MADEINUSA - LA PROFECÍA
La profecía de Emilio
Los cineastas tienen que buscar la alternativa de las coproducciones que permitan sumar recursos financieros y abrir la posibilidad de exhibición de las cintas en otros países, con los riesgos de "desnacionalizar" el producto, volviéndolo más estándar, o, por el contrario, vendiéndolo por su "exotismo latinoamericano", lo que supone trajinar una serie de tópicos que van desde la espectacularización de la violencia y la pobreza de las ciudades y barrios marginales, hasta un "realismo mágico" estereotipado y esteticista.
Emilio Bustamante. Artículo Retratos de Familia. El cine en los países andinos.
14 Comments:
At 11:35 PM, Anonymous said…
Vi la pelicula durante el International Film Festival en Chicago donde radico actualmente. Esta pelicula es buenisima. Es autentica aun cuando es pura ficcion. Esta basada en historias andinas pero con exageracion. Los peruanos deberian saber eso mejor que nadie. Hay mucho simbolismo que representa el deseo de una joven por lograr un sueno no importa como lo consiga y el hecho de como los peruanos tienden a mirar hacia lo foraneo. Aprecio mucho los elementos naturales y el paisaje de los andes.
At 12:41 PM, La cinefilia no es patriota said…
Claro, la chica no parece saber siquiera por qué se llama como se llama y tampoco parece saber lo que significa su nombre, que no es un nombre, o sea que "no debería llamarse así".
Su propio nombre podría estar entonces diciendo entre otras cosas que ella no pertenence a ese lugar. La pieza que falta la conocemos desde el principio. La ausencia de la madre, que se fue a Lima. Uno puede darse cuenta con relativa facilidad de que ella hará lo mismo.
Yo lo que vi fue un enorme decorado (el ande y sus pobladores) al sevicio de una historia tan pequeña: una chica que busca otra cosa, que no está en su familia. Y por eso se va. Muchos han hablado mucho de muchos símbolos, es fácil, no sé, mirar un papelito en el suelo y elevarlo a la categoría de símbolo, ahí exageran de una manera asombrosa, y puedes leer lo que pensamos acerca de eso, y no negarás que nos hemos dado el trabajo de pensar un poco.
En fin, si algunos la vieron auténtica y otros falsa, y cada quien es auténtico en decir lo que vio, lo que queda es o hablar de otra cosa o intentar argumentar sobre la base de percepciones y descripciones del objeto. Optamos por lo segundo.
Apreciamos tu opinión en medio del paisaje perceptivo, contradictorio y complejo, que más allá de la película nos lleva a la reflexión sobre qué cine queremos o esperamos. Gracias por escribir. Y saludos a los peruanos y latinos en Chicago.
At 3:01 PM, Anonymous said…
ay x favor. ya fue!!!!!!!! dejen de hablar tanto de esta pelicula. a los q nos parece q es mala, pues ya no tienen nada nuevo q decirnos; y a los q no; es su opinión y ustedes no son nadie para cambiársela.... hablen de otras cosas x favor. YA ABURREN CON ESTE TEMA!!!!!!
At 4:12 PM, Anonymous said…
ja ja ja... tienes razón, ximena...
ten por seguro que estamos preparando otras cosas. nos perdonas? sí?
At 1:14 AM, Anonymous said…
ahora puden hablar de la prueba
At 11:55 AM, Unknown said…
hablen de Goodbye, Pachacutek! por favor! jajaja
At 2:48 PM, Anonymous said…
Si, por favor. Me muero de ganas de que comenten La Prueba. La he visto 2 veces.
Tengo algunas ideas muy claras sobre esa pelicula y tengo ya escrita casi una pagina entera de comentario.
Pero no se las voy a mandar todavia porque sino la van a criticar horrible solo por darme la contra.
xxx cinematograficos,
luisa21
At 11:46 PM, Anonymous said…
Hola, Luisa21.
Estamos en cura de sueño luego de hablar tanto de películas peruanas.
Buen timing. Justo estamos en busca de plumíferos que se encarguen de comentar La Prueba.
Si quieres, en cuanto lo tengas listo, puedes enviar tu texto a: lacinefilianoespatriota@yahoo.com
Juramos públicamente que no haremos origami con tu artículo. Si quieres espera a que colguemos el primer artículo sobre La Prueba (que no será escrito ni por Fernando ni por Jesús ni por mí). Así verás que no te estamos tomando el pelo.
