LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Friday, May 04, 2007

SPIDERMAN Y EL CÓMIC QUE NOS GUSTA



Para ser un superhéroe tienes que tener un disfraz. It´s a must! No importa si es una capa brillosa, una malla sospechosa o unos anteojos de nerd. De señoritos así nos han llenado las frazadas y las loncheras durante décadas. Pero existe un personaje de cómic que no usa nada de eso. Se trata de un niño corriente y común. Un gordito amargado. Un niño que, a diferencia de toda su promo, no usa disfraz. Un niño que ya pasó los sesenta años.
A diferencia del superhéroe de moda en todos lados, nosotros regresamos a las aventuras del cómic que más nos fascinó en los últimos años. Con ustedes, Harvey Pekar.




AMERICAN SPLENDOR
un film de Shari Springer Berman y Roberto Pulcini
El comic, como el cine, es un rectángulo capaz de contener más vida que la vida. Y es, cómo no, una denuncia; contra ella, contra la vida que no escogimos, contra el complejo de circunstancias que amenazan con encadenarnos de por vida a una vida que puede llegar a hacernos desear -vivamente- liberarnos de ella de una vez por todas.
La salvación por el arte -esto incluye, por supuesto, la noción del arte como juego-, no constituye en modo alguno un tema nuevo. Lo que nos sabe a nuevo, aunque, ya se sabe, toda novedad es un olvido, lo apasionante, es el relato concreto y detallado de esta lucha solitaria, de esta aventura, aunque da risa usar esta palabra, considerando la superficie anodina de un destino vivido (sufrido) hacia dentro. La lucha por sobrevivir, de los que se quedaron en definitiva fuera del festín de la sociedad opulenta. Las Sobras del Sistema. Que en realidad -olvido novedoso- son mayoría.
Ser él mismo, contar su propia vida, liberar sus pensamientos, su conciencia crítica, ir más allá de esta miserable existencia ricamente configurada como un callejón sin salida. Sí, la obra. La trascendencia. Y hacerlo dotado de un disfraz mínimo en una forma de arte "redimida" del estigma low-culture, pop para los amigos. Sí. Salvado por los dibujitos.
(De Méliès al Expresionismo Alemán, de Godard a Tarantino, Dios bendiga al comic, per se, y como parte integrante -y no pequeña- de lo que es el cine.)
La intuición genial de Pekar, es, me parece, la conciencia instintiva de que el comic es apto -más que apto- para mostrarte una realidad desnuda, de la manera más frontal y directa. Nada de nada de ficción. Ya para qué. La realidad pura y dura. Si les duele, sóbense. Como él mismo dice, la realidad ya es suficientemente compleja.
El realismo testimonial y crítico de estos comics, el espíritu en rebelión contra la materia, contra las condiciones materiales (esclavos a sueldo, como dice, con admirable exactitud, un personaje de Sobre Héroes y Tumbas, de Ernesto Sábato), contra la vistosa penitenciaría a escala planetaria del sistema económico, y Pekar es una víctima con momentos lúcidos...
Recordemos una escena modélica (la siguiente a la inicial de los créditos): Halloween. No no, él no es ni Batman ni Spiderman ni Superman, ¿y tú quién eres? Yo soy Harvey Pekar, soy sólo un niño que quiere que le den dulces, pero por qué no estás disfrazado de nada... como los otros niños... piensa la señora dadora de dulces... así que el no-disfrazado se va, refunfuñando. Una vida con pocos caramelos ¿no? Luego una rápida elipsis nos muestra que nada ha cambiado, bastantes años después, calvo y gordo, sigue caminando, solo, refunfuñando. Y sin caramelos.
Luego de ver al actor vemos el origen de la voz en off. El Pekar real aparece en un escenario irreal. O real, después de todo. El vacío, deslumbrante de luz, del set, blanco, pleno, desnudo, como una hoja imposible de papel tridimensional. El corazón de la ficción es la realidad documental. El set, como matriz de la película.
Las ricas interacciones (y copresencias) de documental con ficción refuerzan la idea de la utopía de toda representación, y al mismo tiempo nos hacen sentir a los verdaderos como una especie de milagro... Compararlos con las copias sólo puede ser una operación alucinante. Los actores se revelan como dobles acaso necesarios pero sin duda insuficientes (ontológica y no actoralmente hablando). Pekar y su amigo el nerd del alma... al verlos uno siente... Tienen la inmovilidad natural de un comic. La ficción homenajea lo real. Fantástico. Harían las delicias de Bresson. Son modelos. No actúan. Son. Su expresividad (sin que aparentemente hagan gran cosa) es tan apabullante que demuestra casi con pruebas clínicas la distancia entre el ser y el parecer. El bio-pic entonces se transfigura.
En esta película se ríe, y mucho. Como diría un personaje de Recognitions, de William Gaddis: Somos cómicos. Todos nosotros somos cómicos. Vivimos en tiempos cómicos. Y cuanto peor se pone más cómicos somos.
Harvey Pekar no es un hombre común, pero está condenado a serlo. Su trabajo de archivista (su condena) lo convierte cada-mañana-de-nuevo en un bicho kafkiano. La película, que concluye casi alegre, con una rica torta, la familia y los compañeros de trabajo en el día de su retiro, con abracitos y besitos, pero...
...a la imagen de Harvey Pekar (aparece de un plano a otro, vestido igual, reemplazando al actor que lo ha reemplazado a él en la ficción) se suma ahora la voz en off del propio Pekar comentando escuetamente no crean que este es un final feliz, menciona un par de buenos motivos y concluye, porque mi vida es un caos total. Eso sí, espera sacar algo de plata por esta película. El caos del que nos habla esta vez no está en la imagen.
La radiografía de un freak del sistema, no puede ser inocente.
(Tan fascinados como nosotros, Shari Springer Berman y Roberto Pulcini, los directores, logran -sublime modestia del talento- que nos olvidemos de ellos.)
Una Norteamérica idiota que tiene una visión, cópula de Hollywood y Disneylandia, un tanto deformada de sí misma. Ir en contra de esa visión alucinógena, derribar ese decorado mental, al menos, rasgarlo, constituye acaso el valor más alto de esta película. No hijo mío, la película no es sólo sobre la vida de un tipo que es historietista de comics. Ya lo dijo Wenders. No lo dijo sólo por Alemania, lo dijo también por nosotros. Norteamérica colonizó nuestras mentes. Y en el siglo XIX Baudelaire dijo: Norteamérica no es un país... Es el futuro.
La pregunta es: ¿lo es todavía?
Una Norteamérica que insiste todavía en comportarse como si no hubiera perdido su inocencia. De comic.
Sí, Norteamérica es esplendorosa. Con y sin ironía. Y si no, pregúntenle a... Robert Crumb, a Michael Moore, a Susan Sontag. A Noam Chomsky. A Robert Coover. A Toni Morrison. O a Harvey Pekar.
Mario Castro Cobos

