LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Monday, October 09, 2006

MADEINUSA DIÁLOGO


TUKUY MADEINUSAMANTA
Conversación entre los cinéfilos Jesús Pacheco, Mario Castro Cobos y Fernando Vílchez


JP: El debate que se armó sobre la película Madeinusa nos reveló inicialmente dos posiciones extremas e irreconciliables. Por un lado, estaban los que creían que una obra de arte sólo puede merecer un juicio estético y que cualquier otro juicio ( moral, ideológico, etc.) violenta la autonomía de la obra y del artista. Por el otro, estaban los que sostenían que una obra de arte no sólo es factible de juicio estético, sino también de otros tipos de juicios, sobre todo del moral e ideológico, y que si estos tipos de juicio resultan negativos, es decir, si la obra es juzgada como inmoral o ideológicamente peligrosa, en consecuencia el juicio estético que se haga sobre la obra también resultará negativo, es decir, resultará ser una mala obra de arte. Ahora bien, entre estas dos posiciones extremas al final parece que se llegó a una posición intermedia y que paso a citar en palabras del crítico de cine Emilio Bustamante: “Creo que se puede discutir la ideología de un filme, se puede ponerla en evidencia, se puede expresar un desacuerdo con ella; pero no descalificar a la película en cuanto objeto artístico por ella, y menos inventarle defectos formales y narrativos porque no compartimos la visión del mundo que trasluce. Si fuera así, tendríamos que descalificar a El nacimiento de una nación, Olympia y Octubre. Ya Susan Sontag destacó el fascinante fascismo de las obras de Leni Riefenstahl; no por fascistas menos fascinantes que los filmes de Eisenstein.” En otras palabras, desde esta postura intermedia, una obra de arte es factible tanto de un juicio estético como de un juicio moral e ideológico, pero ambos juicios son independientes, el resultado de uno no puede influir en el del otro.


FV: Acabo de ver una vez más El triunfo de la voluntad y estoy completamente de acuerdo contigo –o con Bustamante, en este caso-. Me sigue pareciendo una obra fascinante. Pero si nos topamos un ratito con la sociedad en que vivimos, y esta no es una razón decimonónica, hablamos de una obra que además congrega a grupos neonazis en ciertas ciudades del mundo. No me malentiendas, yo disfruto esa película pero supongo que para alguien con ascendencia judía será algo más complicado que eso (además, Bustamante desliza la siguiente idea: que las críticas cinematográficas a las películas solamente aparecen porque no compartimos su ideología, conclusión apresurada, en mi opinión). Por otro lado, hace unos días el cineasta Augusto Tamayo, ex profesor nuestro, soltaba un ejemplo algo inocente que cito a continuación:

“Si se retrata a un sueco violador y asesino en un filme, nadie en su sano juicio sostiene que se está denigrando a los suecos en su totalidad o se está sosteniendo que todos los suecos son violadores o asesinos”. Es cierto, nadie pensaría que la sociedad sueca sea así, pero supongo que algo tendrá que ver el hecho de que nadie tiene un prejuicio de ese tipo sobre la sociedad sueca. En cambio, si salimos de Suecia y regresamos a nuestro Perú, sí existe un prejuicio sobre las comunidades andinas y desde siglos atrás, ¿no crees? Y la mirada de esta película refuerza en el inconsciente colectivo estos prejuicios, quizá no a nosotros pero sí a un grupo de personas que simplemente creen lo que ven en los medios. Escuchas voces del público durante las proyecciones y esto es innegable.

JP: Para complicar un poco más tu ejemplo sobre El triunfo de la voluntad: supongamos que este judío vive durante la Alemania nazi y ve esta película, la indignación que sentirá será mucho mayor a lo que sentiría un judío actual, sin embargo, eso no significa que necesariamente tenga que tener un juicio estético negativo sobre la misma, es más, su juicio estético positivo puede contribuir a fortalecer su juicio moral negativo, es decir, puede darse cuenta de que el inmenso peligro moral de la película reside en que está muy bien hecha, en que es un todo coherente y poderoso que tiene como único fin fortalecer la ideología nazi, puede darse cuenta de que la película es tremendamente inmoral por ser muy buena obra de arte.

