UNA DE AYACUCHO: SIN SENTIMIENTO, EL ÚLTIMO AMANECER…, DE JESÚS CONTRERAS, POR CÉSAR PEREYRA
Primeras imágenes: un hombre solo corre asustado, mira a todos lados, como si lo siguieran u observaran. Un niño se acerca donde su madre, quien le cuenta una historia de horror sobre un “jarjacha” (ser maligno que, tras cometer incesto, se transforma en monstruo, matando gente, comiéndole los sesos). Volvemos al hombre del inicio: una sombra lo cubre… y asesina.
Ya de día, vemos a la protagonista, Crisilda (Heydi La Rosa), joven campesina, que pasea cerca de un rodeo y que visita al brujo del pueblo, quien le dice que las hojas de coca informan de malas noticias por venir. En otro ambiente, un hombre mayor, Francisco (Lalo Parra), cuida a su hija enferma. La curandera le dice que está grave y que es necesario llevarla a un hospital. Él responde que no tiene dinero para hacerlo. Mientras tanto, al pueblo de Pampa llega un joven ganadero que se hace llamar Jorge, que busca alojamiento pero no lo encuentra. En el camino conoce a Crisilda y la defiende de su hermano mayor Fortunato (Iván Espinoza), quien ebrio le pega y la humilla frente a sus amigos. Fortunato, golpeado, en el suelo, jura venganza.
Al día siguiente, Francisco acude desesperado donde Fortunato, para ofrecerle en venta su ganado y así salvar a su hija. El bandido se aprovecha y le ofrece menos de su valor; el padre, triste, lo rechaza, pero luego acepta la oferta. A Crisilda la pretende un tímido joven llamado Mario (el cantante vernacular Porfirio Ayvar) pero no se atreve a declarársele. Sin embargo, cuando va al bar del pueblo a emborracharse por el rechazo, allí Juana, la dueña, lo consuela y le ofrece su amistad, cuando en realidad está enamorada de Mario. En la mañana, Crisilda va al río a lavar ropa, y allí se re-encuentra con Jorge, surgiendo una fuerte atracción con visos de romance.
Ya de noche, pobladores encuentran el cadáver del hombre asesinado al inicio de la película, sin entrañas. Los perros aúllan y la luna llena cubre el pueblo. Atmósfera amenazante. Dos amigos borrachos regresan a sus casas cruzando el bosque (entre ellos el brujo de la comunidad) siendo descuartizados por la misma sombra del inicio. Como solo hallan un cuerpo, se cree que el otro desaparecido es el criminal.
Intempestivamente, Fortunato golpea a Crisilda, quien huye para avisar a Jorge de que se cuide, pues su vida peligra. Jorge ignora la advertencia y está decidido a enfrentarse al perverso. Ya con Fortunato, éste la retiene, obligándola a desnudarse frente a él; en ese momento ella recuerda cuando su hermano la violó. Al ser descubierto por su padre, el joven lo acuchilla. Fortunato se entera que Jorge vive escondido en las afueras del pueblo, lo busca para matarlo, pero solo lo hiere al tirarle una piedra a la pierna. Su víctima huye y se refugia en una casucha abandonada. Crisilda observa todo y secretamente lo ayuda y lo cuida. Surge el amor entre ellos.
Al recuperarse, los dos hombres pelean con cuchillos: Jorge, atravesado por la navaja, deja ciego a Fortunato al arrojarle cal. Nuevamente el chico se esconde y la joven lo alimenta y lo cura. Pero Fortunato no se queda con las manos cruzadas, pues con ayuda del gobernador planea vengarse. Ya en la cantina, el gobernador viola a Juana. Para crear más emoción, Mario entra al bar, busca a Juana, pero no descubre al violador.
Luego de curarse, Jorge se entera de las necesidades de Francisco y, a través de Crisilda, le da dinero al viejo para que cure a su niña. Mientras tanto, Fortunato festeja su cumpleaños tomando con amigos. De repente, una sombra se abalanza sobre la niña enferma, la mata y le saca las vísceras. Nos sorprendemos: vemos a Crisilda huyendo, a Jorge reír perversamente, y al padre de la niña con actitud sospechosa. ¿Quién es el asesino?
Sin explicación, Jorge ataca a Crisilda, la ata, la insulta, le exige que le devuelva lo que le quedaba de dinero. Ella confiesa que si le robó fue para huir del pueblo y ayudar a la niña enferma. Y que el dinero se lo dio a Juana (la de la cantina). Jorge la busca, le pega, la degolla. Por su parte, Mario y Fortunato buscan a Crisilda, el primero la encuentra y libera; ella, con una conducta extraña, lo interna en el bosque y da la impresión de ser una “jarjacha” y que lo va a matar. Pero lo deja libre y desaparece. Francisco halla a su niña muerta. Con Fortunato y otras personas, persiguen a Jorge por el bosque creyendo que él mato a la niña. Jorge los va a matando uno a uno y cuando acuchilla a Francisco, resucita, y ahí nos enteramos que es un “jarjacha” y que su niña estaba enferma porque la violaba de forma constante. Crisilda -que ve todo- se enfrenta a Francisco y lo hace huir. Jorge le agradece la ayuda, pero a que no contaba con que la chica lo iba a destazar con un machete. Se retira del lugar y al ubicar a Mario se une a él y forman una familia, cuyo fruto es una linda infante. Un futuro de verdor se abre ante ellos.
En primer lugar, la base fílmica de la cinta es el montaje paralelo. El director alterna una o más escenas con el fin de crear una relación entre ellas, ya sea para unir a los personajes o dejar en claro una idea. Tengo que admitir que los primeros 20 minutos la película es ágil, la fotografía está cuidada, ya que a través de la imagen se transmite una correcta atmósfera de misterio, y suspenso. Elementos propios de las películas de horror. Por momentos falla la sincronía en los parlamentos. Lamentablemente la nitidez en los diálogos nocturnos es deficiente. El director explicó tras la proyección que usaron al principio generador de luz, pero como hacía mucho ruido y era muy problemático jalar corriente eléctrica desde el pueblo, lo dejaron.
En segundo lugar, aunque algunos de los actores tienen experiencia porque han trabajado en otras películas, se nota un claro desnivel interpretativo, por lo general, vocalizan mal, y no se observa mucho convencimiento en lo que hacen y dicen. Eso sí, el director no ha perdido en ningún momento el hilo conductor de la historia, que es Crisilda. También mantiene una correcta unidad de tiempo y lugar, ya que la historia se da (si no conté mal) en 5 días con sus noches.
César Pereyra
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
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