BINOCHE-KIESOLWSKI / CRÍTICA DE NO AMARÁS
No desearás a la mujer de tu prójimo (No Amarás)
Versión larga del Capítulo 6 del Decálogo, No desearás a la mujer de tu prójimo se presenta, ante todo, como “una nueva mirada” a propósito del voyerismo, esa metáfora por excelencia del arte cinematográfico. La historia se articula alrededor de un dispositivo simple, muy básico. Un joven empleado postal, que se llama Tomek, observa la vida íntima de la mujer que vive en el conjunto habitacional de enfrente, que se llama Magda; este acto voluntario remite a “La ventana indiscreta” y, en general, a esa obsesión por “los juegos de miradas”, que caracterizó a la obra de Hitchcock. Trazar este paralelo, sin embargo, no significa que la influencia del Maestro del Suspenso sobre Kieslowski haya sido directa. En realidad, este último se relaciona muy estrechamente con sus personajes y los filma, “en primera persona”, sin mayores referencias externas.
Relato incisivo y sensible, No desearás a la mujer de tu prójimo, como su título lo indica, es una anécdota de separación y de atracción, la historia de un amor frustrado, impedido, que se construye a través de la distancia, el contratiempo y la reciprocidad imposible. Al principio, un furtivo Tomek observa el culo y los gestos de Magda —en especial, observa sus relaciones íntimas con amantes de paso—; su mirada puede detenerse en una mujer bella y libre, un tanto depresiva, que interpreta, con gran elegancia, la sensual Grazyna Szapolowska, a quien Kieslowski ya había utilizado, como trágica heroína, en Sin fin (1985). Pero, el joven fisgón no se contentará con observarla, también intentará influir en la vida de la mujer, e, incluso, merced a subterfugios patéticos, tratará de manipularla. Es la posición dominante, esencialmente masturbatoria, de un adolescente escondido y refugiado tras un telescopio.
Esta organización rígida de un espacio-tiempo esencialmente mental vuela en pedazos cuando Tomek sale de su madriguera y declara su amor. La violenta sinceridad del joven toma por sorpresa a Magda. Con todo, ella acepta cambiar las reglas del juego y rompe, así, metafóricamente, el hielo que hasta entonces los ha separado. El dispositivo básico de la historia “se pone en peligro”, pues la carga sexual y afectiva de Tomek se revela inesperada, poderosa.
Resulta difícil establecer con qué momento preciso del Decálogo se relaciona esta suerte de cuento moral sobre solitarios. A medida que la historia se fractura, la semejanza entre Magda y Tomek se torna cada vez más perceptible. Abandonados a sus pulsiones, desérticos en el plano afectivo, el joven fisgón y la mujer se acercan e intercambian sus posiciones iniciales. Un trastorno espacial y mental, que Kieslowski filma con gran maestría, de la manera más concreta posible.
En pocas ocasiones, como en No desearás a la mujer de tu prójimo, Kieslowski armonizará su mirada cruel de entomólogo con la intensidad afectiva de su material dramático. Brillante, precisa, sutil, elegante y depurada en extremo —aunque la variación de miradas y de ejes colinde con lo barroco—, la puesta en escena de Kieslowski logra materializar el más pequeño cambio de ánimo, el menor vuelco sentimental de los personajes. Las variaciones rítmicas se sutilizan y se corporizan, ante los ojos del espectador, y, de esta suerte, su capacidad de identificarse con tal o cual personaje se activa irremediablemente.
Aquí no hay rastros de ningún “súper yo” sociopolítico, aquí se explora una región a la que muy pocos cineastas han osado asomarse, la intimidad. De una manera personalísima, en un solo filme, Kieslowski concilia a Hitchcock con Bergman.
Adaptación (muy libre): Carlos Zevallos Bueno
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
1 Comments:
At 9:56 PM, Anonymous said…
se ve binoche no entendió que azul trataba de un gran bloqueo emocional.
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