LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Wednesday, November 22, 2006

LA PROMESA, DE LOS DARDENNE



La Promesa, de Jean-Pierre y Luc Dardenne (1)


¡Aplaudamos a los Dardenne! Porque su cine es el que aspira a ser un cine de artesanos y no de artistas. Porque artesanos son también sus personajes –albañiles, costureras, carpinteros- pero debajo de cada manualidad fastidiosa existe una terrible pregunta que enfrenta nuestros sentimientos con las relaciones humanas. Porque esa pregunta es honesta en su planteamiento, pero siempre queda abierta, nunca nos dan una respuesta clara y nuestras cabezas terminan más inquietas.

¡Aplaudamos a los Dardenne! Porque dominan su fotografía de tal manera que, con falsa modestia, nos quieren hacer creer que únicamente filman como si de un documental se tratara, persiguiendo a los protagonistas con una cámara temblorosa y todo eso… pero la exquisitez de su técnica los delata (la primera escena de Rosetta, y etcétera). Porque manipulan el montaje con tal seguridad que cada corte es realmente necesario y cada transición de escenas te puede afectar emocional y hasta físicamente si estás enchufado (el puñetazo a Igor, en La promesa, y etcétera). Porque utilizan el sonido con la dedicación que semejante recurso expresivo merece, recordándonos que no tiene que haber música o gritos para sentir la angustia de un personaje (los silencios y el sencillo sonido de la carpintería en El hijo, y etcétera).

¡Aplaudamos a los Dardenne! Porque utilizan su técnica para presentarnos a seres aislados de la sociedad, tan necesitados de reconocimiento como de dinero, posesos de una aflicción hecha misterio desde el inicio de cada film, capaces de varias atrocidades para sobrevivir. Porque lo hacen con un criterio distinto al de la mayoría de películas: ocultando intenciones, conteniendo las actuaciones, prescindiendo de prejuicios morales sobre ellos. Porque sus actores son increíbles al punto de emocionarnos con un mínimo gesto, dejándonos a nosotros como favorecidos testigos de una seductora fusión (Jéremie es Igor, Émilie es Rosetta, Olivier es Olivier).

¡Aplaudamos a los Dardenne! Porque evitan los grandes presupuestos para mantener su independencia, porque cada nueva cinta parece más exquisita que la anterior, porque hablan de la inmigración o el desempleo para hablarnos además, también, en realidad, del perdón y la redención, escapándose así de la etiqueta del “cine social”.

Decían que El niño, su última película, se iba a estrenar en salas limeñas. Ahora el rumor ha descendido. En ese caso, ¡aplaudamos al pasaje 18 de Polvos Azules! (Fernando Vílchez).


La Promesa, de Luc y Jean-Pierre Dardenne(2)


Lo frágil, lo fugaz, lo urgente, lo inestable. ¿Cuándo hay paz? La película es ver, casi solo ver, lo que hacen cuerpos, manos. Movimientos: físicos, músculos tensos, emociones concentradas, paralizadas, lentas, movedizas, registradas con seca veracidad y que son siempre significativas. Recuerdo una rápida escena: incluso el simple acto de cruzar una calle, por la velocidad y el ruido y el smog de los autos, hace que te sientas invadido, agredido. La ausencia de solidaridad, que luce omnipresente, hace de las ciudades la más peligrosa de las selvas. El prójimo, el otro, ya no es tu hermano. Así que aprovéchate de él. Déjalo morir. Herencia de Bresson: solo al final hay un gesto, de esperanza en el horror, una esperanza de algo que tal vez se parezca a la reconciliación. (Mario Castro).


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