LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Saturday, September 09, 2006

MATERIAL EXTRA


LA SUTILEZA DE UN PUNTAZO
Peloteros
, la última película de Gustavo Sánchez
Largometraje

Empiezo comentando una noticia ingrata: la película Peloteros fue retirada rápidamente de las salas de provincias a pesar de ser una de las cintas más taquilleras de la cartelera en tales ciudades. ¿Por qué? Una vez más, el monopolio de las grandes distribuidoras que no quieren competencia (Hollywood bad boys) obliga a una cinta nacional a despedirse rápidamente del público. A Superman no se lo toca, ¿capisci? Ya comentaremos sobre esas empresas en otra oportunidad. Volviendo a la película, aunque ya no está en cartelera, espero que las siguientes palabras ayuden al debate sobre la realidad de nuestro cine en estos días:



Los peloteros eran unos chiquillos que, angustiados por sus crisis personales (la llegada del primer amor, la violencia familiar, etc.), desfogan todos sus ímpetus en un campeonato de fulbito. Luego de algunos avatares, consiguen alcanzar sus sueños más perseguidos, desde el honor de ser los campeones del barrio así como rozar alguna iniciación sexual. Este sencillo argumento busca dar pie a una película amena y nostálgica, que intenta hacernos pasar “pasar un buen rato en el cine”. Esta es una razón más que válida para que alguien como Coco Castillo empiece a producir su propia filmografía (Peloteros es su ópera prima). El problema surge cuando la obra empieza a presentarnos situaciones y estilos predecibles que, en lugar de entretener, nos hacen mirar repetidamente el reloj.

Desde la creación del guión, resultan evidente las intenciones de querernos hacer todo demasiado entendible y fácil de digerir: los personajes son estereotipados de inicio a fin, sin ninguna evolución (el muchacho soñador lo sigue siendo incluso de adulto; ese ser apodado Vargas Llosita, como no podía ser de otra forma, termina siendo periodista, etc.) Es decir, en líneas generales el espectador adivina con facilidad lo que vendrá después: ganarán el título, el chico besará a la chica, el matón recibirá su castigo. Y en una cinta que apela al entretenimiento, ser predecible es simplemente el peor error.

Predecible –o mejor, previsible- es también el tratamiento visual que esta obra nos ofrece. La fotografía es un caso más de teleserie filmada. La cámara sirve únicamente para registrar lo que dice el guión. Hay un leve momento donde Castillo se disfraza de Hitchcock en La Ventana Indiscreta, y empieza a husmear en el barrio pasando la cámara de habitación en habitación. Pero dura pocos segundos y se corta abruptamente. Un travelling que va a la nada. Como Tarkovski, pero sin existencialismo detrás. Fuera de eso, todo se vuelve inexpresivo, académico: Si los personajes están aburridos, la cámara está quieta. Si están nerviosos, la cámara tiembla.

En cuanto al sonido, hay escenas donde pareciera que la película no se toma siquiera el trabajo de un doblaje posterior a la filmación, sino decide utilizar su defectuoso sonido directo. En tales momentos, las voces de los personajes se mezclan con ruidos extraños, terminando por impedir cualquier esfuerzo por saber qué están diciendo. Además, cada momento decisivo del filme viene acompañado por música efectista. Si un chico está alegre, oímos una canción movida. Si otro está triste, escuchamos una tonada melancólica. Sentimos la sensación de ser conducidos, sin desearlo, a sentir algo que nunca llega a brotar naturalmente en nosotros.

La edición es funcional, de acuerdo a la toma obtenida. Y en las actuaciones, comprobamos que los actores de “trayectoria” siguen usando las técnicas del teatro en el cine, sin entender que son artes distintas. En el cine, importa más lo que el actor oculta, no lo que muestra. Un aspecto positivo: Algunos chiquillos no se ven falsos y emanan cierta ingenuidad que seguramente debido a sus cortas edades aún poseen realmente.