Saludos, y seguimos en contacto.
At 12:04 AM, La cinefilia no es patriota said…
Me la pones difícil. Entre Bañeros 3, con Luciana Salazar, que ya se viene, y Goodbye, Pachakutec... Por lo pronto mañana jueves veré El séptimo continente, de Michael Haneke (Armendáriz 445, Miraflores, cine-club de la Cayetano Heredia, 7pm. Ingreso libre.)
At 3:36 AM, Anonymous said…
Estimados colegas, quisiera hacer algunos comentarios sobre sus respuestas a mi nota anterior:
1. La profecía. La cita que hacen a un artículo mío, presentándola como una profecía se realiza fuera de contexto. Tal como se halla en el blog, la cita parece más una prescripción que una profecía. No es ni lo uno ni lo otro. Si se lee el párrafo en su contexto se comprenderá que me refería a lo que había sucedido en la cinematografía de los países andinos en los años noventa. Por supuesto, lo que describo puede seguir ocurriendo en la primera década del 2000; pero no se trataba de una profecía ni mucho menos de una prescripción.
2. Tarkovski y la responsabilidad. Creo que todos admiramos a Tarkovski, pero eso no quiere decir que necesariamente suscribamos todas sus opiniones. En realidad, varios de los pareceres expuestos en Esculpir en el tiempo, son discutibles. Un maestro no es un dios, ni su palabra santa. Concuerdo en que un artista debe actuar con responsabilidad, pero cuando se le añade (con comillas o no) el término “penal”, empiezo a desconfiar. ¿Quién determina la responsabilidad del artista?, ¿el Estado?, ¿los críticos convertidos en comisarios de la cultura? Recordemos que Heberto Padilla, Guillermo Cabrera Infante y Reinaldo Arenas, entre otros escritores y artistas cubanos, fueron considerados alguna vez irresponsables. Lo fue el propio Tarkovski en la URSS, donde sus censores pensaron, seguramente, que sus filmes podían ser “mal entendidos” por las masas y corromperlas. Padilla, Cabrera Infante, Arenas y Tarkovski, acabaron en el exilio. Otros murieron en campos de concentración o desaparecieron misteriosamente (como Meyerhold) por “irresponsables”. En realidad, pagaron por ser, precisamente lo contrario: responsables consigo mismos y sus obras, que es la única manera de ser responsables con sus destinatarios. ¿El artista debe ser fiel a la “ideología correcta” o a sus propias representaciones? ¿Cómo será más auténtico? ¿Tratando de complacer a los mandarines o siendo fiel a sí mismos, creando obras consistentes, por muy ideológicamente “erradas” que sean para otros? El mismo Tarkovski termina por reconocer que la “única comunicación adecuada con el espectador es ésta: permanecer fiel a sí mismo” (en el mismo capítulo “Sobre la responsabilidad del artista”). Si Claudia Llosa se representa a los Andes como las imágenes de Madeinusa lo indican, ¿no estará, acaso, siendo fiel a sí misma?; ¿no estaría, en cambio, traicionándose (y traicionando a sus receptores) si quisiera hacerles creer que se representa a los Andes como una devota indigenista?
3. La falacia. El señor Pacheco dice en su respuesta: “reconozco que su ‘temor’ de que bajo las críticas ideológicas subyazcan posturas paternalistas, autoritarias o censoras tiene una parcial justificación histórica y social (...), pero no lógica”. El señor Pacheco parece creer que yo he afirmado que todas las críticas ideológicas son paternalistas. Yo jamás he afirmado eso. Además, yo no me he remitido a las críticas ideológicas en general, sino a las críticas a Madeinusa, en particular. En el propio fragmento al que alude el señor Pacheco me refiero a “varios de los críticos de Madeinusa” (no a todos), y cuando menciono que hay objeciones ideológicas mal sustentadas respecto al filme, aclaro que son, en mi opinión, la mayoría (no todas). Constatar que varios peruanos son católicos, no me lleva a concluir que todos los peruanos son católicos; si digo que la mayoría lo son, estoy admitiendo que hay una minoría que no lo son. Eso es algo que debería ser obvio para el filósofo Pacheco.
