LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Monday, February 18, 2008

RECONSTRUCTION (2003), DE CHRISTOFFER BOE


Si algo fascina, y lo hace por encima de todo lo demás, a lo largo de esta experiencia delirante, afiebrada y turbadora, es ver, cómo, maravillosamente, la lógica diurna realiza aquí su gran acto de desaparición.

Reconstruction (como Mulholland Drive, como Exotica, como La Comedia de la inocencia) exige ser reconstruida, después de vista, más que otras películas, porque uno ha vivido sumergido en ella, intensamente, igual que en el fondo de un sueño. Un sueño, donde todo, incluso lo increíble, parece, de pronto, tan extrañamente natural y perfectamente posible, y fáctico, y palpable, hasta evidente. De manera exacta como sucede en un sueño. Aunque aún dentro del sueño mismo que es esta película, uno sabe que el rompecabezas, a pesar de que tal vez finalmente pueda armarse y apreciarse completo, de hecho, no tiene solución.

El amor es y será siempre la solución al problema, y a la vez será y es siempre el problema que no tiene solución. Reconstruction no hace más que engolosinarse con un sorprendente grado de virtuosismo en ese bello y horrible laberinto. Pero aquí el abismo que nos provoca vértigo radica más en las oportunidades perdidas, en los momentos-clave no reconocidos (oh fatalidad), que en las identidades súbitamente cambiadas o múltiples en tiempos simultáneos o inmediatamente sucesivos.



Se nos dice: es un film. Declaración necesaria, y engañosa. Necesaria, por el intenso y extenso juego de tiempos e identidades, no indigno de un Buñuel, en ciertos momentos, también por sus giros y toques de surrealismo, absurdo, humor, azar. (Aunque Buñuel rara vez "cae" o se "eleva", por ejemplo, al franco rapto romántico, sin el salvaje y preciso contrapunto de ironía que su estilo reclama.) Engañosa, porque Boe pretende (jajaja) querer que le creamos, sobre todo lo más increíble, que un film es solo un film. Lo que ¿todos? queremos es que el film no sea solo un film, queremos que sea justo lo contrario, que sea más que la vida, una experiencia concentrada, en el límite y más allá, peligrosa y explosiva. Que nos permita reconstruir algo que la vida ha destruido para siempre. Que nos devuelva una comprensión superior a la del dolor y el desengaño. Alguna clase de sabiduría existencial. Si es que esto es posible.

Reconstruction es más que un brillante ejercicio de estilo, un prodigio de artificio, obsesivo en humillar la pureza de la línea recta como el camino más corto y cierto y seguro entre dos puntos: cercanos, lejanos, culpables, inocentes. Y obsesivo también en la placentera labor de despedazamiento constante de una historia, descubriendo que delante, detrás y al costado y encima y debajo de cada historia hay muchas, todas otras. Y que todas las historias de amor son una. Y que una historia de amor, una sola, es todas.

Pero, ¿qué es Reconstruction? Boe extrae con habilidad extrema un poder enorme a partir de la debilidad comparativa de la imagen digital de origen. La imagen de grano grueso, no tan estable o estabilizada, porosa y saturada de color, borrosa, de insuficiente definición, es el equivalente al recuerdo de un sueño, al sueño que se recuerda entre el olvido y el recuerdo, a su titubeantemente rica textura, confesadamente imperfecta. O perfecta. De otro modo. Tactilidad. Textura.


Para orquestar con agilidad el desconcierto (absolutamente necesario para revivir esa experiencia), para triturar el decoro lineal y la comprensión de todos los públicos, Boe se sirve de todo un arsenal de recursos: primeros y primerísimos primeros planos de cuerpos y de rostros, ángulos distintos de una misma escena, zooms acróbatas, no menos que el montaje, lentes deformantes, fotos satelitales con sabor espía de la hermosa Copenhague, mapa de la cercanía y distancia de los amantes signados con puntitos, cámara en mano, un hombre de traje oscuro volando y/o cayendo (en vertical), acelerados y ralentizados a menudo combinados, saltos y rupturas de planos de tiempos y de identidades, flashbacks, flashforwards... ¿Todo esto para qué? Enamorarse es sentirte otro, conocerte, reconocerte, desconocerte, sentir a la otra persona desconocida conocida, y desconocer, no reconocer y hasta no poder ser reconocido por la persona que amaste antes. Experimentar la vivencia de otro tiempo y de otro espacio, depender de ese azar o bendito o maligno o más bien de ambos... Si Reconstruction es un laberinto, no lo es por azar, sino por pura y estricta necesidad. Reflejar tan bien el caos interior de alguien en ese estado de (des)gracia me parece un triunfo artístico espléndido, conmovedor, algo en verdad grandioso.

Mario Castro Cobos


LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA



1 Comments:

  • At 8:11 PM, Anonymous Anonymous said…

    de acuerdo

    el romance como la fractura sin remedio del espacio y el tiempo. entre una plenitud alucinógena
    y la sonrisa del hoyo negro

     

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