Ahora bien, aunque esté de acuerdo con la posición intermedia de Emilio Bustamante, creo que el asunto con Madeinusa es más complicado. Recuerdo haber escuchado hace unos días en El placer de los ojos a Jorge Ballón decir que al salir de ver la película tuvo que consultar con un amigo antropólogo para saber si lo representado en la película sucedía en la realidad o no. Si Jorge Ballón, profesor universitario, tiene que consultar con un experto para distinguir entre lo que es realidad y lo que es ficción, qué podemos esperar del espectador común y corriente que tiene menos cultura que él. Lo más probable, dado que estamos en una sociedad donde el racismo hacia el indígena y la ignorancia sobre lo que sucede en el Ande está muy extendida, lo más probable es que ese espectador juzgue que aquello que está en la película sucede efectivamente en la realidad, tomando en cuenta que además no cuenta con un antropólogo a la mano que le absuelva las dudas.

Ahora, se me podría decir: “Esto no es un defecto de la película sino de los espectadores, el problema es que ellos deberían tener mayor cultura y mayor preparación para poder distinguir entre lo que es realidad y lo que es ficción.” ¿Es cierto esto último? ¿El problema son (somos) los espectadores incompetentes que no saben(sabemos) distinguir entre realidad y ficción? Me parece que no es tan simple el asunto. Creo que también es un defecto de la obra, y un defecto estético, no ideológico. Si recordamos la primera escena de la película nos daremos cuenta de que el estilo de filmación es básicamente el de un documental realista convencional: el movimiento sereno de la cámara busca describir la actividad cotidiana de Madeinusa, cómo realiza sus labores en la cocina, cómo se lava las manos, cómo se pone los guantes para salir a echar veneno alrededor de la casa, etc. Y así a lo largo de toda la película, uno esperaría que se hubieran usado los elementos del lenguaje cinematográfico para acentuar la irrealidad y ficcionalidad del filme, pero no se usan y eso es grave, porque cuando uno ve una película y trata de comprenderla, uno lo hace proyectando continuamente expectativas, proyecciones que se realizan a partir del bagaje de conocimientos que nos viene de la vida cotidiana. Es cierto que esas expectativas y proyecciones pueden ponerse en duda y ser suspendidas, pero sólo si la película provoca ese cuestionamiento, y no hay nada en el lenguaje cinematográfico de Madeinusa que nos genere esa idea de extrañamiento.

FV: Incluso, si recuerdo bien las declaraciones de la directora, ella estaba orgullosa de que espectadores le pregunten si este pueblo realmente existía (como si la confusión suscitada fuera un logro en sí mismo.) Y esto sucede porque el universo interno sobre el cual se crea cada personaje de la película tiene raíces en la “realidad”. Nos ponen el escudo patrio, nos hablan de Lima, y luego alzan la voz, enfadadísimos, porque esto no es la vida real sino una fábula, una ilusión (una sombra, una ficción).

MCC: Madeinusa, sin que importe cuánto se esfuercen los cerebros de algunos críticos, no se despega lo suficiente de la “realidad” como para poder considerarla alegremente una película que juega con sus propias leyes de una manera autónoma, cosa que sí se ve, sin heroico esfuerzo intelectual de por medio, por ejemplo, en películas de Emir Kusturica (Tiempo de Gitanos, Underground), de Radu Mihaileanu (Tren de la Vida) o de Peter Brook (Marat Sade); películas donde la artificialidad, o la irrealidad manifiesta, son la base de una naturalidad si se quiere “mágica”, tan evidente, que a nadie se le ocurriría tomarse el absurdo trabajo de tratar de justificarla. Estos críticos se equivocan, porque la dimensión documental (o de realismo documental standard) está ahí, en Madeinusa, pero no precisamente fusionada con el armazón teórico del guión, con los toscos símbolos regados como ratas muertas patas arriba por nuestro camino, cosa con la que nos han venido tratando de remojar el cerebro durante las últimas semanas. Creo de todo corazón que harían mejor en usar su sabiduría en otras cuestiones bastante más útiles. Descubrir por qué cierta crítica es tan complaciente, perdonavidas, disimuladora del vacío reinante e insuficientemente crítica con el cine peruano, por ejemplo. Si las famosas leyes propias que elevan supuestamente esta película a un plano superior que me está vedado comprender funcionaran, no sentiría, a cada instante, falsedad, ingenuidad, artificialidad, endeblez, huecos narrativos, inconsistencia en la psicología de la protagonista, que tiene casi la misma cara en todo el metraje, cojera y tartamudez en el paso de un plano a otro debido a una confusión de registros, paisaje fungible y decorativo, pretenciosidad vacua (no todo lo que brilla es “brillante”) propia de una estética publicitaria (Ciudad de Dios, el máximo referente de esta tendencia feamente embellecedora en sentido “cosmetológico”), clichés sobre lo limeño interactuando con lo andino que son meramente mostrados pero no criticados, etc., etc... Y no olvidemos que en el fondo de lo sensual barroco está el horror vacui... Y en el fondo de lo kitsch, la probable aniquilación de lo que entendemos por arte...

