LA SERIEDAD DE MICHAEL HANEKE
La pianista
Se necesita comprender que en La pianista se está viendo una situación muy austriaca. Viena es la capital de la música clásica y es, por lo tanto, el centro de algo muy extraordinario. La música es muy hermosa pero, como el entorno, puede convertirse en un instrumento de represión, porque esta cultura asume una función social que asegura la represión, especialmente porque la música clásica se convierte en un objeto de consumo. Por supuesto, hay que reconocer que todos estos asuntos no son sólo temas del guión de la película, sino que son preocupaciones de la novela de Elfirede Jelinek, en la cual la mujer tiene una oportunidad, muy pequeña, de emanciparse ella misma sólo como una artista. Esto no funciona, por su puesto, si su habilidad artística se torna, en cierto sentido, contra ella.
Si uno comienza a explorar el concepto de familia en la sociedad occidental no puede evitar darse cuenta de que la familia es el origen de todos los conflictos. Quería describir esto en una forma tan detallada como pudiera, dejando al espectador sacar sus conclusiones. El cine ha tendido a ofrecer una respuesta a estos temas y a mandar a la gente a casa más bien reconfortada y apaciguada. Mi objetivo es incomodar al espectador y quitarle cualquier consuelo o satisfacción propia.
La pornografía es lo opuesto a lo obsceno. Lo obsceno siempre se aparta de la norma burgueso. Lo pornográfico convierte en mercancía aquello que es obsceno, convierte lo inusual en algo consumible, lo cual es el verdadero aspecto escandaloso del porno, más bien que los argumentos tradicionales propuestos por las instituciones sociales. No es el aspecto sexual sino el aspecto comercial del porno lo que lo hace repulsivo. Pienso que cualquier práctica artística contemporánea es pornográfica si intenta vendar la herida, por así decirlo, esto es, nuestra herida social y psicológica. La pornografía, me parece, no es diferente a las películas de guerra o a las películas de propaganda en el sentido de que trata de convertir en consumibles los elementos viscerales, horrorosos o transgresores de la vida.
Obviamente, en Benny’s Video y Funny Games intento explorar el fenómeno de la televisión. Mi preocupación por el tema no es tanto en El séptimo continente, Código desconocido, y La pianista, aunque el lugar de la televisión en la sociedad influye también estas películas. Estoy más preocupado por la televisión como el símbolo clave principalmente de la representación mediática de la violencia, y más generalmente de una crisis mayor, la cual veo como nuestra pérdida colectiva de la realidad y la desorientación social. La alienación es un problema muy complejo, pero la televisión está certeramente implicada en él. Nosotros, por supuesto, no percibimos ya la realidad, sino, en su lugar, la representación televisiva de la realidad. Nuestro horizonte de experiencias es muy limitado. Lo que sabemos del mundo es poco más que el mundo mediático, la imagen. No tenemos realidad, sino un derivado de la realidad.
Llevo años estudiando el fenónemo de la televisión. La televisión acelera nuestros hábitos de visualización. Mire, por ejemplo, la publicidad en ese medio. Mientras más rápido se muestra algo, menos es capaz usted de percibirlo como un objeto ocupando un espacio en la realidad física, y así se convierte en algo más seductor. Y entre menos real parece ser la imagen, más rápido usted compra el producto que parece describir. Por supuesto, este tipo de estética ha llevado la ventaja en el cine comercial. La televisión acelera la experiencia, pero uno necesita tiempo para entender lo que ve, lo cual los medios actuales no permiten. No sólo entender en un nivel intelectual, sino emocional. El cine puede ofrecer muy poco que sea novedoso; todo lo que se dice ha sido dicho cientos de veces, pero el cine tiene todavía la capacidad, pienso, de permitirnos experimentar el mundo de nuevo. El plano largo es un medio estético para lograr esto con su énfasis particular.
Siempre quiero describir el mundo que conozco, y para mí la familia es el lugar de una guerra en miniatura, el primer sitio de toda batalla. El más amplio terreno político-económico es el que uno usualmente asocia con la guerra, pero el lugar cotidiano de la guerra en la familia es igual de mortífero a su modo, sea entre padres e hijos, o entre marido y mujer.
El cine es siempre manipulación, pero si cada escena es de sólo una toma, entonces, pienso, hay al menos una menor manipulación del sentido del tiempo cuando uno trata de acercarse al “tiempo real”. La reducción del montaje al mínimo también tiende a devolver la responsabilidad al espectador en el sentido de que se requiere mayor contemplación, en mi opinión. Más allá de esto, mi aproximación es muy intuitiva, sin nada muy programático.
Código desconocido
Código desconocido es sobre el fracaso de la comunicación que está en todos los niveles: interpersonal, familiar, sociológico, político. La película también cuestiona si la imagen transmite sentido. Todo el mundo asume que lo hace. La película también cuestiona el propósito de la comunicación, y además lo que está siendo evitado e impedido en los procesos comunicativos.
Antes de la era audiovisual, el mundo no estaba mejor que ahora, pero se sabía menos. Hoy en día, lo vemos permanentemente. Los países ricos que disfrutan de paz sólo tienen en sus pantallas imágenes terribles, violentas, desesperadas, y eso hace aumentar nuestro sentimiento de culpa. Pero es una cuestión compleja porque los medios de comunicación falsean a menudo la realidad. Escogen a propósito las imágenes más espectaculares, las más impactantes. Cuando se trata de imágenes rodadas en ambientes que nos son familiares, no tienen nada que ver con la realidad que conocemos. Es una realidad manipulada. Pocas veces he sido testigo de actos violentos en mi vida. Sin embargo, cuando miro la tele, puedo pensar que la violencia está por todas partes.
¿Cómo vivimos sabiendo que a lo lejos, y no tan lejos, nos rodea la pobreza? Sabemos que pertenecemos a la parte del mundo que se asienta en los hombros del otro y lo explota. Ante eso, se puede reaccionar de diversas maneras. En Caché, el comportamiento del personaje interpretado por Daniel Auteuil, cuando se toma dos pastillas para dormir, es más o menos el de la mayoría de nosotros frente a la mala conciencia que sentimos por el resto del mundo. Cada uno escoge qué pastilla tomar. Algunos dan dinero a organizaciones caritativas.
Gracias al poder del cine, hoy es posible luchar contra las imágenes que, hoy en día, quieren hacer de la brutalidad un producto consumible. Para mí, Saló o los 120 días de Sodoma, de Pasolini, tuvo ese papel. Me chocó tanto que me sentí mal durante mucho tiempo. Es una de las pocas películas de la historia del cine que hace entender lo que significa la violencia. Habría que volver a hacer un Saló de vez en cuando.
No tengo ningún interés en la auto-interpretación. El propósito de mis películas es proponer ciertas preguntas, y sería contraproducente si yo mismo respondiera a ellas. es difícil para un autor dar una interpretación de su propio trabajo. El papel del cineasta es rascar donde duele, desvelar lo que no se quiere saber ni ver.
Michael Haneke(*)
(*)Ideas extraídas de entrevistas concedida por Haneke a Christopher Sharret, Louis Guichard y Frédéric Strauss, Beatrice Sartori
Labels: material extra
2 Comments:
At 1:04 PM, Anonymous said…
no sé si soy yo o el primer párrafo de este post está mal escrito.
At 9:25 PM, Anonymous said…
Funny Games vs. Natural Born Killers, ummm pues me gustan las dos, especialmente NBK, si quizas sea criticable por la justificacion de la violencia, porque sea manipuladora, etc, etc, etc, pero visualmente es EXCELENTE.
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