LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Tuesday, July 08, 2008

STRIP TEASE SADOMASOQUISTA

La Venganza de Alexandra (2002), de Rolf de Heer


Lo mejor está al principio. Sigilosos travellings. Amanecer. Pueblo a lo Blue Velvet, en el sentido de un misterio, que se abre y se esconde a la vez. Es seguro que si esa sensación se hubiese mantenido a lo largo de toda la película, estaríamos hablando de algo bien diferente. Además: cámara quieta que primero encuadra y que luego avanza hacia su objetivo. Recurso acertado pero insuficiente. Porque con un guión tan predeterminado expectación y sorpresa se diluyen.

En cuanto al tema. ¿Qué es lo que no funciona en este entre hábil y torpe strip tease sadomasoquista? Rolf de Heer pretende ser provocador, contando una historia dura pero apasionante, dando lecciones de moral, renovando el psicothriller, haciendo sentir bien a las espectadoras o a los espectadores ‘que se pongan del lado las mujeres’. ¿De veras logra todo eso? Veamos:

UNO. PROVOCADOR. Las ventajas comparativas de los hombres en la guerra de los sexos hace que sea popular entre los bien pensantes que el ‘macho copulador’ –que, simplificado el corazón, piense sobre todo en sexo- sea castigado de manera ejemplarizadora. Así puedes cantar, oh el macho inacansable que ve en la hembra trémula mero juguete de carne caliente + el macho que adora a la prole con un alto sentido de lo que es una ‘familia’. El discurso del director es bastante básico, tanto que apenas si necesito exagerarlo. El diseño de los personajes (ejemplo: ella, tan sumisa tanto tiempo, ergo deviene vengativa, cerebral, calculadora, guionista) es de una sola pieza. Abstracciones de sociólogo apurado. Clichés deslucidos. Esto queda algo disimulado por el eficiente trabajo de los actores.

DOS. HISTORIA DURA. Pobre tipo. Ver en señal cerrada a su mujer penetrada por otro lo destroza, pues alguien más posee su servicial juguetito privado. El sentido sagrado de la propiedad. Ego que sangra. Llora, grita. Patalea. Se emborracha. No se baña. Al final vemos que no hay evolución del personaje. No aprende ni jota de su ‘dolor’.

TRES. LECCIONES DE MORAL. Ninguna, Véngate y ya. Digamos que no hay mucha imaginación. La pequeña originalidad está en ver con algún nivel de detalle la materialización de la venganza, tipo reality. Castración emocional. Tu regalo de cumpleaños.

CUATRO. PSICOTHRILLER. Empieza, bien, a lo Hitchcock, o casi. Y muestra un mundo a lo Blue Velvet. La casa, super segura, luce como un fortín. El problema. La película se desnuda resultando ser de tesis. La posición del marido es la del espectador. No tiene escapatoria. Tiene que ver lo que tal vez o de seguro no quiere ver. Ni escuchar. Como denuncia se agota rápido. Como análisis es muy limitado. Como tesis, orilla la estupidez. Director moralista del ojo por ojo, conceptualmente me enseña sus dientes de leche.

CINCO. ESPECTADORA. O espectador, digamos feminista. Go-za-tu-ven-gan-za. Sería un error creer que las verdaderas feministas puedan sentirse gratificadas con semejante película. Cuál será la utilidad práctica de semejante sesión de tortura (fuera de la obvia). Alguien como Bruno Dumont nos diría que no hay diferencia entre el conflicto que se da entre un hombre y una mujer y el de la guerra entre Israel y Palestina, porque detrás de las dos está el deseo.

SEIS. CONCLUSIÓN. Película hecha para que las amas de casa y similares se sientan contentas, como en las más tontas telenovelas. El malo es tan malo (y egoísta y bruto), la que sufre sufre tanto, la venganza es de lo más vengativa. El uso del televisor con un solo canal y con un solo programa (que podría llamarse: ‘ahora te toca sufrir a ti’) no es un recurso revolucionario ni mucho menos. No aporta soluciones, no replantea el problema, es solo un consuelo, y además un sacudón, que cuesta lo que cuesta la entrada al cine. La película tiene la trascendencia de una patada en los testículos. El problema son sus afanes de presentarse como justiciera, que pone las cosas en su lugar, dura, provocadora, necesaria. Nada que ver. Solo es efectista y oportunista. Con saborcillo a reality. Infantil, nada adulta. El personaje de la mujer parece la madre o tal vez a tía de la protagonista de Hard Candy. Nada más.

Algunos críticos piensan mal de Michael Haneke. Afirman que es un autoritario manipulador aunque defienda causas justas. Aunque sí analice con auténtico rigor. No quiero ni pensar lo que piensan de Rolf de Heer.

Mario Castro Cobos

La Cinefilia No Es Patriota

Otro texto complementario sobre la película:

http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2007/12/alexandras-project-de-rolf-de-heer.html

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