LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Monday, July 02, 2007

FELLINI POR FELLINI . Cont.




Nunca hago juicios morales.

No estoy capacitado para ello; no soy censor, ni cura ni político. No me gusta analizarme; no soy orador, ni filósofo ni teórico. Sólo soy un narrador y el cine mi oficio.

Me he inventado todo para luego poder contarlos: una infancia, una personalidad, nostalgias, sueños, recuerdos…

Me gusta el movimiento a mi alrededor. Esto es sin duda la principal razón por la que hago películas. El cine es para mí un pretexto para poner todo en marcha. Hace algunos años creé una productora. Debía producir películas de gente joven, de desconocidos. Un año después quebró, pero ese año me divertí muchísimo. Me encantaba el lugar, el ambiente que había allí: mitad club inglés, mitad convento.


Recibo muchas cartas

No puedo contestar a todo el mundo, pero a algunos sí lo hago. A veces mantengo durante mucho tiempo correspondencia con un desconocido, sin saber muy bien por qué. Rompo, una vez leídas, todas las cartas que recibo. No me gusta guardar papeles ni en mis bolsillos ni en mi casa. Me siento más ligero.
Atraigo irresistiblemente a los locos.
Hace tiempo quise hacer una película que había sido escrita por el director de un manicomio italiano.

Viví tres meses en su clínica, disfrazado de médico. Cuando salí de allí, no podía hacer la película. Sentí el peligro. Es muy difícil permanecer de este lado de la frontera, cuando uno se ha acercado a ella…

Así es. Me los encuentro en todas partes. Sienten en seguida una gran simpatía por mí. Y debo decir que en general me ocurre lo mismo. Pero si ésta dura un poco, el instinto de conservación se rehace y comienzo inconscientemente a defenderme... entonces ocurre el drama, soy detestado, odiado… Los médicos de las clínicas para enfermos mentales me acosan frecuentemente: “Venga con nosotros; si viene, délo por seguro: ¡nunca más nos abandonará!”

Cuando introduzco en mis películas personajes un poco extraños, la gente dice que exagero, que hago Fellinadas. Al contrario, en relación con lo que me ocurre todos los días, tengo la sensación de atenuar, de moderar singularmente la realidad.

Lo que me interesa de los locos es su desapego de todo vínculo, esa distancia que hay entre las cosas y ellos mismos.

Cuando me llaman Maestro, me parece que hablan con alguien que está detrás de mí.

Creo que se burlan de mí y todavía algo peor: que así quieren eliminarme de una vez por todas. Tu trabajo pasa a segundo plano. Eres un Maestro y no se hable más.
Para un artista, incluso la vida sentimental es superficial.

No me creo capaz de tener sentimientos profundos si no están relacionados con el cine. Soy de naturaleza apacible, pero para obtener un resultado artístico soy capaz de ser duro, cruel.

No quiero demostrar nada, quiero mostrar.

Creo que no podría vivir sin hacer cine. Si admitimos que es bueno sentir remordimientos –cosa que no creo en absoluto-, siento no haber rodad más películas. Quisiera haber hecho de todo: documentales, anuncios publicitarios, emisiones infantiles, espectáculos de guiñol en los jardines públicos…

No sé mirar las cosas con distanciamiento, a través de la cámara por ejemplo. Nunca pongo el ojo en la cámara. No me importa nada el objetivo. Tengo que estar en medio de las cosas. Necesito saber todo de todo el mundo, hacer el amor con todo lo que me rodea. No me gusta se r un turista, no sé serlo. Soy más bien un vagabundo, lleno de curiosidad, que entra en todas partes y corre continuamente el riesgo de ser echado por la policía.
Me creo todo lo que me cuentan.

Me encanta oír hablar de cosas extraordinarias. Mi capacidad de admiración no tiene límites. No estoy hastiado de nada. Intento, por el contrario, no entorpecer las posibilidades de la imaginación. En cuanto a intentar ordenar todo esto, no es realmente mi problema. Mi mundo privado es confuso y variable. No soy un genio del pensamiento.
Reincido el derecho de contradecirme. No quiero privarme del derecho de decir tonterías y pido humildemente que me sea permitido equivocarme algunas veces.

Detesto los esquemas lógicos.

Me horrorizan los valores establecidos, que en vez de explicar la realidad, la domestican para un uso que se pretende que sea colectivo, pero que finalmente no sirve a nadie.
No apruebo las definiciones.
Las etiquetas sólo sirven para las maletas. Realiza algo partiendo de una idea bien definida, clara y completa, sería para mí un método falso y peligroso. No tengo que saber lo que voy a hacer y sólo encuentro salidas cuando me hallo sumido en la obscuridad y en la ignorancia. El niño está a obscuras mientras se forma en el vientre de su madre.
Federico Fellini

Labels:

1 Comments:

  • At 11:07 PM, Anonymous Anonymous said…

    MAESTRO, aunque él no lo creo.
    sigan posteando más!!!

     

Post a Comment

<< Home