LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Sunday, October 15, 2006

EL CRÍTICO BUSTAMANTE Y MADEINUSA


COMENTARIOS DE EMILIO BUSTAMANTE AL BLOG "LA CINEFILIA..."
Estimados colegas:
1. He leído con interés los últimos comentarios en su blog sobre Madeinusa, en especial el diálogo entre Jesús Pacheco, Fernando Vílchez y Mario Castro, que creo enriquece el debate sobre la película. Debo aclarar sin embargo que en las notas que publiqué en Ventana Indiscreta en torno al filme de Claudia Llosa no he pretendido en modo alguno deslizar la idea de que “las críticas cinematográficas a las películas solamente aparecen porque no compartimos su ideología”, como afirma Fernando Vílchez. Confío en que una lectura más atenta de los textos publicados en Ventana Indiscreta (http://www.ulima.edu.pe/ventanaindiscreta) y del párrafo que transcribe Jesús Pacheco deje en claro que yo no digo ni deslizo esa idea, con la que, además, estoy totalmente en desacuerdo.
2. Tampoco he pretendido que las críticas que se han hecho específicamente a Madeinusa estén motivadas únicamente por discrepancias ideológicas. Creo, sí, que, en este caso concreto, las objeciones ideológicas son más atendibles que las que se han planteado a la estructura narrativa y la puesta en escena del filme, aunque temo que han sido, en su mayoría, mal sustentadas, pues han partido de una especie de realismo ingenuo según el cual la obra de arte debe ser un reflejo de la realidad; o han llegado a exageradas conclusiones, como las que afirman (otorgándole al filme un poder descomunal) que Madeinusa ahondaría las diferencias sociales, el racismo y promovería el genocidio.
3. Madeinusa no es, por cierto, una película perfecta; pero creo que sus debilidades formales y narrativas son menos significativas que sus fortalezas. Desde mi punto de vista Madeinusa tiene una estructura narrativa y una puesta en escena superiores al promedio de las películas peruanas. Es eso lo que hace que el mundo creado por Claudia Llosa parezca tan sólido al punto de que haya quienes lo han confundido con el mundo real. Ese no es un defecto del filme. Dentro de su estilo es un logro. Los símbolos están integrados a la trama, no se sienten impuestos, y los rasgos de estilo no buscan distanciarnos sino acentuar las emociones. Claudia Llosa no es Brecht ni Syderberg. No pretende ningún distanciamiento sino la verosimilitud. No es una narradora “moderna” sino “clásica”. Y si logra la ilusión referencial, mejor. Si consigue que una puesta en escena tan estilizada como la procesión de la virgen viva (donde, además mantiene a plena luz del día la clave baja de iluminación dominante en todo el filme) nos parezca “documental”, no está cometiendo un error; dentro de su propuesta es, por el contrario, un acierto. Ahora bien, la verosimilitud de ese mundo y del relato facilita la persuasión del discurso ideológico, y, me parece, que es eso lo que ha provocado alarma a algunos.
4. Tengo la impresión que lo que irrita a varios de los críticos de Madeinusa no es sólo su falsedad (por supuesto que es falsa en cuanto es una ficción, y es falseable en cuanto representación de los Andes, como lo es también la representación que hacen de ellos los indigenistas), sino que esa falsedad parezca verdadera, y que, a partir de ella, el filme pueda “engañar” al espectador respecto de la realidad. Esos temores a que una película pueda “engatusar” a los espectadores no dejan de parecerme paternalistas y me recuerdan a los de la Iglesia Católica respecto a La última tentación de Cristo, por ejemplo. Ese paternalismo lleva implícito cierto autoritarismo inquisitorial.
5. Por eso, me parece más interesante, en el caso concreto de Madeinusa, partir de las coherencias estéticas del filme que de sus fallas (que las tiene: algún problema de continuidad, segundo acto demasiado elíptico y desdramatizado, deficiencias en la construcción y en la actuación del personaje de Salvador, etc.). Si la película ha generado tanta inquietud, es porque un discurso ideológico discutible, con el que muchos disienten, se halla en un producto artístico bastante logrado y persuasivo. Me atrevo a decir que si la película fuera un mamarracho o siquiera mediocre, no hubiera merecido la misma atención de la crítica ni despertado tanta polémica. No hubiera abierto la caja de Pandora, para emplear la expresión de Mario Castro.
6. No sostengo, tampoco, que un analista deba hacer una separación radical de valores estéticos y éticos, pero sí que debe diferenciarlos como paso previo a establecer una relación entre ellos. Del mismo modo, no sostengo la independencia absoluta de una obra de arte de su realidad histórica y cultural. Es tan ingenuo pretender que un filme debe ser un reflejo de la realidad, como pretender que no tenga nada que ver con la realidad. Madeinusa no es “fantasía pura” (eso no existe) y la película no sería la misma si las acciones ocurrieran en la India o el Tíbet. Manayaycuna, y el Perú al que el filme alude, no son reales sino imaginados, y ese pueblo y ese Perú imaginados han sido construidos en base a la fantasía; pero también a la percepción que la cineasta tiene del país y de los Andes, y a los sistemas de significación y valores que le permiten ordenar esa percepción. Esos sistemas de significación y valores “ordenadores” forman parte de una cultura compartida por la narradora y un grupo social. De otro lado, esa mirada (esa representación) de los Andes y el país que encontramos en Madeinusa, no es absolutamente nueva, pues tiene antecedentes que se pueden rastrear desde el siglo XIX por lo menos. De acuerdo a esa mirada, los Andes son el atraso, la barbarie o el salvajismo; si hay cultura allí, esa cultura es caduca. Lima, por el