LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Friday, April 18, 2008

KÁNDAHAR (2001), DE MOHSEN MAKHMALBAF



Pocas veces en la historia del cine, una película en cartelera ha sido catapultada a un sitial de gran importancia por acontecimientos históricos o políticos totalmente repentinos e inesperados. Tal es el caso del film francoiraní Safar E Gándejar (Viaje a Kándajar en lengua persa, distribuido en Occidente como Kándahar) del prolífico cineasta iraní Mohsen Makhmalbaf (cuyo apellido castellanizaremos como Majmalbaf para ayudar a su pronunciación correcta), película ganadora del premio ‘ecuménico’ en Cannes 2001 y de un premio humanitario de la UNESCO, y calificada por el crítico Richard corliss de la revista Time como ‘el mejor film del año’ 2001. Majmalbaf lo concibió y rodó con el objetivo de despertar al mundo indiferente a la enorme tragedia que padecía la población de Afganistán después de 23 años de guerras y sequías (2.5 millones de muertos, 4.5 millones de heridos y 6.3 millones de refugiados en el extranjero, de una población estimada entre 18 y 20 millones).
Las horrorosas matanzas cometidas el 11 de septiembre de 2001 por extremistas ‘islámicos’ (los teólogos musulmanes señalan que el Corán y los preceptos islámicos no permiten el asesinato de personas inocentes y desarmadas; por lo tanto, los terroristas no son auténticos musulmanes sino representantes de una distorsión sociopática del Islam originada por la desesperación ante el expansionismo israelí y los abusos y errores políticos de Occidente) en New York, Washington D.C. y Pennsilvania, donde se asesinó a cerca de 3100 personas inermes de unas 35 nacionalidades, colocaron al régimen talibán afgano (que, aunque no se le menciona explícitamente, sirve de ambientación cultural y política al tema del film) como objetivo de la represalia norteamericana y de la guerra antiterrorista que se desarrolla actualmente. La película cobró tal vigencia que el presidente Bush pidió verla.



Majmalbaf –novelista, ensayista sobre teatro, guionista y director de cine– nación en 1957 en Teherán y fue abandonado por su padre a los 20 días de nacido y criado por una abuela, muy religiosa y muy devota del Islam, que agradecía a Alá (Dios) no haber entrado nunca a una sala de cine (la interpretación más rígida de los dogmas islámicos considera pecado representar la figura humana, con lo cual en ciertos países fundamentalistas quedan prohibidos el cine, la fotografía, pintura, escultura, televisión e Internet; en el caso de Afganistán también se prohibieron los libros, instrumentos musicales, grabaciones de música y la educación y el trabajo para las mujeres).


En los años 70 la creciente oposición a la dictadura corrupta del régimen del Sha de irán convirtió a Majmalbaf en un extremista adolescente que practicaba, según él, la ‘violencia justa’. Su formación islámica (fue estudiante religioso por un tiempo) lo hacía considerar que ver cine era una violación del Islam, y cuando pasaba frente a una tienda de discos se tapaba los oídos. En 1974 a los 17 años trató de desarmar a un policía y ambos resultaron heridos de bala, siendo condenado a 20 años de prisión y torturado brutalmente por la policía secreta SAVAK, permaneciendo unos 100 días en el hospital y soportando 3 operaciones. Aún le quedan 4 grandes cicatrices de esa experiencia. Tras 5 años preso fue liberado por la “revolución islámica” del ayatola Jomeini y se dedicó a la literatura y al periodismo, interesándose por el cine luego de calmada su efervescencia religiosa y debutando en 1982 como director.

Su primer film importante es Boycott (1985), en el cual muestra su simpatía por los inmigrantes afganos en Irán que huían de la guerra antisoviética de 1979-1989. El Ciclista (1988) es de tema similar. Un breve viaje por el norte de Afganistán lo conmovió poderosamente y lo convirtió en un incondicional del pueblo afgano cuando vio en las planicies alrededor de la antiquísima ciudad de Herat (se pronuncia Herat, y fue fundada por Alejandro “Magno” alrededor del 330 antes de Cristo con el nombre griego de Alexandria Areión) a cerca de 20000 personas muriendo lentamente de hambre, víctimas de una desesperante sequía de 3 años.