4. Los efectos del cine en el público. Cuando yo me refería a críticas paternalistas que llevan implícitas una censura inquisitorial estaba pensando en las de Wilfredo Ardito (que “sugiere” a Claudia Llosa disculparse por haber hecho la película) y Pilar Roca (que plantea la posibilidad de recurrir a la Defensoría del Pueblo para que Conacine no premie a proyectos como el de Madeinusa). Los críticos de La cinefilia no es patriota, sin embargo, se sienten aludidos, y lo lamento, pues reconozco que hay suficiente distancia entre las posiciones de Ardito-Roca y las de ellos. Sin embargo, en las respuestas de los críticos Vílchez y Pacheco se insiste en el temor a que el espectador sea “engañado”. Al respecto quisiera hacer una reflexión. Creo que ha quedado claro que no considero que toda crítica ideológica sea paternalista; pero sí que el paternalismo conduce a la censura, y que el crítico que lo practica es, potencialmente, un comisario cultural. Si yo trato a los espectadores como menores de edad a los que hay que cuidar, puedo, como un padre, y, en determinadas circunstancias (una dictadura, por ejemplo), arrogarme la facultad de decidir qué pueden ver y qué no. Si, en cambio, asumo que los espectadores son personas iguales a mí, que carecen de cierta información, pero poseen otra que yo no tengo, buscaré establecer un diálogo con ellos, no desde una posición de autoridad y de velador de sus conciencias, sino desde la de un semejante que busca un intercambio enriquecedor. Obviamente, en ese caso, no me consideraré investido de ningún poder que me permita decidir qué se debe ver y qué no. Prejuzgar los efectos que una película pueda tener en el público es, también, aventurado. El estudio de los efectos del mensaje en el espectador, es una disciplina compleja. Un espectador no necesariamente queda inoculado con el virus ideológico de un filme, y el crítico no necesariamente tiene la vacuna con “la posición correcta” para salvarlo. Generalmente, el espectador usa el filme de múltiples maneras, no sólo decodificando sino resemantizando los mensajes de acuerdo al contexto, su experiencia, su información, sus sistemas de significados, valores, conocimientos y necesidades. Estoy de acuerdo (¿cómo no estarlo?) con que se debe brindar al espectador informaciones y puntos de vista variados respecto del filme para que él saque sus propias conclusiones; pero también creo que debemos tener en cuenta que el espectador tiene puntos de vista propios sobre el filme. El espectador no es un recipiente vacío. Habría que evitar que el eje informado-ignaro remita al de benefactor-víctima: “Yo te voy a ilustrar para que no te engañen”. Habría que guardarse de asumir la misma actitud que se critica en Madeinusa: la asunción de una representación del otro a partir de prejuicios.
5. El pequeño desliz. En su texto el señor Pacheco plantea la existencia de ideologías falsas, con lo que da a entender que existen también ideologías verdaderas (¿o una ideología verdadera?). Días después admite que ha cometido un desliz al equiparar idea con ideología, fruto, según él, de una “rara mezcla entre indignación y sueño”. (Por cierto, espero no ser yo el causante de ese estado; nada más lejano de mis intenciones que causarle indignación y darle -o quitarle- el sueño al señor Pacheco). El autor sugiere a continuación una “pequeña corrección” a su texto: “en vez de decir que ‘una ideología es considerada falsa’ habría que decir que ‘una idea o una serie de ideas centrales dentro de esa ideología son consideradas falsas’. Por lo demás –añade-, toda la argumentación de mi texto se sostiene a pesar de este pequeño cambio”. El cambio, sin embargo, no es pequeño; más aún, si se está hablando de autoritarismo y es históricamente común a los sistemas autoritarios considerar que existe sólo una ideología correcta y verdadera. Pero lo curioso es que esa no es la única parte del texto donde el señor Pacheco se refiere a una supuesta “ideología falsa”. Líneas arriba se puede leer: “Nos parece legítimo sentir el temor de que una película ideológicamente falsa pueda “engatusar” a los espectadores” (Ojo, dice: “ideológicamente falsa”; no “con ideas falsas”). Y también: “Considerar falsa una idea o una ideología conlleva necesariamente a no desear que esa idea o ideología sea aceptada por otros” (otra vez equipara idea e ideología). Esta evidente reiteración en el error me lleva a pensar, por un lado, que el señor Pacheco estuvo más cansado e indignado de lo que cree cuando escribió ese texto; pero también a preguntarme, por otro lado, si aquello que él considera un desliz no es acaso un síntoma.
