Segunda parte de la conversación que sostuvimos con el Dr. Vértigo, a raíz del debate que tuvo con el crítico de cine José Carlos Cabrejo. Vale la pena hacer dos anotaciones: Primero, se entiende la mirada desconfiada de Vértigo sobre aquellos que incluyen bajo el mismo concepto (cine bizarro) a películas tan disímiles como las realizadas por Buñuel y las realizada por el matrimonio Findley -mencionado líneas más abajo-, solamente por ser films extraños, de tratamientos inusuales en su momento.
Es la queja que cualquiera escucharía de un estudioso de filosofía cuando alguien confunde metafísica con teología o, al indicar de Ortega y Gasset, creer que el término poesía se aplica igual para Homero y para Verlaine. Y, dicho sea de paso, también hace bien en desconfiar de aquellos que para expresar una idea, se justifican en lo pensado anteriormente por un "intelectual", como acabo de hacer con Ortega y Gasset (para defender mi posición no necesito de un apoyo intelectual y, sin embargo, rezago de escuela, lo hago).
De otro lado, pensar que un crítico debe ceñirse a evaluar la película como objeto cerrado, autónomo, desde su primer cuadro hasta el último de sus créditos y nada más -como defiende Cabrejo-, es una posición que no solamente parece frenar cualquier entusiasmo cinéfilo, sino que bien visto resulta inconsistente si pensamos que, a menos que su fin sea solamente pasar el tiempo, una obra nace y regresa al contexto particular donde pertenece, proyectando sentidos que van más allá de lo que el entendimiento del empeñoso crítico pueda alcanzar.
Por ejemplo, uno puede disfrutar a solas, tranquila y apaciblemente, siguiendo los gustos personales, del film Caché, de Haneke. Sin embargo, el análisis encontraría nuevos sentidos, más allá de sus gustos, si el crítico conociera el trasfondo de la relación Francia-Argelia. No digo que disfrute más la película, sino que la riqueza de interpretaciones aumentaría seguramente. Me pregunto si la siempre mencionada El triunfo de la voluntad, de Riefenstahl, hubiera causado el mismo aparente placer en caso de ser una obra completamente ficcionada, lejos del contexto nazi -y no sabiendo que la multitudinaria disciplina alemana era real y, por lo mismo, aterradora-.
En todo caso, el Dr. Vértigo parece tener un romanticismo exacerbado con las películas basura y, como cualquier cinéfilo, tiene derecho a defenderlo, así como cualquier crítico tiene derecho a interpretar, conceptualizar y esquematizar las obras de su interés a su interés. Con justificación, claro.
Fernando Vílchez R.
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Flesh, la trilogía del matrimonio Findley
Siempre he sentido que el mal cine es, y tengo contrajejemplos que contradicen lo que te voy a decir, es un fenómeno muy americano. El mal cine comenzó a existir a medida que el cine se hacía espectáculo de masas. No se puede hablar de mal cine al principio, los primeros años, cuando el cine aún era un espectáculo populachero y el medio estaba probando cómo se iba a expresar y a qué público iba a llegar.
Pero a medida que el cine empezó a hacerse espectáculo, apareció la censura en Estados Unidos, y empezó a aparecer gente que se preguntaba cómo hago plata sacándole la vuelta a la censura. Entonces ahí fue labrando su carácter el mal cine. Digo esto porque estoy tratando de encerrarlo en un acto: la reversa a la gran industria, estéticamente, económicamente, físicamente. No circulaba por los mismos circuitos. No era pornografía. Era una pandilla a veces criminal que se reunía en las calles y a veces una misma película tenía rollos con desnudos y a veces cerraban el teatro y proyectaban todo esto. Y además mezclaban striptease con cine, así que imagínate el espectáculo. Algo, ahí sí, bizarro.
Yo voy a ver estas películas con angustia. Con la angustia con la que vas a ver una película de terror, por ejemplo. mis favoritas son las de temática sexual, la mayoría de los sesenta. Como las películas de un matrimonio, Michael Findlay y Roberta Findlay, que hicieron la tendencia más cruda y más desagradable del cine sexual. Mezclaban mucha violencia con el sexo. Hay una trilogía que es un recague de risa: Flesh. Se trata de un tipo que es atropelado en la calle, pierde un ojo, se queda una silla de ruedas y el resto de esa película y las otras dos películas se dedica a matar mujeres. Y de la manera más absurda. Esas películas me gustan mucho.
