LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Friday, September 07, 2007

EN BUSCA DE LA NUEVA CARNE


Algunas brevísimas reflexiones en torno a dos películas de David Cronenberg



...(No sólo nuestro cerebro -distinción sutil-) nuestra mente incluso, es sólo carne. Frase que Cronenberg de seguro no rechazaría. Al no creer en otra vida tras ésta, la mente entonces no era otra cosa que cuerpo. La dualidad que tanto ha torturado a Occidente según esta idea es ilusoria, pero de una manera bastante distinta a la del pensamiento oriental. Para el director canadiense, todo es cuerpo. No sólo tenemos un cuerpo. Somos-un-cuerpo somos-el-cuerpo somos-cuerpo, y nada más (y nada menos). Solicito el perdón del lector por endilgarle tamaño trabalenguas (lingüístico-conceptual), que no lo es, por cierto, o que, mejor dicho, era más que eso.

Cronenberg filma en 1975, Shivers (Escalofríos; también conocida como Parásitos Mortales, y, como Vinieron de dentro...) Es una película impresionante, y no por su acabado formal (fotografía deslavada, efectos especiales mal(l)ogrados, actuaciones cómicas, un camarógrafo un poco distraído... algunos dirán que ese es su apetitoso lado trash y no andarían tan descaminados; al ser sucia e imperfecta se vuelve más atractiva). De hecho, resultó ser una verdadera revelación. Los azares de un bajo presupuesto no ocultaron a los espectadores y críticos más inteligentes la aparición de un verdadero creador.

La deliciosa ironía empieza desde los planos iniciales, con las autosuficientes imágenes publicitarias para vendernos ese paraíso de condominios que se encuentra en una isla de ensueño. Un lugar así, tratándose de una película de David Cronenberg, es algo que no va a poder seguir siéndolo por mucho tiempo. O no de la manera burguesa. Y el cine de este canadiense es por supuesto el reverso de la placidez idiota que nos vende sin descanso el mundo de la publicidad y el de los mass media.

El hombre es un animal que piensa demasiado y que ha perdido su capacidad de goce: esa noble comprobación tan profundamente humanista inspira a un científico la realización de ciertos experimentos curiosos. Unos animalitos, cual caracoles sin casita, que mezclan en su interior afrodisiacos y enfermedades venéreas, harán el papel de babosas invasoras que tienen como sagrada misión sacar a la humanidad de su triste estado de apatía. La visión del sexo como algo monstruoso y extraño se corporiza de en ellos. Aunque vistos más inteligentemente son de lo más simpáticos. Métafora de algo no reconocido como propio. El regreso de lo rechazado. Regreso triunfal.

La devolución de esa capacidad de goce es contemplada desde los dos puntos de vista, el apocalíptico y el celebratorio y burlón, al tratarse de una película de horror y no de una película erótica, o no en el sentido habitual del término. ¿Se imaginan a Sharon Stone en Basic Instict introduciéndose uno de esos lindos animalitos? Yo no esperaría un taquillazo.

El horror de la transformación de los habitantes de los condominios en seres muy activos sexualmente justifica, y de sobra, el título de Parásitos Mortales; sí, un miedo mortal al sexo, como si entregarse a él (valga la metáfora) fuera... Es el miedo y simultáneamente la atracción de la animalidad, o tal vez simplemente se trata de algo esencial -y esencialmente reprimido- de la naturaleza humana por obra y gracia de nuestra "cultura".

Pero tal vez no sea una pura metáfora. En el tragicómico contexto de una civilización que se cree racional (¿deberé reírme?) se reintroduce el concepto de lo demónico, al cual no podemos dejar de enfrentarnos. El psicoanalista Rollo May lo ha definido como "cualquier función natural que tenga el poder de asumir el control de la persona entera". May considera lo demónico como creativo y destructivo en potencia al mismo tiempo.

La escena decisiva, en Shivers, la orgía en la piscina, un final feliz definitivamente no-hollywoodense (no sé si tanto como el choque al final de Crash), es la posibilidad de un extraño nuevo mundo mejor, pues la "enfermedad" tiende a propagarse. Diez años después, sin embargo, aparecería el sida, que enriquecería el espectro de lecturas de manera inesperada.

Todos los esfuerzos por impedir la propagación del "mal" se concentran en la figura del protagonista. Él es la conciencia, o la conciencia convencional, que piensa que lo que está ocurriendo es una locura. Encarna ciertos valores de la sociedad y el chiste es que se queda solo al final. Hasta que es empujado a la piscina.

Entonces, queda claro (horror, horror) que la "enfermedad" sería más bien -o tendería a ser- la cura. Filmada en las postrimerías del hippismo, recordamos con una sonrisa no-irónica uno de los lemas más convincentes de aquel movimiento, lema que no ha perdido ni un solo átomo de su vigencia: hagamos el amor y no la guerra. Larry Flint, el creador de Hustler, en el filme de Milos Forman se pregunta qué es más pornográfico, las imágenes porno-eróticas o las de la guerra: ante el desfile presentado a nuestros ojos, niños hambrientos, desnutridos y llorosos, seres humanos muertos y mutilados y sufriendo, y armas y armas y más armas, la respuesta es más que obvia. Mr. Bush es porno duro.