6. El racismo recargado. Admito que es posible que Madeinusa refuerce prejuicios en algunos individuos, pero no sé si lo hace sustancialmente más que otras películas. El público del cine Alcázar al que el señor Pacheco alude no necesita reforzar sus prejuicios con Madeinusa. Lo puede hacer con Madeinusa, Jarjacha o Gregorio. Cuando vi Jarjacha de Palito Ortega Matute en una sala limeña, un grupo de jóvenes que bien podrían ser habitúes del cine Alcázar (aunque el local no fuera exactamente ese), se sentó detrás de mí. Durante casi toda la proyección los jóvenes se burlaron del modo de hablar de los pobladores andinos, de sus creencias y costumbres. ¿Podemos decir por eso, categóricamente, que Jarjacha refuerza el racismo? Repito, los receptores suelen dar distintos usos a los mensajes que consumen. A ustedes, por ejemplo, amigos de La cinefilia no es patriota, Madeinusa no les ha reforzado su racismo sino su antirracismo y su espíritu crítico; cosa que celebro.
7. El conocimiento y el lenguaje. Mario Castro dice en una respuesta a un lector del blog que Claudia Llosa tendría que adquirir más conocimiento del mundo andino si quiere hacer una película más eficaz que Madeinusa; y que Melinton Eusebio, por su parte, tendría que aprender más del lenguaje cinematográfico para “hablar también más eficazmente de un mundo que acaso sí conoce”. Yo insisto en algo evidente: tanto Madeinusa como Jarjacha: el demonio del incesto son ficciones, es decir, productos construidos en base a la imaginación y a referentes internos; el arte no es reflejo de la realidad (¿no está claro eso después de tanta discusión?). Admito (¿cómo no hacerlo?) que se puede emitir un juicio negativo sobre Madeinusa o cualquier filme, pero no me parece nada convincente que se haga sobre la base de la “incorrecta” correspondencia de la ficción con la realidad, o de la falta de conocimiento del cineasta de la “realidad”. No sé si Mario está de acuerdo con los “responsables” críticos cubanos que condenaron a Soy Cuba por no “reflejar” el país, y que acusaron a Kalatozov de haber visto La Habana sólo desde la ventanilla de un automóvil. Creo, además, que un mayor conocimiento del mundo andino no modificaría necesariamente, de manera sustancial, la representación de Claudia Llosa sobre los Andes. Existen antropólogos (algunos católicos conservadores entre ellos) que han estudiado durante años al mundo andino, y que tienen una representación semejante a la de Claudia Llosa (los Andes son el atraso, la barbarie, etc.). El conocimiento no es ajeno a la ideología. En cuanto al aprendizaje de lo que llamamos el lenguaje cinematográfico, tengo un par de interrogantes: ¿Se trata de aprender lo que llamamos “lenguaje cinematográfico” para hacer películas más “eficaces”, como parece sugerir Mario, o de crear un nuevo lenguaje que sea capaz de revelar universos aún desconocidos en el cine peruano? ¿O, quizá, de aprender eso que llamamos “lenguaje cinematográfico” para romper sus reglas y crear otras que se adecuen mejor a ciertas necesidades expresivas? Y así, volvemos a las preguntas finales de mi texto anterior, que han sido respondidas por el crítico Fernando Vílchez y, en parte, por las citas que La cinefilia no es patriota ha puesto en su última entrega. Creo, como Fernando, que sí es posible crear un nuevo lenguaje, y tengo, como él, la esperanza de que el cine peruano que aún no existe sea aquel capaz de crear ese nuevo lenguaje que exprese a peruanos que sí existen.
8. Considero, por mi parte, cerrado el debate sobre Madeinusa (que ya ha cansado a varios). Pero estimo que el diálogo sigue abierto en lo que respecta a otras películas de reciente estreno, como La Prueba; o de próximo estreno, como Mariposa Negra.
Gracias por sus respuestas y por permitirme emplear nuevamente este espacio.
Emilio Bustamante
At 10:29 AM, La cinefilia no es patriota said…
Hola Emilio,
con respecto a tu "profecía" o "prescripción" (o ni uno ni lo otro), releemos el párrafo y si bien es cierto que hablas de otros momentos del cine nacional, pueden perfectamente aplicarse al siglo XXI. Al año 2006, para ser más precisos. ¿No deja de tener actualidad, no?
Sobre los otros puntos, cada redactor tendrá algo que decir en sus "Comentarios" respectivos.
