DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE
En Rosetta (1999), al concentrarse en un personaje-emblema la posibilidad de identificación aumenta considerablemente. La ecuación ella=la película, me lleva a pensar que Rosetta podría ser prima de las chicas de La vida soñada de los ángeles, de Eric Zonca. Amamos, no solo en Rosetta, que los personajes se persigan, que huyan, unos de otros, y lo que vemos con sentimientos encontrados es que la pobre Rosetta es más transparente, estamos más cerca de sentirnos en su piel, y además es una chica. Soy Rosetta, tengo un trabajo, llevo una vida normal, he hecho un amigo. Momento memorable, en que antes de dormir, Rosetta pronuncia, palabras más, palabras menos, esto, en lugar de o como una oración… El encanto inocente e impúdico y pudoroso de esta escena es algo conmovedor.
He visto luego de un tiempo El Hijo (2002) y mi impresión es rica, mixta. Es de satisfacción, primero, por el rigor de la historia, la justeza de cada escena, una tras otra, una tras otra (aunque me pregunto si en realidad la película es tan dura como a primera vista parece) y de apreciación clara de límites, por ejemplo en la interpretación del protagonista. Detecto algunos trucos, como el de perder peso (me refiero al protagonista, Olivier Gourmet), entreabrir la boca repetidamente y dejar que se vean sus dientes, algunos movimientos de sus manos, etc., para que se le vea más blando y “débil”, detalles que me parecieron ahora (segunda vez que veo esta película), subrayados, poco disimulados para alguien familiarizado con este estilo. Para decirlo rápido: veo al actor, no al personaje. Veo el cumplimiento de indicaciones, no la película.Olvidando eso, los siete minutos finales me siguen encantando, ver cómo todo se define de una manera física, eso me gusta. La emoción pura y la acción pura y la utilidad del mínimo diálogo. La clásica persecución marca Dardenne, tienen que revolcarse, ensuciarse, agredirse el uno al otro. El contacto es contrariado y con tintes destructivos pero catártico y si no soluciona el conflicto lo encauza post explosión. Y un corte seco y brutalmente sublime. Acabó la película.Los cuerpos oprimidos por cárceles interiores y exteriores, buscando el ansiado contacto. El mundo, el enemigo. No es Bresson, pues lo metafísico está ausente, a lo más, lo que hay es una emoción emergiendo directamente de la materialidad, del aparente seguimiento documental, de la aparente ausencia o minimización de la trama. Estas películas edifican plataformas restrictivas de la emoción, hasta que éstas explotan, en algunos momentos privilegiados. La iluminación de lo que tenemos por gris no es una empresa necesariamente gris.En El Niño (2005) no sé si sea casual ver al mismo protagonista, (que ya no es casi un niño –como cuando actuó en La Promesa- pero en sentido mental su personaje sí que lo parece) vendiendo a su propio hijo como si fuera un inmigrante intercambiable, ahí siento que se cierra un círculo. No sé qué harán los Dardenne a partir de este punto. Los espero impaciente.Mario Castro Cobos
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
posted by La cinefilia no es patriota @ 2:13 PM
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