LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Wednesday, February 29, 2012

EL DOMINIO PERDIDO (2004), DE RAÚL RUIZ



¡Oh, Raúl Ruiz! ¡Tu cine no me suelta, me obliga a cuestionarme sin descanso… con una sonrisa! Me dices, cuántas historias transcurren en una sola, ¿te das cuenta?, cuántas vidas hay en una sola, ¡qué divertido!; cuántas películas hay en una sola película… ¿dónde estará el fin, y el principio? Ah, y cuántos yo hay en uno… Qué manía de plantear las cosas en términos de unidad, ¿no es así? La relatividad maravillosa, el abrazo a la ‘unidad’ en la multiplicidad más vertiginosa, es su respuesta al inmenso juego que nos plantea nuestro estar aquí y ahora, en este mundo (que siendo ‘éste’ es también ‘otros’). Transformaciones, versiones, duplicidades, extrañamientos, vueltas de tuerca, idas y venidas, no cesan nunca, lo cual es una celebración… El amor por la cultura, el poder de la imaginación jugando eróticamente con la memoria, y sabiamente con la historia de su país tampoco cesan; con una libertad desarmante, Ruiz improvisa, genialmente, cual músico de jazz, y nos lleva volando, planeando y, a veces, a lo kamikaze por los laberintos más borgianos que pueda uno imaginarse. Película, entre otras cosas, ‘sobre aviones’ donde imaginación y memoria son el avión que nos hace ser conscientes de nuestra riqueza interior, más allá de la versión estrechísima de nosotros mismos que nos han vendido... Y el libro por supuesto, es el mejor avión en un mundo que te prohíbe volar ¡incluso en la ficción! (Sokurov añadiría que el futuro del cine depende de quienes aman la Literatura sobre todas las cosas…) En un delicioso diálogo o duelo de sentencias con Godard, Ruiz declaró una vez que un travelling, menos que una cuestión moral, es una cuestión de melancolía. La melancolía implica una derrota, que se combate con el inocente e infantil género de aventuras (¡pero el Quijote es un libro de aventuras!) que llega a ser un laberinto donde todo es puesto en la mira: la imaginación más impredecible gobierna por encima de la lógica que nos convierte en víctimas de una versión de lo real, de una ‘imaginación dictadora’. ¿Por qué la imaginación tendría que estar bajo control? La amistad de dos personajes que se la pasan ‘volando’ para superar un mundo tonto y pasarse a otro donde estar en el pasado o en el futuro, leer un libro o vivirlo, en fin, ser real o imaginario, o quién sabe, no es mayor problema, sino una cuestión de moral... es una lección para todos. Una bofetada de sabio burlón para seguir despertando a los poderes transformadores del ser que proporciona el cine…



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