ALEXANDRA´S PROJECT, DE ROLF DE HEER
Lo mejor de la película, lo encontré al principio, en el prólogo: travellings sigilosos, al amanecer, mostrándonos un vecindario a lo Blue Velvet (aunque algo más frío y algo menos idílico); el sentido de un misterio, que se abre y que se esconde a la vez. Si tan buena sensación se hubiese mantenido a lo largo de toda la película, o, por lo menos, en más momentos, estaríamos hablando de algo por completo diferente.
El recurso de la cámara quieta, que encuadra, y que poco después avanza hacia su objetivo, resulta acertado, pero, con un guión tan claramente predeterminado, las delicadas posibilidades de sorpresa y expectación se diluyen sin pena ni gloria. La idea del director es como la casa en la película: un lugar cerrado.
Hay una tesis: tiene que ver con los beneficios espirituales de la venganza. ¿Sirve de algo la sesión de tortura (que ocupa la mayor parte del metraje), excepto para una satisfacción probable o una incomodidad también probable del espectador, satisfacción o incomodidad que, pudiendo ser intensas, no van más allá del melodrama superficial?
Me temo que, pese a sus pretensiones con ecos Haneke, lo que Rolf de Heer nos ofrece es una mezcla de lo que puedo ver en un reality, sazonado con una telenovela “para adultos” (carne+enredos+lagrimitas), es decir, una mostración sin poder de reflexión, sin cuestionar la conducta de la protagonista, sino plegándose a ella y nada más.
Pese a la “frialdad” del tratamiento, creo que la película no se diferencia, en esencia, de los ejemplos televisivos mencionados. Y uno entiende entonces el uso y el papel central del potro de torturas/confesionario/relleno sanitario, llamado la caja boba, para transmitirnos “el mensaje”. La fórmula. Un solo canal, un solo programa, y un solo punto de vista.
Mario Castro Cobos
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
El recurso de la cámara quieta, que encuadra, y que poco después avanza hacia su objetivo, resulta acertado, pero, con un guión tan claramente predeterminado, las delicadas posibilidades de sorpresa y expectación se diluyen sin pena ni gloria. La idea del director es como la casa en la película: un lugar cerrado.
Hay una tesis: tiene que ver con los beneficios espirituales de la venganza. ¿Sirve de algo la sesión de tortura (que ocupa la mayor parte del metraje), excepto para una satisfacción probable o una incomodidad también probable del espectador, satisfacción o incomodidad que, pudiendo ser intensas, no van más allá del melodrama superficial?
Me temo que, pese a sus pretensiones con ecos Haneke, lo que Rolf de Heer nos ofrece es una mezcla de lo que puedo ver en un reality, sazonado con una telenovela “para adultos” (carne+enredos+lagrimitas), es decir, una mostración sin poder de reflexión, sin cuestionar la conducta de la protagonista, sino plegándose a ella y nada más.
Pese a la “frialdad” del tratamiento, creo que la película no se diferencia, en esencia, de los ejemplos televisivos mencionados. Y uno entiende entonces el uso y el papel central del potro de torturas/confesionario/relleno sanitario, llamado la caja boba, para transmitirnos “el mensaje”. La fórmula. Un solo canal, un solo programa, y un solo punto de vista.
Mario Castro Cobos
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
1 Comments:
At 9:57 AM, Anonymous said…
aprendiz de brujo haneke
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