LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Thursday, December 28, 2006

LA INFANCIA DE IVÁN (1962)


OLD BOY
La infancia de Iván

En el primer largometraje Andrey Tarkovski, La infancia de Iván (1962) -basado en el cuento Iván de Vladimir Bogomolov- así como en su primer y único mediometraje La aplanadora y el violín (1960) (no estoy considerando el primer cortometraje del año 1959 codirigido con Alexander Gordon titulado Hoy no habrá tarde libre), se advierte el embrión de lo que será el mundo estético-creativo del director en el transcurso de los años; es decir, que todas sus obsesiones (léase recuerdos de infancia, impresiones, sueños, sensaciones.), así como las ideas y reflexiones estéticas sobre el tiempo, el arte, la ciencia, etc., se plasmarán en el momento de concebir y rodar cada una de las seis películas que se sucederán hasta 1986, año de su último filme El Sacrificio. Asimismo las marcas de estilo tanto en lo visual como en lo sonoro que estarán en sus trabajos posteriores, se encuentran ya en su ópera prima.

Lo que sorprende al ver las primeras imágenes de una ópera prima como La infancia de Iván, es la concepción formal y la fuerte presencia de autor que esta obra exhibe, -a pesar de que tal vez Tarkovski no haya tenido total conciencia de lo que estaba logrando expresar- como lo demuestran los movimientos de cámara que se realizan, por ejemplo, cuando Iván en uno de sus primeros sueños escucha el canto de un pájaro cucú, empezándose a elevar a través de los árboles del bosque, siguiéndolo la cámara en su ascensión y posterior levitación . Este recurso expresivo se apreciará de modo más profundo en obras como Solaris, El Espejo y El Sacrificio. O los desplazamientos casi coreográficos de la cámara cuando el personaje llamado Masha expresa emoción al sentirse atraída –tal vez enamorada- por el capitán Jolin. El trabajo en la fotografía es en este primer trabajo bastante expresivo de lo que el director buscaba; esto es, mostrar una atmósfera de devastación y desolación trabajada con claroscuros cercanos a los usados por los expresionistas alemanes, que una secuencia como la del viejo y el gallo ejemplifica muy bien.

Desde el aspecto sonoro, Tarkovski demostró un manejo importante de los recursos auditivos, sea utilizando el sonido propio del ambiente donde suceden varias de las escenas, sea introduciendo piezas musicales o música incidental para crear así atmósferas peculiares. El trabajo con lo auditivo llegará a un nivel más depurado en las películas, Solaris, Stalker, pero principalmente en El Espejo, donde el crepitar del fuego y sobre todo el sonido de las gotas de lluvia se escucha como pocas veces en alguna película realizada.

Por otra parte, el director resolvió bien la dificultad que representa moverse, por un lado, dentro del género de una película bélica –tras líneas enemigas- y por otro adentrarse en un filme personal en el que se mezclan lo evocativo, onírico, y la búsqueda de venganza por parte de Iván. Respecto de lo primero Tarkovski llega a transmitir en las escenas de guerra (aun cuando estas nunca muestran enfrentamientos frontales con el enemigo) momentos de suspenso e inquietud para los personajes como la secuencia en la que el teniente Galtsev, el capitán Jolin e Iván salen en una misión en la que este último tendrá que ir como explorador y de la que ya no regresará. En cuanto a lo segundo la conjunción entre los recuerdos, sueños y juegos de Iván consigue crear un mundo paralelo al existente en la realidad de la guerra, no obstante, aquellos se generan por causa de ella.

