TSAI MING-LIANG'S COLLAGE
No resisto la tentación (tampoco tendría por qué resistirla, ¿no?) de transcribir estos extractos en jump-cuts, hechos con declaraciones del gran Tsai. De paso le hago propaganda a la revista española Tren de Sombras. -Como si lo necesitara-.
Entrevista(s) con Tsai Ming-liang
Todos los cuerpos son bellos
(Declaraciones recogidas el 5 de Septiembre de 2006, con motivo de la presentación de la película I Don’t Want to Sleep Alone en la competición del 63º Festival Internacional de Cine de Venecia).
Colchón. Cuando volví a Malasia en 1999, el primer ministro Tun Dr Mahathir bin Mohamad emprendió una campaña contra su viceministro Dato Seri Anwar Ibrahim. Decidió juzgarlo por varios crímenes, incluyendo la sodomía, y como prueba judicial llevaron el colchón del diputado al juzgado. Pero claro, ese colchón era bonito y caro, no como el que aparece en mi película. Mi intención al centrar la atención en el colchón, que va pasando de personaje en personaje, era que funcionase como un símbolo. Lo que quería poner en juego era la necesidad que tenemos de un colchón. Y esa necesidad se puede trasladar a muchos otros aspectos de nuestra vida. Es un tipo de necesidad que, además, nos controla. Existe una necesidad mutua entre la persona y el objeto.
Diálogo. De partida, no me fío de las palabras que se dicen en las películas. Pienso que no son reales, tampoco importantes. No es con las palabras que se cuenta una historia en cine. Por eso siempre dejo a mis actores interpretar sin palabras, sólo con sus actos, con sus cuerpos. Les libero de la palabra, para que puedan entregarse a su cuerpo. Me encantan las películas del periodo mudo. No sé exactamente en qué momento empezamos a ser tan dependientes de las palabras o de la música de fondo (antidiegética). Mi intención es eliminar esos elementos de mi cine, me parecen sobrantes.
Doble. Somos todos diferentes, pero de algún modo también todos nos parecemos. Somos únicos, irrepetibles e independientes, pero siempre tenemos algo que nos puede conectar con los demás. Así que decidí dejar a Lee Kang-sheng interpretar dos personajes, el vagabundo y el enfermo. Y me gusta pensar que si esos dos personajes se encontrasen sería como si se estuvieran mirando en un espejo y entonces nos preguntaríamos: ¿Cuál es el vagabundo y cuál el enfermo? Quién sabe.
Fisicidad. Solemos vivir una cierta ilusión con respecto a nuestros cuerpos, una ilusión que al romperse nos provoca un profundo miedo. El cuerpo es algo temporal, que no dura demasiado tiempo y sobre el que no tenemos un control absoluto. Envejecemos, nos enfermamos, morimos. Por eso me interesa tanto el cuerpo. Me interesa observar los cambios, desde los movimientos que se pueden capturar dentro de una escena hasta los cambios que, con los años, puedes detectar en un actor cuando lo observas de una película a la siguiente. Nuestro cuerpo es como la vida, no podemos ejercer un control total sobre el mismo. Y a veces somos estúpidos, porque no nos damos cuenta de ello. Creemos en una especie de inmortalidad o juventud eterna. ¡Ah! Y lo más importante: pienso que el cuerpo es algo bellísimo, independientemente de la edad o el sexo, todos los cuerpos son bellos.
Malasia. Llevo unos veinte años viviendo fuera de Malasia. Yo nací allí, pero hasta ahora no se me había ocurrido volver para filmar una película, sobretodo porque se trata de un país bastante conservador y siempre me resultó más fácil plantearme trabajar en Taiwán. En 1999, sentí la necesidad de abandonar Taiwán por un tiempo y decidí pasar un año en Malasia, y en ese tiempo me di cuenta de que el país estaba viviendo un proceso de transformación. Se podía detectar una nueva atmósfera que estaba surgiendo de una cierta confusión política y social. Lo más importante de todo es que en aquel momento había muchos trabajadores extranjeros viviendo allí. Eso era algo completamente nuevo para mí, me impresionó mucho y sentí que quería saber más sobre esos hombres que debían iniciar una vida lejos de su país. Hacer I Don’t Want to Sleep Alone ha sido una manera de acercarme a ellos.
Por otra parte, en mi opinión, todos nosotros, como seres humanos, tenemos el impulso natural de marcharnos, escapar, abandonar lo conocido para luego regresar. Con esta película he realizado el camino de regreso a mis orígenes.
Mujer. Se suele comentar que en mis películas las mujeres juegan un papel un tanto pasivo, pero no estoy nada de acuerdo. En I Don’t Want to Sleep Alone las mujeres son los personajes más activos. La dueña del local es una mujer fuerte e independiente que controla y dinamiza todo lo que tiene alrededor. Y luego la camarera también tiene mucha iniciativa. Ella quiere poseer al protagonista, acostarse con él, y actúa en esa dirección. Aunque, en el fondo, pasa lo mismo con los hombres. La condición sexual es algo bastante anecdótico en mis películas. Creo que todos poseemos una doble naturaleza, hay algo de masculino y femenino en nuestro interior. Por ejemplo, si prestas atención al personaje de Norman (Atun) verás que se comporta como una madre con Lee (Kang-sheng).
Perversión. Hay tantos directores talentosos que me han influenciado que me cuesta muchísimo citar unos pocos. Lo que sí tengo claro es mi impresión de que a partir de los 80 el mundo del cine ha cambiado drásticamente. Cada vez está más orientado hacia el mercado. Por tanto, si tuviera que elegir a los autores que más me han influenciado, los buscaría en la década de los 70 o antes. Pienso en Bresson, Fassbinder, Antonioni, Fellini, Truffaut... Kieslowski también. El regalo más grande que nos entregaron estos directores fue la certeza de que el cine es un arte libre. La única posibilidad a la hora de crear es expresarse con libertad. No me puedo imaginar hacer cine pensando en el público o en la taquilla, esa es una perversión del arte.
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
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