LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Saturday, March 21, 2009

LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA (2007), DE JULIAN SCHNABEL


Libertad en el encierro

“Acabo de darme cuenta de que, aparte de mi ojo, hay dos cosas que no están paralizadas. Mi imaginación, mi memoria. La imaginación y la memoria son los dos únicos medios de escaparme de mi escafandra”. Jean-Dominique Bauby

Cuántas veces la imaginación nos ha salvado del encierro –de ese que a veces no percibimos– y nos ha permitido escapar a esos rincones que solo existen con la ayuda de la memoria. Para Jean-Dominique Bauby, redactor en jefe de la revista Elle, ésta no fue una posibilidad sino una fuga obligatoria tras sufrir, en 1985, una embolia que solo le dejó intacta la mente y la lucidez de su parpadeo, suficientes recursos para plasmar en el libro La escafandra y la mariposa su claustrofóbica experiencia.




Uno de los que leyeron el libro fue el pintor neoyorquino Julian Schnabel, quien decidió pintar esa historia en el lienzo del celuloide. El resultado es una poesía escrita con luz, que logra transmitir más que imágenes azarosas de una agonía, emociones que van desde el asombro que produce redescubrir la vida hasta el ahogo absoluto del cautiverio del cuerpo, pasando por la belleza de la liberación onírica de la que ‘Jean-Do’ (Mathieu Amalric) se alimenta para no terminar de morir.

Desde las primeras escenas, podemos percibir que la historia de Schnabel no es una reiteración de Mar adentro, película en la que Alejandro Amenábar se vale de otra historia real –la del tetrapléjico Ramón Sampedro (interpretado por Javier Bardem)– para reflexionar sobre el derecho a la eutanasia. No. La escafandra y la mariposa habla del ser humano encerrado, de lo que pudo ser el mundo interno de alguien que al final ni siquiera tuvo el privilegio del habla. Y nadie mejor que un artista para arriesgarse a hablar de la subjetividad de otro individuo, para rebuscar en el inconsciente ajeno, y para mirar a través de sus ojos lo que las palabras (del libro) a veces no logran decir. Su única arma será la empatía, y justamente es eso lo que logra trasladar a los espectadores con primeros planos bien logrados, desenfoques fotográficos y elementos sonoros que logran transmitir la confusión y la inquietud del encierro.




La fotografía del polaco Janusz Kaminski logra dar forma a esa subjetividad cuando se convierte en el inquieto ojo mediante el cual conocemos a los personajes que acompañarán a Jean-Do, durante dos impacientes años, y cuando inserta las alegorías del hombre que se hunde en el mar o la mariposa que se desnuda de su capullo. La sensualidad de las imágenes se desborda cada tanto para enfatizar que Jean Do está allí, vivo dentro de ese cuerpo estancado. Es la libido que viene en su rescate para alejarlo de la pulsión de muerte. De pronto la presencia de la fisioterapeuta o la logopeda, o incluso de la “madre de sus hijos”, se llenan de erotismo, de vida.
Los diálogos de sus visitantes, las reacciones de amigos y familiares, la contrastante vitalidad de sus hijos, las lágrimas de su padre, son un resumen de las penurias que Jean-Do tendrá que compartir con su ironía innata y su habilidad de sacar siempre una sonrisa en los momentos en que uno está a punto del llanto (Solo hay que recordar cuando la carcajada imaginaria de Jean-Do suaviza la cruel observación de dos empleados que deben instalarle un teléfono con altavoz “a un enfermo que no puede hablar”). Ese es otro acierto del director de Antes que anochezca, pues de este modo nos lleva de la mano por caminos que rozan el estremecimiento pero que no impiden una mirada más limpia del arte.




