LA ORDEN. O: RECETA PARA SER COBARDE
Cuando la sociedad disuelve todas sus angustias morales en lo colectivo, sólo queda la opción de una reserva rigurosa. La orden: puedes ocuparte de todos los problemas de la vida, salvo de la vida en sí como problema. La vida es, por así decirlo, un mandato. Su cuestionamiento está terminantemente prohibido por la censura. El suicidio es deserción. Ahora bien, en tales circunstancias, el arte (la literatura) que sólo procura ver los problemas de la vida en vez del problema de la vida también se convierte en un pseudoarte funcional y adaptado, en lugar de ser un arte verdadero. ¿De qué sirve aquí el talento? Es más bien una carga, un handicap. Nunca ha habido tal necesidad de un «método».
Diario de la galera. Imre Kertész.
La Cinefilia no es patriota
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