¿Y, en medio de todo esto, qué tiene que decirnos Ud., Sr.Cronenberg , acerca de su propia película?

Las enfermedades venéreas están a favor del sexo, porque si no hay sexo no hay enfermedad venérea. Sé que algunas personas opinan que esas cosas son asquerosas, pero en esa película lo que estaba diciendo era: "Amo el sexo tanto como si yo fuera una enfermedad venérea. Soy la sífilis".

Crash (1996) es una de las películas más perturbadoras y extrañas de la década pasada. Es el intento de fusión hombre-máquina. Y de sexo y muerte en el clímax de la colisión de autos. Es la reinvención de la sexualidad. Eros y Tanatos salen a darse una vuelta en coche. Con una estructura que recuerda la de un ritual, una experiencia casi extraterrestre. Una película entrañable, romántica y desesperada bajo una fascinante apariencia helada y distante. Como dice Cronenberg: la tecnología somos nosotros, así que ella ahora quiere volver a casa.

Crash
es una historia de amor futurista situada en el presente.Trata del intento de dos personas que se encuentran bastante desconectadas y sin embargo enamoradas, de reconectarse a través de accidentes automovilísticos. Esos accidentes son una metáfora de la colisión entre la tecnología del presente y la psique humana. (David Cronenberg).

Cronenberg ha observado además la semejanza que puede apreciarse entre un choque de auto y un coito.

Para Liuba Kogan se trata de algo más sombrío. El cuerpo lacerado y la conciencia humana lastimada por la máquina. En este filme se plantea el erotismo con la máquina, pero a su vez la idea de que ésta ha destruido al cuerpo. Se trata de la erotización de la obsolescencia del cuerpo: la perversión llevada al límite.

Pero para Cronenberg sí existen aspectos positivos que se deben destacar.

El escritor norteamericano Ron Sukenick ha reflexionado agudamente sobre el tema:

La razón por la cual el sexo es tan poderoso hay que buscarla en su capacidad para hacer que las sensaciones se conviertan en sentimientos. Quizás haya que buscar aquí una expilicación para el auge actual del sado-masoquismo. Es como si hubiera una especie de curiosidad malsana por saber qué hay más allá de las emociones conocidas, por buscar la innegable fuente primigenia de toda emoción -cosa que indudablemente existe-, dando por sentado que las emociones que ahora se viven han sufrido un gran desgaste, se las percibe como convencionales e insatisfactorias. Lo mismo quizás esté ocurriendo con el lenguaje y las formas narrativas, quizás todo tenga que ver directamente con la emoción, quizás sentimos muy crudamente que toda nuestra vida emocional está fosilizada, y que la única manera de recuperar alguna clase de emoción verdadera, algún destello de esa fuente maravillosa original, sea regresar al punto preciso en el que nuestras emociones deban manifestarse de un modo completamente descontrolado. Así, la idea del placer por la violencia o la fuerza resulta atractiva.. Hay en ella una cierta autenticidad, aunque desesperada, porque está fuera de nuestro límite conceptual, de nuestro control cultural, de toda convención.

Estas declaraciones, en extremo pertinentes sobre la época que nos ha tocado vivir, parecen una glosa de Crash. Cronenberg luce más (¿perversamente?) optimista que Sukenick. Esto puede resultar cómico pero consideremos lo que piensa el gran director canadiense acerca de la enfermedad.

Siempre he pensado que quizás algunas enfermedades percibidas como enfermedades que destruyen una máquina que funcionaba muy bien, de hecho lo que hacen es convertir esa máquina en una máquina que hace otra cosa, y entonces debemos averiguar qué ha pasado a hacer esa máquina.

La normalidad es también una utopía (y no de las más estimulantes, más bien mediocre), estamos en un continuo proceso de cambio, transformación, metamorfosis, mutación... Lo cual es además inevitable. Entonces ¿para qué buscar la perpetuación de patrones tan rígidos ante la evidencia de una realidad tan rica en posibilidades, tan múltiple y elástica? Aunque Ballard escribió Crash como "advertencia", la película de Cronenberg nos invita a explorar posibilidades que parecían impensables. Al menos, dentro del reino privado de nuestra imaginación.

Mario Castro Cobos

3 Comments:

  • At 3:36 PM, Blogger tilsa said…

    el crimen en kfc se inspiró en existenz

     
  • At 11:16 AM, Blogger La cinefilia no es patriota said…

    que los polloides mutantes made in kfc, dancen, dancen, como en sledgehammer de peter gabriel.

    por otro lado: desrromantizando con clorox, tendrán los asesinos de por aquí referentes tan ilustres?

     
  • At 8:51 PM, Blogger Priscilla Candia said…

    Cronenberg me parece un genio, un comunicador social por excelencia, un cineasta poco comun, de aquellos que con historias fantásticas nos cuenta y transmite una historia real, una problemática social. Él inspira y te hace pensar: cine del bueno.

     

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