J.P.: Quisiera añadir unas cosas más que refuercen mi argumento anterior. Veo una contradicción flagrante en la película: el tema y el argumento intentan ser naturalistas, ya que tienen como eje la exageración de los rasgos de la realidad para crear la idea de un universo cerrado, oscuro, primitivo y perverso, y sin embargo, el lenguaje fílmico utilizado, sobre todo en la representación de escenas colectivas en exteriores, es un lenguaje de un realismo documental bastante chato: por ejemplo, recuerdo las escenas de la ceremonia de elección de la virgen, las de la procesión que da inicio al tiempo santo, las de la fiesta, las de Chale recorriendo el pueblo llevando una olla de comida, etc. No se trata (como otros han mencionado) de que se hubiera deseado una mayor y mejor representación del júbilo y del desenfreno del pueblo. No pido mayor desenfreno sino una mejor utilización del lenguaje para acentuar los supuestos rasgos naturalistas. La representación de esas escenas colectivas recuerda mucho la de un reportaje televisivo convencional. Son meros planos de conjunto acompañados de una composición realista del cuadro que refuerzan (y no suspenden) la idea de que “eso podría suceder en cualquier parte del Perú”.

MCC: Cual Pandora, Claudia Llosa, con su inocente película (que pasa por perversa a ojos de algunos), nos obliga a todos los involucrados mínimamente responsables, a preguntarnos qué cine queremos, qué cine sentimos que nos representa, qué cine nos refleja. Qué cine nos dice la verdad y qué cine nos engaña. (Pausa).

Novedades en nuestro mail. Mmm... Tal vez Claudia Llosa nos pueda ayudar a aclarar nuestras terribles dudas. Veamos:

14 Comments:

  • At 9:40 PM, Anonymous Anonymous said…

    por qué no comentan también películas de los muppets???

     
  • At 10:06 PM, Blogger La cinefilia no es patriota said…

    sí!!! te nos adelantaste!!! dentro de poco sacaremos otro blog, dedicado exclusivamente a los muppets.

     
  • At 12:02 PM, Anonymous Anonymous said…

    Nos informan que en las películas de los muppets también podemos encontrarnos con ideas como el falo perdido (The Muppets Valentine Show), el incesto (Fraggle Rock) y la oposición de dos mundos (Muppets take Manhattan). Quizá sea también buena oportunidad de considerarlos candidatos al codiciadísimo premio Oscar.

     
  • At 4:32 PM, Anonymous Anonymous said…

    Estimados colegas:


    1. He leído con interés los últimos comentarios en su blog sobre Madeinusa, en especial el diálogo entre Jesús Pacheco, Fernando Vílchez y Mario Castro, que creo enriquece el debate sobre la película. Debo aclarar sin embargo que en las notas que publiqué en Ventana Indiscreta en torno al filme de Claudia Llosa no he pretendido en modo alguno deslizar la idea de que “las críticas cinematográficas a las películas solamente aparecen porque no compartimos su ideología”, como afirma Fernando Vílchez. Confío en que una lectura más atenta de los textos publicados en Ventana Indiscreta (http://www.ulima.edu.pe/ventanaindiscreta) y del párrafo que transcribe Jesús Pacheco deje en claro que yo no digo ni deslizo esa idea, con la que, además, estoy totalmente en desacuerdo.
    2. Tampoco he pretendido que las críticas que se han hecho específicamente a Madeinusa estén motivadas únicamente por discrepancias ideológicas. Creo, sí, que, en este caso concreto, las objeciones ideológicas son más atendibles que las que se han planteado a la estructura narrativa y la puesta en escena del filme, aunque temo que han sido, en su mayoría, mal sustentadas, pues han partido de una especie de realismo ingenuo según el cual la obra de arte debe ser un reflejo de la realidad; o han llegado a exageradas conclusiones, como las que afirman (otorgándole al filme un poder descomunal) que Madeinusa ahondaría las diferencias sociales, el racismo y promovería el genocidio.
    3. Madeinusa no es, por cierto, una película perfecta; pero creo que sus debilidades formales y narrativas son menos significativas que sus fortalezas. Desde mi punto de vista Madeinusa tiene una estructura narrativa y una puesta en escena superiores al promedio de las películas peruanas. Es eso lo que hace que el mundo creado por Claudia Llosa parezca tan sólido al punto de que haya quienes lo han confundido con el mundo real. Ese no es un defecto del filme. Dentro de su estilo es un logro. Los símbolos están integrados a la trama, no se sienten impuestos, y los rasgos de estilo no buscan distanciarnos sino acentuar las emociones. Claudia Llosa no es Brecht ni Syderberg. No pretende ningún distanciamiento sino la verosimilitud. No es una narradora “moderna” sino “clásica”. Y si logra la ilusión referencial, mejor. Si consigue que una puesta en escena tan estilizada como la procesión de la virgen viva (donde, además mantiene a plena luz del día la clave baja de iluminación dominante en todo el filme) nos parezca “documental”, no está cometiendo un error; dentro de su propuesta es, por el contrario, un acierto. Ahora bien, la verosimilitud de ese mundo y del relato facilita la persuasión del discurso ideológico, y, me parece, que es eso lo que ha provocado alarma a algunos.
    4. Tengo la impresión que lo que irrita a varios de los críticos de Madeinusa no es sólo su falsedad (por supuesto que es falsa en cuanto es una ficción, y es falseable en cuanto representación de los Andes, como lo es también la representación que hacen de ellos los indigenistas), sino que esa falsedad parezca verdadera, y que, a partir de ella, el filme pueda “engañar” al espectador respecto de la realidad. Esos temores a que una película pueda “engatusar” a los espectadores no dejan de parecerme paternalistas y me recuerdan a los de la Iglesia Católica respecto a La última tentación de Cristo, por ejemplo. Ese paternalismo lleva implícito cierto autoritarismo inquisitorial.
    5. Por eso, me parece más interesante, en el caso concreto de Madeinusa, partir de las coherencias estéticas del filme que de sus fallas (que las tiene: algún problema de continuidad, segundo acto demasiado elíptico y desdramatizado, deficiencias en la construcción y en la actuación del personaje de Salvador, etc.). Si la película ha generado tanta inquietud, es porque un discurso ideológico discutible, con el que muchos disienten, se halla en un producto artístico bastante logrado y persuasivo. Me atrevo a decir que si la película fuera un mamarracho o siquiera mediocre, no hubiera merecido la misma atención de la crítica ni despertado tanta polémica. No hubiera abierto la caja de Pandora, para emplear la expresión de Mario Castro.
    6. No sostengo, tampoco, que un analista deba hacer una separación radical de valores estéticos y éticos, pero sí que debe diferenciarlos como paso previo a establecer una relación entre ellos. Del mismo modo, no sostengo la independencia absoluta de una obra de arte de su realidad histórica y cultural. Es tan ingenuo pretender que un filme debe ser un reflejo de la realidad, como pretender que no tenga nada que ver con la realidad. Madeinusa no es “fantasía pura” (eso no existe) y la película no sería la misma si las acciones ocurrieran en la India o el Tíbet. Manayaycuna, y el Perú al que el filme alude, no son reales sino imaginados, y ese pueblo y ese Perú imaginados han sido construidos en base a la fantasía; pero también a la percepción que la cineasta tiene del país y de los Andes, y a los sistemas de significación y valores que le permiten ordenar esa percepción. Esos