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5 Comments:

  • At 1:51 AM, Blogger Felipe Mayuri Poma said…

    Esta película es realmente Splendor. tiene sus lados tiernos, grotescos, tan reales, tan inverosímiles pero que existen a sorpresa de muchos. No entiendo como pueden existir seres como Harvey tan reptíleos, oscuros, y que saquen una risa tan facilmente a millones. Solo hay uno en 10 millones.

     
  • At 4:57 PM, Blogger Felipe Mayuri Poma said…

    Que, nadie va comentar sobre esta peli? pffff yo sigo diciendo que esta buenaza!!!
    Felipe MP

     
  • At 7:17 AM, Anonymous Anonymous said…

    es que hoy por hoy si no llevas disfraz no eres nadie

     
  • At 8:21 PM, Blogger César Santivañez said…

    Si bien el comic underground como el de Pekar o Crumb resulta atractivo por su crudeza, y por mostrarnos a grandes perdedores de bajo perfil, no hay que perder de vista lo que el comic de superhéroes nos quiere decir, desde detras de sus máscaras, antifaces, cascos y demás. El superhéroe no es sólo un sujeto disfrazado: más bien, es la humanización de todo un sistema de valores, y dilemas recurrentes. Con la máscara, Wayne deja de ser Wayne, Parker deja de ser Parker, y se transforman en cada uno de los lectores que los tienen por estandarte. Dicen por ahí que uno no elige a su superhéroe favorito, sino que sucede al revés. Un poco más de ciudado, y una más abierta lectura, al tratar acerca del tema del comic de superhéroes. Es necesario ver más allá. Sin embargo, a cada quien lo que le corresponde: dominan muy bien el tema del cine. Felicitaciones!!

     
  • At 12:52 PM, Blogger Martin Oseayo said…

    A mi me gust� mucho la pel�cula. Me identifico con el personaje, jejeje. Bueno, la diferencia es que yo no tengo el �xito art�stico de �l. Acerca de la direcci�n cinematogr�fica, el tono es muy bueno. Hasta en las escenas donde el personaje se vuelve famoso se mantiene la desilusi�n de que no ha logrado nada. Muy buena. El final feliz que, segun tu cr�tica no muestra la pel�cula viene en el DVD, es la ceremonia del estreno.

     

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