PM, Anonymous Anonymous said…

    Una de las grandes peliculas del cine negro, sino es la mejor... Dificil decidir, en verdad...

     

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