sistemas de significación y valores “ordenadores” forman parte de una cultura compartida por la narradora y un grupo social. De otro lado, esa mirada (esa representación) de los Andes y el país que encontramos en Madeinusa, no es absolutamente nueva, pues tiene antecedentes que se pueden rastrear desde el siglo XIX por lo menos. De acuerdo a esa mirada, los Andes son el atraso, la barbarie o el salvajismo; si hay cultura allí, esa cultura es caduca. Lima, por el contrario, es la modernidad, y hay que incorporar a los indios a la modernidad y la civilización para que el país progrese. Este punto de vista era compartido en el siglo XIX por personalidades progresistas, desde José Torres Lara (autor de La trinidad del indio en 1885) hasta González Prada y Clorinda Matto de Turner (en Aves sin nido la salvación de Margarita está cifrada en el viaje a Lima, donde será educada como una señorita criolla), y estuvo implícito en los esfuerzos de alfabetización en castellano de los gobiernos durante el siglo XX. Como dice Gonzalo Portocarrero, esa mirada se presentaba como una superación del racismo “científico”, pues no consideraba a los indios atrasados por inferioridad biológica, sino por inferioridad cultural. Ahora bien, hay versiones actuales, según las cuales aunque no queramos que las culturas populares o subalternas desaparezcan, se impondrá una cultura dominante, globalizada, de mercado, hegemónica. Si queremos acelerar el progreso, mejor sacrifiquemos de una vez las culturas que ya se hallan condenadas. Lo interesante es que esta propuesta puede no gustar (a mí no me gusta), pero es fuerte, coherente y seductora inclusive para los sectores populares y pobladores andinos. El despojamiento cultural se presenta como camino para superar la pobreza, la exclusión y el abuso. La cultura de los subalternos se transforma (a fin de cuentas, todo se transforma en esta vida), sus significantes se resemantizan y se incorporan al festivo universo posmoderno o al mercado como pintoresquismo turístico. La pregunta es si éste es realmente el único camino. La pregunta es si el costo de la modernidad es necesariamente la renuncia a toda tradición o, en última instancia, el etnocidio. Otra pregunta es si el etnocidio no es acaso una forma de racismo, pues, al fin y al cabo, solo aceptamos al otro con tal que deje de ser él y se convierta en uno igual a nosotros. Así dejaremos de temerle o de sentirnos culpables por su suerte. La integración del otro es la desaparición del otro.
    7. Quiero insistir en algo que ya puse en el debate de Ventana Indiscreta: históricamente, toda representación artística de los Andes, ha supuesto una pretensión de representación política en nuestro país. Se me ocurre que una visión alternativa a la de Madeinusa es la de Lima ¡Was! de Alejandro Rossi y Rosa María Álvarez Gil. Allí se rescatan valores tradicionales andinos en la medida en que son útiles para la afirmación individual y colectiva de los sujetos populares en la Lima actual y el mundo moderno. El filme de Rossi y Álvarez Gil es un documental, pero su estructura narrativa está inspirada en filmes clásicos de ficción, y aún de género. Es decir, en Lima ¡Was! hay otra representación de la cultura andina, desde otro sector social, con otra postura ideológica (no ya necesariamente liberal); pero que supone, asimismo, una aspiración de representación política.
    8. No quiero terminar sin llamar la atención sobre otras dos películas peruanas de buena factura, pero con ideología aún más discutible que la de Madeinusa. Me refiero a los cortometrajes Páramo de Daniel Rodríguez y E-mail a mamá de Gerardo Ruíz Miñán. En ambos casos hay un manejo hábil del lenguaje cinematográfico. Es más, en el corto de Ruíz Miñán ese manejo es casi perfecto. Ambos, sin embargo, me parece que expresan el temor al Otro, y apuestan por el Apartheid. Que se vayan sumando filmes cada vez más solventes en cuanto al uso de lenguaje audiovisual y que a su vez representan la mirada (afirmativa o temerosa) de una elite (por llamarla de algún modo), nos lleva a preguntarnos por las otras miradas, las de los otros sectores, las de las culturas llamadas populares o subalternas. Y aquí hay un problema: el manejo del lenguaje audiovisual es más fluido en ciertos sectores (los de elite) que en los otros (los subalternos). No es raro: esos sectores tienen acceso a mensajes más sofisticados, más conocimiento, mejores instrumentos y mayor ejercicio en su uso. Pero hay algo más: el lenguaje mismo implica una concepción del mundo, y no sólo el lenguaje verbal sino también el audiovisual. El aprendizaje de lo que llamamos lenguaje audiovisual lo es también de ciertos valores y cierta manera de significar al mundo. ¿Es posible reinventar el lenguaje audiovisual para que sea fiel a otras maneras de significar? ¿Es posible crear un nuevo lenguaje que no sea el modo de representación institucional (para emplear la denominación de Noel Burch) que conocemos? ¿Es posible hacer un cine peruano distinto con un lenguaje realmente nuevo? ¿Es ese el cine peruano que aún no existe?