El público de las películas trash era una especie de población marginal, que también era llamada “la brigada del abrigo”. ¿Quiénes son? Los hombres que iban con abrigos al cine para poder masturbarse viendo las películas. Además, en esos cines había prostitución, como ha sucedido con algunos cines de Lima. Los productores de esa porquería de películas no conseguían actores para esas películas. Se notaba que no eran actores y no sabías si eran chicas que se divertían un rato haciendo esas estupideces o qué. No eran gente normal. O sea, eran normales, pero no eran personas comunes y corrientes. Eso me parece encantador de las películas.
Quentin, hombre de culto
En el debate que sostuvimos, Cabrejo dijo que él solamente analizaba las películas sin tener en cuenta lo externo a esa obra. Decir eso siempre es falso porque en ningún caso los críticos dejan de reaccionar emocionalmente en un nivel a la vida del cineasta ni en el contexto en que se sitúa su película. ¿Crees que hacer Roma, Ciudad Abierta ahora sería igual a hacerla cuando se hizo?” Rossellini cobró una importancia fundamental también porque existió una cercanía entre Ciudad Abierta y la presencia alemana en época de guerra. Era un tema sensible, evidentemente. Es falso que no haya crítico que reaccione a lo que rodea a la película. Como sea, a mí sí me interesa mucho saber sobre los cineastas y saber en qué ambiente se proyectó la película en cuestión.
Si los críticos intelectuales ahora valoran estas películas... no sé. La palabra clave de eso está en una palabra que usó el crítico Cabrejo: “por si acaso nosotros, los críticos, hace tiempo que estamos al tanto de esto y, es más, hay libros serios que tratan el asunto”. Ese es un problema para mí. Han tenido que aparecer libros “serios” de críticos convencionales, que tratan con una limpieza este cine, buscando definiciones académicas para no quedar ridículo viendo esas películas.
Y no solamente eso, la cultura pop ya ha asimilado lo feo, lo grotesco, y ha convertido esto en producto y además lo adocenta. La consecuencia: ahora se habla del cine “bizarro”. Por eso desconfío el 99% de las intenciones de las personas que ahora se ponen a analizar o elegir sus escenas de cine “bizarro” o de “cine de culto”. Ahora cualquier cojudez es “cine de culto”. Hasta Los 4 fantásticos puede ser una película de culto ahora. Los críticos consideran muchas películas de la industria como “cine de culto” cuando jamás una película del mainstream va a ser una película de culto.
Originalmente, la película de culto no vencía sus límites. Tú podías conocer a las veinte personas que la veían -y posiblemente sabías que en otra parte del mundo habían otras veinte personas-. Cuando esto empieza a crecer, uno empieza a desconfiar. Yo cuando vi las películas, ingenuamente, me dije “pero qué cagada esta película, pero qué divertida". Así es como se veían estas películas. No las veías porque alguien te decía “oye, esto es basura, pero es interesante”. Ahí empieza mi duda. Y ahí empieza a crecer el número de espectadores y deja de ser una película de culto.
Es debatible creer que un cineasta desea que lo vean millones de personas, porque hay gente que hicieron -y hacen- películas que, por donde las veas, no van a llegar más allá de veinte personas. Para mí, una de las premisas de una película de culto es que no hay una intención de crear una película de culto. Al crearla, no existe la intención de hacer algo comercial ni chocante para ser visto por mucha gente. Son películas que poca gente las recuerda y mucha menos gente les tiene aprecio. Entonces, cada vez es menor la gente que la va a ver, pero son personas que la van a ver más intensamente. Por eso, cuando llaman ahora el cine de Tarantino como un cine de culto, me pregunto: ¿cuándo ha sido desconocido Tarantino? Ese señor jugó todas sus cartas a la fama desde el principio. Mainstream total. Reservoir dogs es una estupenda película, pero es de la industria. Y de ahí, cada vez más arriba. Su intención ha sido así.
