LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Tuesday, February 19, 2008

¡NO QUIERO SER VIRGEN!: SUPERBAD, DE GREG MOTTOLA

El problema real (seamos serios), nada cómico, pero legendario, clásico, obligadamente transformable en (im)pura comedia es el ser virgen, o el (por favor) cómo dejar de serlo. Terrible problema. Existencialmente hablando, la más grande, inabarcable, universal e inextinguible dificultad.
Si (para mencionar a una chica, aprovechando que hablamos de una película tan obsesivamente masculina) Marguerite Yourcenar escribió alguna vez (y con inquietante razón) que siempre llegamos vírgenes a los acontecimientos de la vida; y por otra parte, Milan Kundera quiso nombrar en su momento El planeta de la inexperiencia a su novela La insoportable levedad del ser, veremos que el tema es muy, muy serio.


En el caso de muchos sufridos adolescentes, heroicos en su patetismo –como por ejemplo los de esta película-, el camino para llegar a consumar (o consumir) el acto "que cambiará sus vidas", o vivir, ser protagonistas, por fin, del acontecimiento más deseado, que se demora, cruelmente, en llegar, es (cómo no) la prueba flagrante de que algo anda mal en el entorno que embotella su deseo. Es y no es para reír. La comedia aligera, envuelve, suaviza, acaricia, celebra, compensa y recompensa, pero también mete el dedo en la llaga y puede y debe ser crítica. Hay, con todo, un espacio feliz para la catarsis risueña.

La represión tiene mucho de real y no menos de ridículo, y que yo sepa no hay comedias adolescentes que se metan hasta el fondo con este tema. Esta situación existencial –archifamosa premisa de un número indeterminado de películas salchicha y pop corn-, nos lleva a preguntarnos, entonces: ¿cómo conseguir que el sabor de lo ya saboreado no nos provoque un hastío invencible y sin salida? Superbad intenta una respuesta.

Retro en la luz y en la ropa pero no en los celulares, Superbad es tan mal hablada que cae bien a partir del primer instante (otros se impresionarán). Casi no puede ser más natural en ese aspecto. La rudeza inacabable de su lenguaje deja entrever con claridad, sin embargo, una dulzura de fondo, que es lo que importa. Es la historia de una amistad en tiempos difíciles (o sea, sin mujeres). Es pura química entre los personajes, en especial entre los protagonistas. No se desliza ni desparrama por la pendiente de lo fácil, en el tema de la crueldad ejercida contra los nerds o semi nerds, por ejemplo, en cuanto al ritual de humillaciones, que aquí se muestra limitado (podría ser peor).


Superbad es, en resumen, y para decirlo de una vez, el mundo convertido en pene, por donde lo mires, eso es lo que palpita en la comedia aquí, junto con la búsqueda frenética, que uno quisiera acaso más poética, de la (casi extraterrestre) vagina desconocida… El asco de uno de los personajes al mancharse el pantalón de sangre menstrual no puede ser sino revelador.


Estructuralmente, muchos ven como un error la parte central, a modo de gran digresión o ruptura de ritmo y tono, que no permite el desarrollo de personajes, en el que la película además se da una escapada del registro más "realista". No me parece necesariamente un error. Le da más bien un sabor particular. De hecho la película casi parece partida en dos, y los personajes de los dos policías rompen alegremente la unidad del conjunto. Figuras paternas cómplices y permisivas ante la ausencia de figuras paternas que ejerzan autoridad en la película. Pintarlos de manera abierta como payasos, es justamente la idea. Están aún más locos que los chiquillos. Y McLovin es un personaje inolvidable, el nerd metamorfoseado.


Los personajes femeninos no son unidimensionales, son creíbles en lo físico y lo conductual, y tienen el innegable y saludable valor de irles devolviendo la humanidad, tanto al sexual como al obseso y también al demasiado romántico.

La mutua declaración de amor de los dos amigos es hermosa, y la elipsis podría resultar inquietante, por lo que sugiere, sumado al comportamiento posterior de uno de los dos personajes a la mañana siguiente (al irse, un turbado Seth menciona las tetas de la mamá de Evan como si fueran un paraguas para protegerse de la lluvia).


Se me quedan en la mente los ojos muy abiertos de Seth, su expresión, viendo cómo Evan desaparece de su vista escaleras arriba en la última escena. Se alejan, tal vez para siempre. Es una época que irremediablemente termina y no hay nada que hacer. Pero no. En los créditos hay algo más. Demasiados y muy divertidos y triunfales dibujos de penes, con música festiva de fondo. Y al final de los créditos, con pantalla en negro, hay una voz en off (creo que es Seth) que susurra: I love you.

Una comedia rebosante de lenguaje "grosero", gracia y locura, que se acaba con un susurro que se muestra y que se oculta con pudor.

Mario Castro Cobos

La Cinefilia No Es Patriota

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