En resumen, la dirección falla al querer hacerlo todo tan evidente. Un ejemplo: un sueño es presentado a través de un filtro de niebla y música de ensoñación, es decir, somos testigos de lo más arcaico del arte cinematográfico frente a nuestros ojos. El afán de hacer algo “realista”, terminó por crear un aburrido artificio. Incluso la televisión ahora es más cinematográfica que películas que siguen apelando a estas viejas fórmulas. Si se quiere simplemente entretener, al menos hay que buscar un guión no previsible, unos actores sugerentes, un sonido inquietante. Es momento de entender que las fórmulas de antaño ya no sirven. Olvidémoslas.

El dirigente arma el equipo
Dicen las buenas lenguas que en nuestro medio existen dos Gustavos: Gustavo Bueno (actor) y Gustavo Malo (productor). En mi opinión y aunque no lo digan los créditos finales, el real director de películas “de fórmulas” no es sino el financista de las mismas. Peloteros y su hermana mayor Mañana te cuento parecen ceder sus decisiones más importantes al productor Gustavo Sánchez, desde la elección de actores hasta la fecha del estreno. Mendoza y Castillo, seducidos por tener cada uno su ópera prima financiada, cumplieron una labor de actores antes que de directores de cine. Fueron ejecutores de ideas ajenas y convirtieron, otra vez, el cine en mero negocio. En el segundo tiempo del mismo partido, este productor hizo algunos cambios: sacó a Melania y a Eduardo, e hizo ingresar a Maricarmen y a Coco. Empresarios como él pueden cambiar de estadio, pero siguen jugando de local.

Ojalá estos cineastas hagan mejores amistades para la próxima y no pretendan solamente gustar al espectador, adoptando los gustos de éste. En ese caso, confirmarán que únicamente desean sacarle más dinero al público. Y de la manera más grosera.
* * *


BALAS DE PLATA, CASQUILLO OXIDADO
El Chalán
, de Alberto Matsuura
Cortometraje

Gracias a su buena técnica y a sus buenas relaciones públicas, este cortometraje se exhibió antes de todas las funciones –repito, TODAS las funciones- del ciclo de Kieslowski en la U. de Lima. Esto me generó antipatías de inmediato, así que decidí que pasara el tiempo suficiente para, recién ahora, al revisar de nuevo este cortometraje, opinar con más tranquilidad:

De impecable fotografía, asombrosa producción y cierto conocimiento de lo que ha resultado ser el género western, El Chalán es una muestra de lo cumplidor que puede ser un trabajo universitario. Para empezar, por encima de sus méritos técnicos, la idea de adaptar dicho género a nuestra región (música, locaciones, el mismo personaje del Chalán) es una decisión que se aplaude. Sin embargo, sobre este acercamiento al western, a diferencia de otros misteriosos (anti)héroes del género, aquí el protagonista sonríe bonito y cabalga muy bien. Con esto, se nos fuerza de inmediato a sentir simpatía por él y antipatía por “el Cuto”, moreno personaje que vendría a ser el “villano” (nada sutil, eh). Por un lado, es atractivo como ejercicio de estilo. Por otro, nos quedamos en personajes ciertamente trillados, chatos en sus diálogos y sin mayores sorpresas en sus acciones. Basta decir que a veces vale la pena encarar un género e intentar sacarle la vuelta, estirar sus propios límites. Semejante producción para un cortometraje merece mayor vuelo. A su director, le deseamos más fondo y menos forma para el siguiente ejercicio.


Fernando Vílchez Rodríguez

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2 Comments:

  • At 3:02 PM, Anonymous Anonymous said…

    JAJAJAJA... SI GUSTAVO SANCHEZ LEYERA ESTO... AUNQUE UNA CORRECCION, PELOTEROS ES SU PENULTIMA PELICULA YA QUE MARIPOSA NEGRA ES LA ULTIMA.

     
  • At 2:36 PM, Blogger La cinefilia no es patriota said…

    Claro, pero en realidad aún creemos que Lombardi tiene la suficiente autoridad en su rodaje como para no responsabilizar a nadie más por los resultados de su filme. Aunque en la ceremonia de Conacine donde MAriposa Negra ganó, más feliz se le veía al señor Sánchez que al mismo Lombardi. Gracias por el comentario.

     

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