Iván pertenece a ese selecto grupo de personajes infantiles que dependiendo de las circunstancias de las historias a las que pertenecen, poseen una singularidad que los hace memorables, como los casos del niño Edmund Köhler de la película de Rosellini Alemania Año Cero o Antoine Doinel de Los cuatrocientos golpes o la niña de nombre Mouchette de la película del mismo nombre de Robert Bresson. Al igual que lo que ocurre con estos, Iván tiene que dejar de jugar y crecer de golpe para encarar lo que se le presenta en la vida, incluso si ese encaramiento lo deriva a un destino trágico. Tarkovski afirma respecto de Iván lo que sigue: “De hecho todos aquellos atributos de la niñez se habían ido irrecuperablemente de su vida, y lo único que, como un regalo didáctico de la guerra, había adquirido en lugar de lo que le habría pertenecido, se había concentrado y tensado en él hasta el extremo”.

Sin embargo, pese a lo que viven estos niños, no pueden dejar de lado completamente su condición de tales y por tanto jugar. Aunque el jugar sea un acto previo a lo que será un viaje sin retorno, como el notable final de Mouchette rodando por una pequeña pendiente antes de caer a un lago, o Edmund jugando en una pista entre las ruinas de un Berlín destruido, luego del final de la guerra, previamente a lanzarse al vacío desde un edificio para expiar una culpa. Y en el caso de Iván aquella magnífica secuencia en la que al jugar dentro de iglesia en escombros, imagina estar cumpliendo una misión de guerra, no obstante que este juego desencadena en él una explosión emocional en la que se exterioriza todo el sufrimiento por el que ha pasado; además de ser un acto premonitorio de lo que le acaecerá más adelante. Respecto del desfogue emocional que experimenta nuestro personaje Tarkovski dice: “ En un estado de tensión constante y sin desarrollo las pasiones alcanzan su máximo nivel y se manifiestan de una manera más vívida y convincente que en un proceso de cambio gradual”.

En lo referente a la importancia de la obra de Tarkovski en el cine actual, tomando como base La infancia de Iván, diría que es definitivamente su obra posterior la que ha influido en una franja importante del cine contemporáneo; sin embargo, esta cinta aun cuando no ha tenido una influencia directa en la cinematografía de nuestros días, sí la ha tenido de manera tangencial; es decir, si he afirmado que esa cinta es la matriz de todo el universo tarkovskiano, y al haber concepciones estéticas y formales originadas por ella en su filmografía posterior; y ser esta la que ha inspirado algunas de las obras de cineastas admiradores del director ruso, hay por ello de modo indirecto y por ende lejano una raíz originaria provocada por dicha ópera prima.

No se puede negar como muchos críticos y espectadores han notado una fuente inspiradora de Tarkovski en parte de la obra de Alexander Sokurov, sobre todo en su vertiente espiritual cuyo ejemplo en su película Madre e hijo es innegable. Así mismo en la obra del director húngaro Béla Tarr se pueden apreciar algunos rasgos estéticos del director ruso. Incluso en el cine latinoamericano, más específicamente en la obra del director mexicano Carlos Reygadas se observa y siente una inspiración, hasta homenajes patentes como la escena en que se hace la toma de un árbol sobre una colina en la película Japón, que trae a la memoria el árbol de membrillo japonés que aparece en las secuencias iniciales de El Sacrificio. Otro ejemplo que remite al estilo tarkovskiano es la forma en que Reygadas filma el vaivén de las campanas en las secuencias últimas de Batalla en el cielo, ya que al encuadrarlas logra que se vean más imponentes de lo que son. Así como estos ejemplos hay otros de relieve en el cine contemporáneo que exhibe referencias u homenajes al maestro ruso.

César Guerra


Obra citada:

Tarkovski, Andrey Esculpir el tiempo. Ediciones Rialp. S.A Universidad Nacional Autónoma de México, 1993

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3 Comments:

  • At 1:01 PM, Anonymous Anonymous said…

    influencia de Marie en el futbol frances..

    coming soon.

     
  • At 11:44 PM, Anonymous Anonymous said…

    buena peli, la vi en mi primera cita con mi ex

     
  • At 11:09 PM, Anonymous Anonymous said…

    una obra maestra del cine ruso, desde el punto de vista técnico como argumentativo

     

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