Te agradecemos las aclaraciones en varios puntos y, sobre todo, tomarte un tiempo para mantener este diálogo que, también por nuestra parte, lo consideramos cerrado. Aunque el tema del cine peruano seguirá siendo el principal tema de este blog.
Saludos nuevamente, Emilio.
At 10:00 AM, Anonymous said…
les aconsejo leer el articulo de Rafo leon llamado MADEINESHIA que apareció en el último número de la revista Somos. Parece que los ha leído.
At 2:55 PM, Anonymous said…
Estimado Topo.
El señor Rafo León podrá tener puntos de vistas semejantes a los nuestros sobre Made, pero -al menos yo- marco distancias con ese personaje. No me creo del todo su afanosa preocupación hecha ahora. Y hay lecuras más atractivas que la revista Somos. Por ejemplo, esta discusión sin fin entre el cinéfilo Jesús Pacheco y el crìtico Emilio Bustamante, artículos más abajo. Saludos. F.
At 10:29 PM, Anonymous said…
Madeinusa me gustó precisamente porque me cuestiona a mí mismo.
Yo, que soy cholo y negro, termino por ser ese blanco racista y parametrado de la película -no el que protagoniza la historia, sino el que está detrás del lente-. Madeinusa está dirigida a mí, y eso me da terror. Por eso decía que es un thriller psicológico.
En este Perú, yo soy parte del problema. Yo soy el problema. Y la víctima final del mismo.
Y por mucho que trate de disfrazarlo con lindas postales andinas de "nuestras relajantes excursiones descubridoras de los nuestro", de nuestro paso armonioso por esos parajes, no termina de cuajar que hay ahí todo un mundo que no entiendo.
Ni siquiera necesito pisar "Eisha". O escribir en la revista Somos en un famoso "test" que lo que más desprecio es al hombre, y que mi mejor amigo es mi perro.
No. Básteme recordar mi incapacidad casi diaria para relacionarme con el pandillero, con el chofer de combi, con los organizadores de fiestas patronales que me tienen despierto toda la noche entre cohetes, música tropical, borracheras y peleas sin fin.
Básteme escuchar a los amigos o familiares que vienen del extranjero, renegando de la mala imagen que se tiene de los peruanos, por culpa de los peruanos, por repetir esas mismas fiestas bravas que no me dejan dormir allá también, o por su propensión a ser arrestados en plena ejecución de actos delictivos.
O escuchar las aventuras que tiene que pasar algún amigo capacitador de una ONG para que los pobladores de la sierra prefieran ir a la posta y no al chamán.
Entonces, no es que desprecie al otro. Es que no lo entiendo, y me parece que estoy muy lejos de entenderlo, y eso me arrastra a un inevitable conflicto, que estalla en mi cara cuando no me permiten entrar a una linda discoteca miraflorina por mi linda cara, ajena a sus patrones estéticos y cercana a los de quien sigo sin entender.
Eso, precisamente eso, todo eso, es lo que me revela la película, y por eso me gusta.
La veo y no le exijo soluciones. Observo sí que me ha dado un sacudón, un sacudón que me obliga a reparar en lo que antes prefería evadir.
Tal vez estoy viendo demasiado. Pero esa es la sensación que me produce.
No creo que una película esté hecha para ser elogiada.
Una película está hecha para ser vista. Y comentada según tu parecer entre quienes puedan sentirse interesados en saber de esa opinión.
Claro, en un mundo donde el propio criterio es una rara cualidad, se debe tener mucho miedo con las iniciativas personales, y mucho cuidado con las opiniones. Si no se es políticamente correcto, si no se sigue los mismo patrones éticos y estéticos de los iluminados, las élites y el estándar (en ese orden), se está en peligro de parecer anticool y quedar mal con los amigos, o con todas esas personas a quienes estamos obligados a impresionar.
Fuera de eso ¿qué?
Leía en la revista Butaca que acaba de sacar el Centro Cultural San Marcos dos cosas que llamaron mi atención.
La primera era un artículo en el que se intentaba discernir si Madeinusa era una película muy buena o una muy mala. ¿Es eso todo? ¿O das aportes para una nueva estética dentro de la cinematografía peruana o apestas?
Y lo otro era una artículo donde se felicitaba a la crítica por lograr que El Código Da Vinci fuera un fracaso. Francamente... Una película fracasa en la taquilla por ser mala a los ojos del público. Lo otro es darle demasiadas alas a la crítica.
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