A este objetivo también responden el guión de Ronald Harwood (La lista de Schlindler), que ha sabido sacar del libro los puntos que debía unir con la imaginación, y el equilibrado montaje de Juliette Welfing, que en el momento justo supo cuándo transportarnos al pasado y cuándo evitarnos la lágrima con el ardid del símbolo. O incluso la delicada y a la vez enérgica música de Paul Cantelón, precisa…

Se extrañaba en nuestras salas una película que con sutileza nos echara en cara lo dormida que anda nuestra mente y el cautiverio que nos encierra por darle tanto protagonismo al cuerpo. Jean-Dominique Bauby empezó a volar cuando su cuerpo se quedó dormido, y ese vuelo, que nos recordó que la existencia iba mucho más allá que tener éxito laboral o familiar, nos lo transmitió Schnabel, cuando estábamos “paralizados” en nuestras butacas.

Claudia Ugarte

La Cinefilia no es patriota




2 Comments:

  • At 11:39 PM, Blogger CA RIVER said…

    Que Interesante

     
  • At 9:55 PM, Blogger PLASTIC MOVE said…

    Marcando pasos sobre la Av. La Paz, nos teletransportamos Carlos y yo a la época de Platón, aquella conversación con el parecía como si imitáramos a aquellos grandes pensadores, su lago de preguntas me eran tan intrigantes, preguntas que te hacían pensar como si te sumergieras en el fondo del océano, y hubo una cuestión que hasta la fecha ha sido razón de mi insomnio.

    Eran de esas preguntas que provocan que tu cuerpo se quede estático y tu mente salga de ti y valla a otros planos del universo y de tu realidad. Pescamos posibles respuestas pero ninguna era definitiva… ¿Que es lo que nos hace Humanos? Esta es aun esa razón.

    Intente ponerme en los zapatos de un tigre, de un león, de un águila, de una hormiga, de una ballena, de una flor, de un árbol, de una nube, me transforme en niña de nuevo, quise pensar como un presidente, como un criminal, como una enfermera, también intente colocarme la lente de un robot, de una libélula; para verlo desde su punto de vista, pensé en una guerra, en una discusión, pensé en el mar, hasta me salí del planeta y vi el mundo como si fuera un extraterrestre.

    Esa pregunta fue el sonido como cuando destapas por primera vez una botella de Champagne, despertó una América que quizá tenia dormida o quizá estaba habitando en otro lugar.

    Pronto una puerta se abrió, me di cuenta que hay personas que tienen cuerpo, pero no lo pueden utilizar como Carlos o yo, existen entes que tuvieron una vida normal pero en un segundo de sus vidas cambio y dio un giro 180º, y desde hace mucho me ha intrigado una película llamada “La escafandra y la Mariposa” basada en la historia de Jean Dominique Bauby; Wow… por un momento me coloque en su escenario, fue una intensa desesperación por expresar algo, mover un dedo, girar la cabeza, decir algo con mis labios pero debido a la apoplejía(ataque cerebral), me era “imposible”, mi cuerpo y mi mente se habían separado, ahora era mi yo interior y un ojo, el izquierdo.

    Parpadeos que a este redactor de la revista francesa ELLE le enseñaron ver la vida de otra manera, el creo dos mundos, dos realidades, uno en el que estaba físicamente y el otro en su interior, era su voz la que el solo escuchaba y nadie más, se dio cuenta que además de su ojo, otra parte estaba en movimiento dentro de el; su memoria y su imaginación.

    Bailando en el archivero de su memoria encontró que muchos momentos de su vida antes del ataque cerebral; no los disfruto como debiera, pensamientos intuitivos pasaban desapercibidos, mujeres que no supo entender, oportunidades que se le iban de las manos.

    Cuando pasas la vida encerrado en el pasado, o preocupado por el futuro, tener expectativas de situaciones, sin saborear cada segundo de cada movimiento que hacemos, elegir y sentir que sonreímos, estar en cuerpo y alma cuando das un beso, mirar hacia el cielo cuando vamos a gran velocidad, abrazar a esa persona y transmitirle lo que las palabras no pueden.

    Te obsequio esa libertad de responder esa pregunta en base a tu experiencia, a tu realidad o a tu imaginación. Y aunque no te puedas mover físicamente, hay algo en nosotros que es infinito…Averígualo!

    Agradezco enormemente la oportunidad que me ha dado esta revista, pues me ha enseñado ventanas de otros mundos desconocidos para mí y me han hecho valorar mi vida y mi entorno.

     

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