La protagonista y narradora de Kándahar es Niloufar o Nilofer, Pazira (su nombre varía en las diversas fuentes consultadas). Nacida en la India y criada en Afganistán, en 1989 huyó de su país adoptivo que se desgarraba por la guerra civil anticomunista luego de la expulsión de las fuerzas soviéticas (su padre había sido arrestado varias veces por protestar contra el régimen comunista afgano). Canadá fue el único país que la aceptó con su familia en calidad de refugiados, pues el padre era un valioso médico. Se graduó en lengua inglesa y periodismo y escribió frecuentemente sobre el maltrato de las mujeres afganas bajo los talibán (estudiantes religiosos) y la situación general del país. Su mejor amiga Dyana, aún en Afganistán le escribió deprimida que nelofer debía “vivir para ambas” pues la vida de Dyana “ya no era digna de vivirse” (Dyana era economista en un banco y, como millones de afganas, fue prohibida de trabajar por los talibán). Temiendo un suicidio, Nelofer viajó de Canadá a Irán pero no se le permitió entrar en Afganistán para salvar a su amiga. Esta trágica historia es la génesis del guión ideado por Majmalbaf, luego de conocer a la periodista afganocanadiense y proponerle actuar en Kándahar. Pazira aceptó “para revelar al mundo la devastación de mi país”.


El guionista convirtió a la mejor amiga de Pazira en la hermana menor –sin piernas por la explosión de una mina antipersonal– del personaje ficticio “Nafás” que Pazira representa competentemente a pesar de no tener ninguna experiencia como actriz. Dicha mutilación remite a uno de los peores azotes que sufren los afganos: la enorme cantidad de minas y explosivos regados por todo el país (se estima entre 1 millón y 10 millones de estos crueles artefactos, algunos con forma de juguetes y ositos de peluche para destrozarles los brazos a los niños –un diabólico invento soviético–), sembrados por helicópteros y tropas de la URSS y por afganos de las diversas milicias y guerrillas de los grupos étnicos, tribales y políticos enfrentados por el poder. Las lluvias y deslizamientos de barro desplazan a las minas de sus lugares originales y las desparraman por todas partes (unas 7 personas pisan minas cada día en Afganistán). Las secuencias más desgarradoras y chocantes del film enfocan este problema en toda su crudeza mostrando jóvenes mutilados por las explosiones, que dependen de la ayuda médica extranjera para rehabilitarse, la cual llueve del cielo cual maná salvador suspendido de paracaídas, en una metáfora visualmente impactante y casi surrealista. El campesino manco Jayatala Jakimí, de etnia jazara (descendientes de los invasores mongoles del siglo 13, con facciones similares a las de los chinos), representa al mutilado “Jayat” y aceptó actuar en el film porque “quiero que el mundo sepa” del sufrimiento de los afganos.


Majmlabaf emplea actores improvisados sin experiencia y extras que se representan a sí mismos y lo que realmente les ocurrió, lo que da al film una textura burda pero muy realista. Todos, excepto un afronorteamericano y dos cirujanas europeas (una joven polaca y una británica), son afganos de los campamentos de refugiados en Irán oriental donde hay unos 2 millones de ellos (otros 3 millones huyeron a Pakistán, 15000 a Canadá). Sadú Teymurí de 12 años, cuyo padre murió en una de las guerras civiles y se gana la vida vendiendo dátiles a los refugiados, es el improvisado guía “Jak” que conduce a Nafás por el desierto hacia la ciudad sureña de Kándajar, sede principal del movimiento fundamentalista talibán, donde se halla la deseseperada y mutilada hermana a rescatar.


¿Quiénes son los talibán? Eran niños y adolescentes, ahora adultos, mayoritariamente de la etnia pashtún o pushtún de Afganistán, convertidos en huérfanos hambrientos y empobrecidos por las guerras afganas iniciadas en 1978, que fueron alimentados y educados en unas 2500 escuelas coránicas en Pakistán, adonde huyeron, para formarlos como sacerdotes radicales shiitas de la rama shía del Islam, que constituye la variante más extrema de la religión fundada por el profeta Mojámed entre el 610 y el 632 (el 90% de los musulmanes son de la rama conservadora suni y el 10% son radicales shiitas –generalmente los radicales islámicos son shiitas–). En 1994 retornaron a Afganistán como jóvenes combatientes del movimiento talibán (un talib es un estudiante religioso y talibán es el plural), se establecieron en Kándajar y 2 años después –financiados y equipados militarmente por Pakistán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos– tomaron el poder y la mayor parte del país. Majmalbaf denomina a los talibán como el “ejército de la ignorancia”. Sin embargo, para ser justos se debe señalar que antes del triunfo talibán el 95% de las mujeres afganas no recibían ninguna educación. Los talibán aumentaron esta proporción a 100%. Esto sugiere que la rígida marginación de la mujer (representada por la vestimenta llamada burka que constituye una suerte de prisión hecha de tela) es una característica nefasta de la cultura afgana y que los talibán no crearon el problema, sino que lo acentuaron al ser ellos una forma extrema de dicha cultura que ya de por sí es extrema desde una perspectiva Occidental.