Waters, el más popular
John Waters no es así, su sistema de institucionalización no arrancó ahí. Él llevaba largo tiempo con su banda de locos alrededor, pasando sus películas de pueblo en pueblo. Él quería hacer comedias americanas. Y las hizo. Sus películas son comedias americanas pero tan retorcidas que el pueblo americano no las veía sino la veía otra ente. Y luego, él ha seguido un camino. En algún momento dijo: “ya no está el circuito underground donde yo me movía, ya se terminó. Para bien o para mal me hice conocido. Todas las porquerías que pude decir, como poner aun gordo comiendo caca, ya las hice. ¿Qué sigue? Seguiré haciendo comedias. Ya no tengo que venderle a la nueva productora las porquerías que hice, ¡porque ya las hice!”
Él decía que luego de Pink Flamingos él tenía que luchar contra el logro de porquerías. Su extremo de suciedad era imposible de superar. ¿Qué podía hacer después de eso? Despedirse de lo que había hecho y pasar a otra cosa. Se jubiló de la porquería y pasó a trabajar con Hollywood de manera consciente. Ahora, que las funciones de Barranco se llenen, ya es pintoresco. Hoy, las películas trash son pequeñas moditas, movidas temporales, chiquilladas que no duran muchos años.
La pregunta es ¿cómo se interesa la gente hoy por esas películas? Recuerdo haber encontrado una entrevista a John Waters justamente sobre su primera película normal, Polyester. La revista me la prestó un amigo: era una la revista sobre buen cine, cine fino y de pronto aparece una nota sobre John Waters. Es que hoy a los jóvenes se les educa para captar esas películas. En los sesenta había gente que las veía con otra intención y a los intelectuales que iban al cine, que se cultivaban con otras películas, no tomaban en serio estas películas. Era una curiosidad, y eso. Era como ver Risas y Salsas. Era como ver la televisión más pobre.
Dr. Vértigo
Primera parte en:
Labels: habla nomás
7 Comments:
At 4:33 PM, Anonymous said…
recordemos además que meses atrás el crítico Cabrejo tuvo posiciones críticas sobre Madeinusa que se alejan de estrictamente la película... como dice vértigo, es irreal pensar eso.
At 11:22 PM, Anonymous said…
Ya?
At 4:41 PM, Anonymous said…
Días después de esta conversación volví a ver las películas de los Findlay. Las tres al hilo (!) y en función de medianoche. A oscuras y envuelto en un abrigo--por el frío,no? Tenía que volver a verlas y detener la proyección en los momentos increíbles. La primera empieza con uno de los strip-teases más arrechos que he visto en mi vida, incluídos los que ví en primera fila en los antros del centro de Lima. Aunque recuerdo a una colombiana bien tacuchi que dejaba que su público de retrasados sexuales le acomodáramos velas encendidas ahí donde usualmente no se ponen velas encendidas...En fin. La trilogía Findlay. Supongo que quien imaginaba estas absurdas y grotescas situaciones sexuales era Michael y no Roberta. Sólo un hombre puede tener un sentido del humor tan primario e inhumano como el suyo. Bendito sea. Murió decapitado por un helicóptero en la azotea de un edificio en Nueva York, en los 70. Dato curioso: en otra de sus películas de principio de los 60,"Satan's Bed," participa nada menos que Yoko Ono (pre-Lennon)en el papel de una ingenua chica oriental que es abusada y explotada de maneras que el público racista de entonces (como el de hoy)debe haber celebrado con aplausos. Desgraciadamente circulan dos versiones de la película, una con Yoko y una sin. Conclusión: este es cine para ser visto con hijos adolescentes--mejor que se desquicien en casa que en la calle, sí o no?
At 5:27 PM, Anonymous said…
Mis felicitaciones al míster Vértigo por la sincera espontaneidad de sus apreciaciones; dicho sea de paso, donde puedo conseguir Flesh, la trilogía del matrimonio Findley?
Alonso
At 6:36 PM, Anonymous said…
La forma más fácil de conseguirla es bajándola de Internet. Son tres películas, filmadas entre 1967 y 1968: The Touch of Her Flesh, The Curse of Her Flesh y The Kiss of Her Flesh. Están dirigidas por Mike Findlay, pero por alguna razón él usaba el pseudónimo "Julian Marsh" y Roberta el de "Anna Riva."
At 8:16 PM, Anonymous said…
...ah! Y el mismo Michael Findlay interpreta al tuerto degenerado!
At 9:42 PM, Anonymous said…
loco hazte una así
estamos aburridos
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