    Saludos, disculpen la extensión de la nota, gracias por el espacio y felicitaciones por el blog.

    Emilio Bustamante.

     
  • At 6:32 PM, Blogger La cinefilia no es patriota said…

    ¡Vaya! El crítico de cine Emilio Bustamante se toma en serio la discusión sobre Madeinusa (como tiene que ser) y expresa su posición en el tema. Por un lado, finalmente se anima a expresar su rechazo por la ideología del filme:

    "Esa mirada... de los Andes y el país que encontramos en Madeinusa, no es absolutamente nueva, pues tiene antecedentes que se pueden rastrear desde el siglo XIX por lo menos. De acuerdo a esa mirada, los Andes son el atraso, la barbarie o el salvajismo ... Lo interesante es que esta propuesta puede no gustar (a mí no me gusta), pero es fuerte, coherente y seductora..."

    Por otro lado, Bustamante nos reclama el haber llegado a conclusiones apresuradas sobre las consecuencias de la película y también el actuar de manera paternalista con el espectador. ¿Es eso cierto?

    Los redactores del blog prometen contestar en los siguientes minutos. Gracias Emilio, por leernos.

     
  • At 6:57 PM, Anonymous Anonymous said…

    Ustedes ven los errores, no los aciertos, típica peruana.
    Su forma de criticar se puede malinterpretar como un puro y cagado resentimiento, que podría llegar a ser simplemente mediocridad del típico crítico de cine o de arte, que no hace más que eso, y no crea nada nuevo, incluyendo errores.
    Es una peli, punto! A mi juicio la peli está cinematográficamente bien.
    Ahora, seguro que Vilchez quiere que le resuelvan el mundo andino y el racismo en el perú y las inequidades desde la colonia. ¡Por favor!, imagínate, de solo llamarse Vílchez y no Alindor Yuca, su sola presencia, su forma de vida, su ir cuatro veces a ver al cine una ficción en un cine miraflorino, su forma de escribir e incluso su forma de analizar "el mundo andino" es también racista; y con ello cualquiera puede sentirse ofendido.

     
  • At 7:17 PM, Blogger La cinefilia no es patriota said…

    No solamente atendemos los errores, también valoramos obras en las que encontramos nuevas propuestas, tratamientos arriesgados que, hay que decirlo, aparecen más en los cortos que en los largometrajes (algo perfectamente entendible).

    Con respecto a Fernando, nosotros pensamos que si seguía escribiendo su crónica ¡iba a terminar hablando bien de la película!:

    "Eficaz trabajo de producción. La fotografía, el sonido, el aspecto técnico cumple en su concepto. Buen humor por momentos. Casi todos los “actores” están bien..."

    Por otro lado, usted tiene toda la libertad de (des)calificar nuestras críticas. Repetimos: si nosotros nos damos la oportunidad de decir lo que pensamos exponiendo nuestras razones, ¿por qué nos vamos a ofender con los que deseen también hacerlo, así no opinen como nosotros? Aunque estamos poco acostumbrados a decir lo que pensamos en esta sociedad, en este blog no existirá censura de ningún tipo.

    Pero de ahí a concluir que la sola presencia de Fernando, que su ir cuatro veces a un cine miraflorino y que su forma de escribir es ¿racista...? Elitista, quizá. Absurda, seguramente. Angustiada, de hecho. Seria, para nada.

