LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Sunday, May 31, 2009

APRENDIENDO A MIRARLAS: O, DEATH PROOF (2007), DE QUENTIN TARANTINO




Creo que en vez de una crítica esto será una declaración de amor (con la carga de tontería que eso implica). Acabo de ver Death Proof por tercera vez. No poca parte del placer está en que la siento cercana a Pulp Fiction (ojo que no pienso ni por un momento que sea tan buena, hablo del tono emocional, de la sensación que te deja) –¡y Pulp Fiction es nada menos que una de mis películas pop favoritas! (y claro, aprovechando que a nadie le importa, incluyo a Blow-up y a Mujeres al borde de un ataque de nervios en la lista, para no mencionar otras más por el momento)–.
No sé cuáles sean las razones completas y satisfactorias por las que Pulp Fiction y Death Proof me parecen tan cercanas, tan hermanas, pero rápidamente apunto ideas al azar: el mar, la corriente, incesantemente chispeante, ingeniosa de los diálogos… como siempre ‘intrascendentes’ (que están bien, sí, y no me quejo pero reconozco que tampoco son absolutamente inspirados en su ‘vulgaridad’ ni tan desternillantes como en Pulp Fiction), de esos chismes salpicados aquí como allá, de las pequeñas historias al interior de las historias y de los juegos y letanías y cantinelas con las palabras; luego están esos ricos, vívidos colores (por ejemplo, un carro amarillo y un vestido amarillo, sin necesidad de ser Kill Bill); la hermosa luz cálida que parece traducir los sentimientos que inspiran los personajes (femeninos, y lo que me inspiran es total complicidad); esos lugares tan típicos, como por ejemplo bares o interiores de autos, donde la gente se junta, conversa, se besa o se asesina; la música de la rockola divina (fuente de placer, contemplada con arrobo) y del cabezal y la aguja cual sacerdotes de un culto en el surco del disco de vinilo: ¡el pop! (Joe Tex o alguna otra vieja y fresca maravilla) que acaba por sumergirlo a uno por completo y de cabeza en su mundo, hecho como el nuestro, de toda clase de mezclas (¡cómo negarlo! ¡hay que asumirlo, ya!), y todo rematado por un baile femenino, realmente minucioso, sedante y/o excitante hechizo; más los infaltables y esperables toques dementes de violencia, sin los cuales, tal vez el cuadro no estaría completo, o sea, la mancha de sangre comentando la sábana blanca, o si quieren, la muerte poniendo a prueba de vida los poderes inacabables del chiste y de la sonrisa y de la gran camaradería, y también de la reparación, y hasta de la venganza.
Aprecio profundamente el hecho de sentirme tan cerca de sus personajes, esa sensación de acariciante intimidad, de ser partícipe: el poder saturarme de ellas, incluyendo sus trivialidades, amo eso, definitivamente. Tarantino sabe envolverte en ese bellísimo estado. Además: su oído para los diálogos y para las canciones es algo incontestable… por otra parte, qué agradable es verlo actuar, cual discreto maestro de ceremonias del rito alcohólico, y sobre todo, fraterno (lo que no quita que el hombre no sepa dirigirse bien a sí mismo como actor, qué le vamos a hacer…)
Fetichismo de los pies y de los dedos de los pies y de las palmas de los pies y de las piernas y de los traseros de las treintañeras; el cariño por las chicas rebosantes de malas palabras, poesía entre sus labios… Tarantino huele a espíritu adolescente marcado por las gracias de este par de grupos de mujeres, glorificadas y en peligro. Y fetichismo del auto, arma mortal, falo asesino, y también, plataforma acrobática (como se verá en la segunda parte, y tan o más sexy que el baile) e instrumento de venganza de las chicas, que cambia así de signo.
La caricatura se acentúa con la especie de gorila infantil interpretado por Kurt Russell, que muestra la fruición ante las chicas junto con su pasión destructiva, mientras que el tono de cuento moral aparece hacia la mitad con el diálogo entre el sheriff y su hijo.
Von Trier declaraba en Cannes, en la conferencia de prensa de Anticristo, que él hace las películas para sí mismo y que nosotros somos solo sus invitados… yo me complazco al imaginar que Tarantino, por su lado (no digo que siempre), hace películas para sus amigos, y que uno bien podría ser uno de ellos...
Me encanta también la idea –la realidad– de que Tarantino se basó en su amistad valiosa con grupos de chicas y que hasta transcribió diálogos de ellas para su película. Tarantino, acusado (no sin razones) de nihilismo además de violencia gratuita, posee sin embargo la delicadeza y la sensibilidad para lograr una película femenina, aún más que feminista. Me gusta que se trate de una película femenina, tan femenina, que eso llegue a molestar a algunos. Un hombre mirando a las mujeres. La consigna. Tratar de entenderlas, no cansarse de mirarlas.
M.C.
La Cinefilia no es patriota

4 Comments:

  • At 4:04 AM, Blogger Rafael Arévalo said…

    el pop ha muerto... ¡que viva el pop!

     
  • At 10:32 AM, Anonymous Anonymous said…

    Amén.

     
  • At 1:01 AM, Anonymous Renato León said…

    Nada enamorado ah. jajaja. Buen comentario. La parte del baile es lo más espectacular y la parte de la venganza es de lo más intenso. Extraordinaria película.

     
  • At 7:59 PM, Anonymous iRe | Es la crítica said…

    A mi me ha encantado; curiosa, desconcertante, entretenida, incluso divertida, y con una gran canción después de su inesperado final.

    Un abrazo desde Valencia!

     

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