contrario, es la modernidad, y hay que incorporar a los indios a la modernidad y la civilización para que el país progrese. Este punto de vista era compartido en el siglo XIX por personalidades progresistas, desde José Torres Lara (autor de La trinidad del indio en 1885) hasta González Prada y Clorinda Matto de Turner (en Aves sin nido la salvación de Margarita está cifrada en el viaje a Lima, donde será educada como una señorita criolla), y estuvo implícito en los esfuerzos de alfabetización en castellano de los gobiernos durante el siglo XX. Como dice Gonzalo Portocarrero, esa mirada se presentaba como una superación del racismo “científico”, pues no consideraba a los indios atrasados por inferioridad biológica, sino por inferioridad cultural. Ahora bien, hay versiones actuales, según las cuales aunque no queramos que las culturas populares o subalternas desaparezcan, se impondrá una cultura dominante, globalizada, de mercado, hegemónica. Si queremos acelerar el progreso, mejor sacrifiquemos de una vez las culturas que ya se hallan condenadas. Lo interesante es que esta propuesta puede no gustar (a mí no me gusta), pero es fuerte, coherente y seductora inclusive para los sectores populares y pobladores andinos. El despojamiento cultural se presenta como camino para superar la pobreza, la exclusión y el abuso. La cultura de los subalternos se transforma (a fin de cuentas, todo se transforma en esta vida), sus significantes se resemantizan y se incorporan al festivo universo posmoderno o al mercado como pintoresquismo turístico. La pregunta es si éste es realmente el único camino. La pregunta es si el costo de la modernidad es necesariamente la renuncia a toda tradición o, en última instancia, el etnocidio. Otra pregunta es si el etnocidio no es acaso una forma de racismo, pues, al fin y al cabo, solo aceptamos al otro con tal que deje de ser él y se convierta en uno igual a nosotros. Así dejaremos de temerle o de sentirnos culpables por su suerte. La integración del otro es la desaparición del otro.
7. Quiero insistir en algo que ya puse en el debate de Ventana Indiscreta: históricamente, toda representación artística de los Andes, ha supuesto una pretensión de representación política en nuestro país. Se me ocurre que una visión alternativa a la de Madeinusa es la de Lima ¡Was! de Alejandro Rossi y Rosa María Álvarez Gil. Allí se rescatan valores tradicionales andinos en la medida en que son útiles para la afirmación individual y colectiva de los sujetos populares en la Lima actual y el mundo moderno. El filme de Rossi y Álvarez Gil es un documental, pero su estructura narrativa está inspirada en filmes clásicos de ficción, y aún de género. Es decir, en Lima ¡Was! hay otra representación de la cultura andina, desde otro sector social, con otra postura ideológica (no ya necesariamente liberal); pero que supone, asimismo, una aspiración de representación política.
8. No quiero terminar sin llamar la atención sobre otras dos películas peruanas de buena factura, pero con ideología aún más discutible que la de Madeinusa. Me refiero a los cortometrajes Páramo de Daniel Rodríguez y E-mail a mamá de Gerardo Ruíz Miñán. En ambos casos hay un manejo hábil del lenguaje cinematográfico. Es más, en el corto de Ruíz Miñán ese manejo es casi perfecto. Ambos, sin embargo, me parece que expresan el temor al Otro, y apuestan por el Apartheid. Que se vayan sumando filmes cada vez más solventes en cuanto al uso de lenguaje audiovisual y que a su vez representan la mirada (afirmativa o temerosa) de una elite (por llamarla de algún modo), nos lleva a preguntarnos por las otras miradas, las de los otros sectores, las de las culturas llamadas populares o subalternas. Y aquí hay un problema: el manejo del lenguaje audiovisual es más fluido en ciertos sectores (los de elite) que en los otros (los subalternos). No es raro: esos sectores tienen acceso a mensajes más sofisticados, más conocimiento, mejores instrumentos y mayor ejercicio en su uso. Pero hay algo más: el lenguaje mismo implica una concepción del mundo, y no sólo el lenguaje verbal sino también el audiovisual. El aprendizaje de lo que llamamos lenguaje audiovisual lo es también de ciertos valores y cierta manera de significar al mundo. ¿Es posible reinventar el lenguaje audiovisual para que sea fiel a otras maneras de significar? ¿Es posible crear un nuevo lenguaje que no sea el modo de representación institucional (para emplear la denominación de Noel Burch) que conocemos? ¿Es posible hacer un cine peruano distinto con un lenguaje realmente nuevo? ¿Es ese el cine peruano que aún no existe?
Saludos, disculpen la extensión de la nota, gracias por el espacio y felicitaciones por el blog.
Emilio Bustamante.

3 Comments:

  • At 9:14 AM, Blogger Roberto said…

    consulta: ¿hay alguna entrevista a claudia llosa? ¿ha dicho algo sobre lo que la gente dice?

     
  • At 9:16 AM, Blogger Roberto said…

    ya lo leí más abajo, gracias

     
  • At 1:36 PM, Blogger La cinefilia no es patriota said…

    Hola,Roberto.

    Más de una hay, pero diciendo algo sobre lo que la gente dice de su película es algo que yo no he leído hasta ahora.

    Defensores de la película, como Emilio Bustamante y Ricardo Bedoya, pueden esgrimir mejores argumentos que la propia directora, es lo que hemos visto.

    Si hemos puesto el texto de Emilio más arriba, es para poder llamar la atención sobre él, y para responderle con textos nuestros a continuación, donde respondemos en los mejores términos posibles.

    De hecho si no la has leído aún, en este blog hay una entrevista bastante peculiar que le hicimos a ella.

    Gracias por escribir y muchos saludos.

     

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