DOS PELEAS MÁS EN EL FESTIVAL
Película: Sur la trace d´Igor Rizzi, de Noel Mitrani (2006)
En contra
A favor
Suena la campana. Akamine se juega el repechaje, así que entra más curtido que en un match anterior, directo a marcar el territorio. Romero avanza con moderación. Conoce el ring, se toma el tiempo para avanzar, alza el brazo derecho, lanza algunos golpes, recibe otros, todo con tranquilidad. Akamine ataca con la diestra, pero tiene la zurda muy abajo y deja opción al contragolpe. Habla del humor, del tono absurdo, del despropósito. Esto es señal de lo “no tortuoso” y de la “soltura” del filme (hay que recordarle que muchas veces ocurre lo contrario: el tono absurdo resulta tortuoso). Así parece entenderlo Romero, quien justamente ataca por ahí: “la información es dada de manera confusa” (hay que recordarle que muchas veces la confusión hace encantador a un filme). Ambos apelan al mismo confuso swing, aunque sin contundencia. Akamine, ahora más experimentado, expone más razones para su ofensiva. Para cuando suena la campana, ha vencido y su alma está salva.
SEGUNDO MATCH
Película: Cara de queso, mi primer gueto, de Ariel Winograd (2006)
Adriana Murguía – Redacción de Vértigo
(Asumo que) Le gustó
Cara de queso, mi primer gueto suele ser equívocamente confundida por una película para niños, cuando en realidad se trata de una mirada fría e irónica a una infancia que cada día se acerca más a la adolescencia. En un club de verano para judíos en Argentina, conocemos a los varios personajes y las características que los definen. Así, el director Ariel Winograd crea un mosaico del mundo que da vida a este entorno familiar.
Cara de queso… nos recuerda a Bienvenidos a la casa de las muñecas, de Todd Solondz. Ambas tienen en común el relato sobre el comienzo de una larga pubertad llena de incomprensiones, secretos y humor negro. Esta autobiografía cinematográfica dice mucho con pocas palabras y simplicidad. Si hay algo erróneo, tal vez sea desaprovechar al gran reparto que compone este largometraje, que incluye a Mercedes Morán, Federico Luppi y un nuevo grupo de jóvenes con talento que debutan en escena.
Manuel Bonilla – Revista Tren de sombras
¿También le gustó?
En las afueras de Buenos Aires, el club El Ciervo resulta un universo cerrado, dividido en lotes y bungalows debidamente enumerados. La comunidad judía que convive en este espacio no vive prisionera: permanece a salvo detrás de muros con otros que presume como iguales, librándose a la vez del encuentro con el otro.
La película transcurre y demuestra que ello no es garantía por cobrar. El choque y la propia discriminación dentro de este espacio ya controlado, vigilado y que propone leyes de juego propias, conduce al desmoronamiento tragicómico de lo que podría configurarse en las mitologías de los adolescentes del film como una villa idílica, un club, un resort, un condominio donde la felicidad parece concreta y es patrimonio de los socios. El director Ariel Winogrand recibe el apodo fatal de su álter ego ficcional: Cara de Queso, y bajo él se identifica y confiesa en ese verano dentro del country, junto (y lejos) de otras familias judías que lo habitan, en una cómica danza de pretensiones, vanidades, hipocresías, y sobre todo, incertidumbres.
La decisión de la réferi es...
La campana suena… pero los boxeadores –categoría Juniors- no quieren pelear. Debe ser que algo huele mal en la escuela de la crítica. Faltan maestros que, a la manera del viejo Clint en Million Dollar Baby, se dediquen a entrenar con firmeza a los jóvenes valores, deseosos de consistencia. Tienen poco tiempo para ganar, sino por K.O., al menos por puntos, pero parecen peleados con la argumentación. Murguía, aún encapsulada en los esquemas clásicos, se demora en calentar. Bonilla es retórica pura. ¿Hasta cuándo frases como “la película transcurre”. Por golpes así, esta réferi se ve obligada a amonestarlo. Murguía lanza los primeros golpes haciendo referencias informativas, pero sin mucha fuerza (se parece a la de Solondz… ¿y eso es bueno, malo, o ni una ni otra?). Bonilla no reacciona. Murguía termina tomando partido, con timidez aún. Bonilla, como sucedió con otro púgil de su equipo, parece haber escrito todo su texto como introducción al de Murguía. Esta señorita, sin despeinarse, gana casi por walk over.
MARÍA JOSÉ REY
Labels: Festival de Lima
3 Comments:
At 1:34 AM, Anonymous said…
En el primer veredicto la jueza dice: "hay que recordarle que muchas veces ocurre lo contrario: el tono absurdo resulta tortuoso", pero no pone ejemplos, lo que su comentario no se sustenta. Entonces queda anulada ese veredicto. Luego dice: "hay que recordarle que muchas veces la confusión hace encantador a un filme" otra afirmacion al vacio, que si estuviera dentro del ring, pareceria que no se cubriera bien.
Veredicto: La jueza le falta ver mas peleas, todavia es novata en estas lides.
Mañana el otro comentario.
At 9:58 AM, La cinefilia no es patriota said…
Tiene usted razón. Hay que exigirle a esta jueza que se explaye y no caiga en las debilidades de los sujetos juzgados. Se lo diremos. F.
At 12:59 PM, Anonymous said…
En la segunda pelea la jueza afirma que los boxeadores no quieren pelear y que son juniors. Un poco mas de experiencia le haria saber que los "juniors" siempre pegan poco, dan vueltas, merodean, por temor al K.O. Ademas "la película transcurre" es como un jab en el box, no es un golpe demoledor, es un golpe sin caga corporal, sobretodo de los pesos moscas. En resumen a la jueza le falta mejorar sus terminos y repasar un poco mas los diferentes golpes que hay.
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