LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Tuesday, June 09, 2009

ESCRIBE UNA PELÍCULA. O : NAKED LUNCH (1991), DE DAVID CRONENBERG




En 1951, William Burroughs mató a su mujer. Practicaban, como en el film de Cronenberg, una rutina a lo Guillermo Tell. Ocho años después, aparecería El almuerzo desnudo (Naked lunch, 1958). “Me vi forzado a la atroz conclusión de que nunca me convertiría en un escritor, sino fuera por la muerte de Joan y por la comprensión de la extensión con que este evento ha motivado y formulado mi escritura. Vivo con la constante amenaza de la posesión, y una constante necesidad de escapar de la posesión, del control. La muerte de Joan me puso en contacto con el invasor, el desagradable espíritu, y me llevó a una lucha vital en la que no tenía opción excepto escribir mi propia salida”, ha dicho Burroughs en una entrevista[1].


En El almuerzo desnudo (Naked lunch, 1991) de Cronenberg asistimos al intento de un personaje por escribir su propia salida. Peter Weller es William Lee, exterminador primero, adicto a su propio veneno después. De pronto, se queda sin insecticida a mitad del trabajo, y acude a una cafetería donde se encuentra con dos amigos, Hank y Martin —Kerouac y Ginsberg, respectivamente, según la alusión de Cronenberg. Discuten dos maneras de aproximarse a la escritura.
Hank/ Kerouac: “Cuando lo que tú pintas, dibujas o escribes llega a alguien, se revive tu experiencia. Ésa es la única conexión que tienes con ellos. Entonces, no puedes revisar lo escrito, porque significa mentir, traicionar tus propias ideas. O reconsiderar el flujo, el ritmo, el brote de las palabras, eso es traición. Y eso es un pecado, Martin. Un pecado”.
Martin/ Ginsberg: “No acepto esa interpretación católica de mi necesidad compulsiva de revisar cada palabra como mínimo cien veces. La clave es la culpa, no el pecado. Sentirte culpable por no escribir lo mejor que puedes, por no considerar todo desde cada ángulo existente y balancearlo”.
Hank/ Kerouac: “Y ¿qué hay de sentirte culpable por censurar tus mejores pensamientos, tus más honestos y primitivos pensamientos? Eso es lo que haces empeñándote en revisar”.
Queda abierta la pregunta para William Lee, que toma asiento: ¿revisar equivale a censurar?
Éste responde: “Exterminar todo pensamiento racional. Esa es la conclusión a la que he llegado”.
Y habla en serio.




Luego de matar a su mujer, Bill Lee viajará a Interzona, encargado de escribir un informe, una novela de la que no tiene conocimiento. En efecto, debido al abuso de drogas él no recuerda nada, pero el proceso igual se produce.
En Interzona, encuentra a una mujer idéntica a la suya, con el mismo nombre, Joan Frost, en lugar de Joan Lee, además de muchas orgías homosexuales. Entonces se pierde, se emborracha, comienza a vivir a “flashes”. Se encuentra con gente que no recuerda, que le relata sus desmanes, se engancha a una droga que en realidad no existe, según sus propias palabras.
Las máquinas de escribir son insectos, agentes que le encomiendan difusas y alucinadas misiones. Un bicho le dijo que asesinara a su mujer; Bill termina matándola de casualidad. Se le encarga encontrar al doctor Benway, quien fabrica y comercia con una droga negra hecha de un ciempiés enorme, pero Bill ya lo conoce, es más, ya es adicto a la droga, el propio Benway fue quien lo inició al ofrecérsela como cura del insecticida. La investigación no existe, porque es como un ciempiés que se muerde el culo. El destino tiene una orientación extraña, porque parece apuntar hacia atrás.
Extermina todo pensamiento racional.
Mientras tanto, William Lee escribe su salida, que consiste en buscar a Joan. Cuando la encuentre, también hallará al doctor Benway. Éste le revela que todo siempre apuntó a atraerlo, desde el momento en que le dio la droga negra, porque necesita alguien con su temple como agente. Bill pide tan sólo una cosa: a Joan. Ante la extrañeza de Benway, explica “no puedo escribir sin ella”.
La respuesta es la siguiente: lo vemos en un carro similar a un insecto ingresar en una especie de cuartel militar, Anexia. En la entrada le piden papeles. Él dice que es un escritor, que escribe informes. Los guardias le solicitan que lo demuestre. De manera que despierta a su mujer, que duerme en la parte de atrás, y le dice que es hora de la rutina de Guillermo Tell. Ella se coloca un vaso de vidrio sobre la cabeza. Bill apunta y la mata.
Eugenio Vidal

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