    Saludos, José María.

     
  • At 10:39 PM, Anonymous Anonymous said…

    tenemos derecho a decir lo que ceemos que vemos, josé maría, exactamente de la misma forma que lo haces tú. la inocencia de fernando, me consta, no es tanta como para desear que made le resuelva el mundo en cien minutos.
    ah, no hay peli, punto.
    "norteamérica colonizó nuestras mentes" (wim wenders). la actitud crítica es descolonizadora por excelencia. no lo olvides.

     
  • At 3:33 AM, Anonymous Anonymous said…

    insinúas ke la ideología digamos limeña sigue queriendo colonizar el ande??????

     
  • At 12:57 PM, Blogger Unknown said…

    "norteamérica colonizó nuestras mentes" (wim wenders).
    Que buena cita, deberían hacer un artículo de rescatables citas de notables cineastas o críticos.

     
  • At 12:01 PM, Anonymous Anonymous said…

    Hola Perica: la respuesta es sí.
    Y no lo insinúo, lo afirmo.
    Comprenderás, espero, que no hay nada "personal" en esto. La ideología nos puede envolver completamente, como una atmósfera. Nos parece que no se ha hablado lo suficiente del tema. El poder del cine para moldear nuestras mentes y ratificar o contradecir nuestros prejuicios es un tema que no podemos seguir eludiendo.

     
  • At 12:10 PM, Anonymous Anonymous said…

    Hola Judaz: Es cierto.
    Si me permites una humorada, te comento que estamos buscando frenéticamente una frase (una sola) de algún director peruano que nos parezca lo suficientemente buena como para incluirla. Nos daremos un tiempo más para encontrarla. Si no lo hacemos, de todas maneras, lanzaremos aquí algunas frases de esas que nos estimulan y alimentan.

     
  • At 7:58 PM, Anonymous Anonymous said…

    Pregunta: Madeinusa se está cuestionando como una visión mas o menos sesgada de la sierra por parte de una directora limeña, que ve en el Ande incesto, borrachera, atraso y, sin querer, impone esa visión al espectador. Pero, si Madeinusa, tal como está, hubiera sido dirigida por el ayacuchano Melinton Eusebio (director de "Jarjacha, el demonio del incesto), ¿se daría el mismo cuestionamiento a la película? ¿Melinton Eusebio sería entonces una especia de renegado de sus raices por haber dirigido "Jarjacha...", pues presenta también a los andinos rurales como incestuosos? ¿Tiene más derecho Melinton Eusebio que Claudia Llosa a ficcionalizar sobre el ámbito andino? ¿Si el incesto en Madeinusa corresponde a una visión racista de una pituca limeña, por que ella "ve asi" a los habitantes del ande, qué es lo que ha hecho Melinton Eusebio? ¿Denuncia? ¿Folklore? ¿Traición?
    Y última: ¿estamos cuestionando la película o a su directora?

     
  • At 8:00 AM, Blogger La cinefilia no es patriota said…

    Un tema es, que aun como fábula, esta película nos resulta poco verosímil y no muy consistente. Aunque nuchos no nos crean nos hubiera gustado lo contrario. Hubiera sido fantástico que un cineasta peruano lograra tratar el tema del incesto, por ejemplo, de una manera atrevida, profunda, convincente. Pero el tema, si has visto la película, lo habrás notado, se queda en lo teórico, en el enunciado prácticamente.

    Mentiríamos si dijéramos que el incesto en el ande es un tema que preferiríamos que no se tocara. Que se toquen todos los temas del universo, por favor. Adelante, pase usted. Nada contra eso.

    La cuestión de fondo que cuestionamos es que si la película no funciona incluso estéticamente hablando, es por una falta de conocimiento del mundo representado. Yo particularmente pienso, como ya lo escribí, que es el drama de Madeinlima.

    Creo que mientras Llosa tendría que aprender algo más de ese mundo si quiere volver a hablar con mayor eficacia de él (cosa no es en lo absoluto imposible de hacer), Eusebio, en cambio, debería aprender más del lenguaje cinematográfico para hablar también más efizcazmente de un mundo que acaso sí conoce bien.

    Conocimiento; eficacia. eso es lo que falta.

     

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