LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Wednesday, November 22, 2006

VUELVO A CASA


Vuelvo a casa, de Manoel de Oliveira (1)


Vuelvo a casa es notable, entre otras cosas, por la forma en que realiza un detenido estudio de lo que es la actividad actoral, y como ésta se vuelve para el personaje central Gilbert Valence (Michel Piccoli), en un modo de vida del que no quiere apartarse o del que tal vez no pueda. Además, es una película que trabaja sobre la representación tanto del Teatro como del Cine; es decir, apuesta por lo metateatral y por lo metacinematográfico, mostrando por un lado el modo en que se desarrolla la puesta en escena en el ámbito teatral, como se ve en los reveladores primeros minutos de la cinta.

Y por otro, el ensayo para la filmación de un proyecto de película (El Ulises de Joyce), en el que Oliveira juega con el punto de vista del director de cine que observa la obra que dirige, como con el del espectador que observa al director. En ambos casos la cámara se detiene durante unos cuantos minutos a registrar lo que acontece.
Vuelvo a casa muestra de qué manera una persona puede llevar un duelo interno -casi imperceptible- no expresado durante el transcurso de la historia, pero que va a desembocar irremediablemente como sucede en estados de ese tipo, en algún hecho particular, tal como deviene hacia el final, en una secuencia sobrecogedora en la que Gilbert Valence decide volver a casa cual Ulises a Itaca. Por último, en esta obra se respira la vitalidad creadora y apuesta arriesgada de un director cercano a los 100 años, que se atreve a experimentar con los recursos que la gramática cinematográfica ofrece, con planos y tomas en los que la cámara registra situaciones, como por ejemplo aquel plano fijo que enfoca durante unos minutos los zapatos recién comprados por Valence. (César Guerra).



Vuelvo a casa, de Manoel de Oliveira (2)


¿Quién eres cuando nadie te ve? En Vuelvo a casa, no se elude la tragedia pero sí, en cambio, su mostración directa. Cosas que no se ven, voces que no se escuchan, datos que imaginas, serán elocuentes. La casa de este hombre, ¿cúal será? El mundo. Tal vez. El teatro. Sí, y también no. El cine. Ya no. Un restaurant. Su mujer y su hija muertas. Todos los recuerdos. Su pequeño nieto. ¿Quién lo sabe? Ni él mismo. Lo cierto por otra parte es que gracias a de Oliveira y Piccoli, uno se dice pero qué buen actor puede ser un solo zapato. Y John Malkovich da una clase de actuación, con sus ojos, dirigiendo, mirando, viviendo lo que ve. Sencilla, exquisita, así como elíptica, elegante y sabia, esta película alegra el alma porque exalta tranquilamente la dignidad humana aún en medio de lo absurdo. (Mario Castro).

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