El actor más controvertido de Kándahar, que representa al médico improvisado “Tabib Sajib”, es el presunto asesino Jasán Tantái, mulato estadounidense hijo de padre negro y madre blanca, refugiado en Irán desde 1980 y perseguido por la justicia americana por matar en 1979 a un diplomático iraní y ex agente del SAVAK opuesto al régimen de Jomeini. Originalmente cristiano y llamado David Belfield, se convirtió al Islam porque, según él, es una religión idónea para los pueblos negros oprimidos por los blancos ya que permite defenderse de las agresiones con los mismos métodos de los agresores, a diferencia del Cristianismo que propugna dar la otra mejilla y perdonar. En Irán aprendió la lengua farsi, se dedicó al periodismo en inglés como editor de Iran Daily y luchó como voluntario en Afganistán contra los soviéticos durante 18 meses. Considera que Occidente y el mundo anticomunista le deben mucho Afganistán y dice que “es una lástima que Occidente reaccione solo cuando es amenazado”, tal como ha ocurrido desde los atentados terroristas perpetrados, según lo indican muchas pruebas e indicios hallados en los últimos meses, por la organización Al Qaeda (La Base) de Osama Bin Laden. Tantái confesó su crimen en el programa 20/20 y trat´de justificarse declarando: “Todos los gobiernos matan a los traidores y a los que intentan derrocarlos. Con respecto a ese incidente particular, nunca perdí sueño pensando en él”. En 1994 ofreció entregarse a cambio de condiciones imposibles de aceptar or las autoridades y actualmente su aparcero es desconocido.

Majmalbaf está pensando rodar un film sobre el asesinato político cometido por Belfield / Tantái, con éste como protagonista, para explorar por qué en una nación supuestamente opulenta y civilizada como Estados Unidos un hombre negro mata y huye a un país totalmente extraño como Irán. Así que para Tantái, Kándahar podría ser el comienzo de una carrera cinematográfica si es que no lo agarra la policía norteamericana primero.
Kándahar se rodó en 2001 en los campamentos de refugiados del este de Irán y, según revelación del propio cineasta, 2 km. Dentro de Afganistán bajo peligro de ser capturados por patrullas armadas talibán que merodeaban por todas partes y sabían que Majmalbaf –disfrazado con turbante y barba para parecer un campesino local– había entrado clandestinamente en el país. Los constantes cambios de locación y el disfraz sirvieron para superar incidentes peligrosos. En el campamento iraní de Zabol el director y su equipo suspendieron el rodaje varios días para dedicarse a alimentar a unos 400 refugiados recién llegados que corrían peligro de morir de hambre. Pazira sirvió de traductora entre iraníes que hablaban farsi y afganos de lengua dari (el dialecto afgano del farsi).
La melancólica y exótica banda sonora que realza la película fue compuesta por Mojámad Reza-Darvishí y contiene voces y melodías repetitivas de la música clásica india y percusiones dramáticas. La música del matrimonio fue grabada en un campamento en Saveh, Irán.
Recientemente, luego de la victoria de las fuerzas aliadas y el colapso de los talibán, Majmalbaf –con su gran sensibilidad humana– se dedicó a la construcción de escuelas en Herat para niños refugiados del enorme campamento de Maslaj, donde se encuentran unas 350000 personas.

Ojalá mantenga un ojo vigilante sobre la reconstrucción de Afganistán bajo el nuevo régimen interino de Jamid Karzái y nos brinde más de sus fascinantes películas acerca de la sobrecogedora realidad del Medio Oriente.
Guillermo Gerberding

La Cinefilia no Es Patriota

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