LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Thursday, November 20, 2008

PARANOID PARK (2007), DE GUS VAN SANT


CONTADO DESDE MI MENTE. PARANOID PARK (2007), DE GUS VAN SANT



Lima, Miércoles 19 de Noviembre de 2008. Querido Diario. Hoy amaneciste deconstructivo. O perezoso. Es igual. Veamos.

Puedo escribir: “Paranoid Park es una película de ensueño (pero con veneno) que requiere de un espectador bastante despierto. La conciencia, como sabemos, tiene mucho de danza loca de fragmentos que se atraen o se repelen, que van y vienen, y vuelven, que flotan, como una sucesión vertiginosa de trocitos de canciones que se escuchan en la radio impredecible de tu mente. ¿Por qué no usar eso en una película?...”

O podría haber empezado tal vez de la siguiente forma: “Los ángeles ya no tienen –por lo menos según Van Sant– alas; ahora, más bien, tienen skates. Pero eso es lo de menos, considerando que no hay nada más importante que volar…aunque también vueles por encima o por debajo de la culpa…”

También pensé en un comienzo así: “Las narrativas no-lineales nos recuerdan insistentemente la reproducción de un dispositivo necesario y a menudo vergonzoso, el del conjunto de mecanismos de evasión, o sea, de la huida (des)organizada de nosotros mismos y de nuestras responsabilidades irrenunciables. Que sea la mente de un adolescente la que es observada sumergida en dicha estructura…”

Tendría que haber acomodado el párrafo siguiente por alguna parte. “Como Guerin, que andaba buscando a la mujer renacentista justo después de haberla hallado, para jugar a perderla mejor en su En la ciudad de Sylvia (2007), Van Sant, con no menos gracia, compone casi obsesivamente el retrato de un adolescente de rasgos renacentistas, el ideal del ser puro e inocente, conforme a su sensibilidad específica. Van Sant insiste, me parece, románticamente, en la inocencia inalienable de su protagonista, como si le fuese imposible mancharse, e insinúa además la posibilidad de una toma de conciencia de parte de éste, pero sobre todo le importa, o sobre todo le funciona, un puñado irisado de momentos de gloria donde el sueño de que la vida sea más ligera (y adorable) tanto física como psíquicamente, se cumple con brillantez y delicadísima poesía en la presencia y la metáfora de los skaters y de una cámara lenta que reproduce la sensación de sus vuelos.”

El uso de la cámara lenta para saborear mejor los movimientos corporales que derrotan a la gravedad me trae a la mente el documental de Herzog, El Gran Éxtasis del Escultor Steiner (1973-74). A diferencia de Steiner (tallador de madera que rompe récords mundiales de vuelo en esquí), Alex no desea nada, no se caracteriza por nada, no quiere ganar nada, y esa apatía debería repugnarnos pero la verdad nos fascina. Parte de la intriga radica en la pregunta: ¿qué hay dentro de este tipo? Como alguien me dijo una vez: “La culpa no existe para quien no la siente.” Con Alex, pese a que estamos ‘en’ su mente, se nos antoja pensar que tal vez no siente culpa, que el vacío lo inunda por completo. O que su burbuja lo protege magníficamente. Pero ¿en qué medida estamos en la mente de Alex? Van Sant capta, tal vez, más que su conciencia, el umbral de ésta, algo así como el aura de su conciencia, y aquí viene el lado espiritual del asunto.


El llamado Paranoid Park no es un telón de fondo. Hay una cierta clase de armonía que se respira ahí, una reminiscencia de parque infantil, de lugar ideal, de templo al aire libre, hay una espiritualidad de cualidad alucinógena que nos es transmitida, hay un desasimiento…

Por otro lado. ¿El hombre es un ser esencialmente culpable, o esencialmente inocente? En medio de todo, quiérase o no, está la conciencia. Y Alex se da cuenta de que hay algo más allá de padres, profesores, colegio y novias… Algo más, allá afuera…

Repaso una escena. En medio del silencio en que Alex es interrogado por el detective, y luego de hacerle éste la pregunta clave, se escucha un grito: este dato ‘que se cuela’ ¿procede de la instancia narrativa, de la cabeza del protagonista, o de ambos lugares? Existen múltiples ejemplos donde Van Sant utiliza los sonidos pictóricamente, es una especie de pintura acústica de la mente de Alex, el tejido con capas de sonido e imagen, que se agregan o suprimen; la unidad irónica o poética o contrapuntística llega a ser maravillosa. Exquisita.

El director insiste en las cualidades escultóricas de un rostro, tanto es así que recuerdo La Mirada de Michelangelo (2004), de Antonioni (un corto en el que se pasea por el interior de una iglesia que contiene nada menos que la estatua del Moisés, del ‘otro’ Miguel Ángel) y ambas películas me hacen sentir que la superficie, si implica alguna clase de profundidad, resulta simplemente impenetrable. Y a la vez, innegable. Películas herméticas, no vacías.

Paranoid Park, en resumen, es una película angelical sobre la culpa. Le importa más lo angelical. Se sabe que los ángeles no pueden pecar.

La responsabilidad es intransferible y la vez uno siente que este adolescente es un huérfano de guía, de un sentido, de una manera coherente de conducirse en la vida.

Un cuerpo partido en dos es como un skate roto. Y es irreal. ¿Es como si otro lo hubiera hecho? ¿Es como un sueño? ¿Podrás olvidarlo?

La escritura del diario (como imagen y como voz en off) es el tenue hilo narrativo que, como el diario (o carta-diario) acabará en el fuego. Ciertamente podríamos saber aún menos de Alex. ¿Hubiera sido mejor para la película, para nosotros? Parece que no es el tema de un acto accidental y horrible y sus consecuencias trágicas o enriquecedoras lo que más interesa a Van Sant, sino la liberación, en el sentido más simple. Ahí planta muy conscientemente su límite esta bella película.

Mario Castro Cobos

La Cinefilia No Es Patriota

2 Comments:

  • At 10:10 AM, Anonymous Anonymous said…

    Complicado. Te paso esto, del Cahiers España 7, p.71. ELEMENTOS PARA UNA HISTORIA DE LOS DISCURSOS CRÍTICOS / 3. Política de las imágenes, política de las palabras, por ARNAUD MACE.

    "Daney ha descrito la especificidad de esta excursión al país de la moral, señalando hasta qué punto el mundo está embargado
    en una situación política extrema: "La situación límite en
    la que filmar se convierte en un asunto moral (...) Si hay verdugos
    y víctimas, ¿es preciso filmar a las víctimas de frente y a los
    verdugos de espaldas o al contrario?" ("Passion de l'image: des Cahiers du cinéma a Libération", entrevista; Esprit, noviembre de 1983).

    El debate sobre la representabilidad del horror, del cara a cara entre el verdugo y la víctima, se convierte en la referencia de la cuestión política en el cine: a fin de asegurar el buen funcionamiento de la analogía entre estética y política, convenía concentrar toda la política en ese momento límite,
    para que toda política asuma el aspecto de una moral en el seno del campo estético."

     
  • At 9:26 PM, Anonymous Anonymous said…

    el mejor estreno del año.

     

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