LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Friday, January 26, 2007

LOS CINES DE ENTONCES



Más premonitoria que la frase "Yo soy otro" del joven Rimbaud resultó la posibilidad de juntar a los antiguos colaboradores de la revista Nave de Locos. Luego de culminar los estudios de Literatura, Fernando Rodríguez se largó a hacer la maestría a España y ahora dicta alguna rareza en una universidad norteamericana. Desde allá, atento a nuestra página, nos envía sus recuerdos de los años intelectualoides en que estudiantes de la ciudad salíamos afanosos a ver el último ciclo de cine polaco. O sea, la época en que teníamos Filmoteca. Tiempos aquellos. (FV)



NOWHERE FAST

La ciudad de por sí ya es melancólica. No tiene gran cosa, aparte del café Starbucks, un museo, el Ackland, donde lo más decente es un cuadro semidesconocido de Rubens, bares y restaurantes baratos desparramados por la calle Franklin, una oficina de correos con la bandera de Estados Unidos ondeando siempre y una intersección de calles (East Franklin y South Columbia) donde se concentra lo poco de vida urbana existente. Lo único que salva los larguísimos fines de semana es el Varsity Theater, un cine con dos salas cuyo mayor lujo es poder llegar caminando hacia él, ya que el resto de cines de Chapel Hill está en centros comerciales a los que solo se puede llegar en coche o en autobús…

El Varsity me recuerda aquellos cines cochambrosos que aún sobreviven en Lima, con la excepción de que aquí no hay películas hindúes, pulgas ni travestis. O a los cines de barrio de mi niñez: el cine Fiori, donde vi Halcón, película en la que Silvester Stallone gana un campeonato de pulseo junto a su hijo, pero donde nunca llegué a ver Pirañas IV (así, en romanos), porque la cola era inmensa; el cine Latino, ahora convertido en templo evangélico, al que se llegaba tomando la 36, fue donde vi Los Aristogatos y Fuerza Delta con Chuck Norris.
En mi adolescencia, cuando el VHS había hundido el negocio de los cines (no recuerdo a nadie que fuera al cine a inicios de los 90, excepto que quisiera sacar plan), el cine Roma entró en decadencia también. El Roma había tenido sus buenos años, sobre todo en los años 80, cuando la gente todavía iba al Parque de la Reserva y la gloria era almorzar en el Aquarium, un restaurante repleto de pesceras ornamentales que, lujo de lujos, tenía televisión a color. En el Roma vi Batman, no el de Peter Nolan, no el de Schumacher, sino el de Tim Burton; y Bruce Wayne no era Christian Bale, ni Val Kilmer, sino Michael Keaton. El canto de cisne del Roma fue cuando, en los últimos años de la década del noventa quiso convertirse en multisala de películas no comerciales: pasaban películas europeas tipo Herencia o alguna de Kieslowski. Como en esa época yo también pasaba por mi etapa seudointelectual caí por el Roma a ver Trainspotting, la primera película de Ewan McGregor que vimos en Lima (quien diría que una década más tarde iba a ser Obi Wan Kenobi) y que nos vendieron como La naranja mecánica de los noventa. Inclusive los bisoños de entonces repetíamos aquel eslogan hasta la saciedad frente a nuestros padres, que –dichosos ellos- habían visto la original de Kubrick en su etapa universitaria y se reían a nuestras espaldas.
Similar estrategia (ganar un público cautivo apelando al cine europeo) emprendió el cine San Isidro, al que fue a ver Tesis de Alejandro Amenábar (hace diez años, que no es moco de pavo). Tuve que volver a ver la película tiempo después, porque lo único que recuerdo de ese visionado fue el pésimo sonido de la sala y cómo el ruido del tráfico de la Javier Prado se colaba por todos lados. No volví nunca más al cine San Isidro (pero sí al Superba). Ahora, todos lo saben, es templo evangélico. El Roma o el llorado San Isidro fueron solo el inicio de mi romería por salas de cines no comerciales.
El siguiente paso fue la Filmoteca de Lima, ubicada en el Museo de Arte. Grandes jornadas las de la Filmoteca. No solo te encontrabas con media PUCP allí (compañeros de aula y hasta profesores jóvenes llevando del brazo a las compañeras más bonitas), sino que de vez en cuando también te chocabas con alguna celebrity. Allí vi a Marco Aurelio Denegri, siempre acompañado de mujeres de seis puntos para arriba, o al detectiloco Ramón García. También a algún crítico como Ricardo Bedoya o al profesor Huayhuaca. En la Filmoteca se hacían nuevas amistades o se fortalecían las ya hechas. ¿Quién no acabó, saliendo de la Filmoteca, en el Queirolo de Quilca? ¿Quién no soñó con encontrarse con aquella muchacha esquiva a la salida de alguna película especialmente significativa y abordarla? Eran tiempos también en los que uno creía, ingenuamente, que las chicas inteligentes solo por serlo eran más atractivas y que era un delito de lesa intelectualidad fijarse en una muchacha que no hubiera visto Los juncos salvajes de Techiné.
El otro point era el Centro Cultural PUCP en Camino Real y por allí asomamos la cabeza también. En la sala azul admiré Hanna Bi, cuando a Kitano te lo vendían como el Tarantino japonés o todos íbamos como borreguitos a ver su película, que gracias al cielo no decepcionaba (a propósito: ¿alguien me puede jugar la OST de Hanna Bi?). Pero lo mejor de esos tiempos (ya estoy como Leo Ramírez Lazo presentando El festival del bolero) eran los ciclos organizados por la Filmoteca. Nada como ir a una fiesta del centro federado y empezar la charla con la Jimena, Fiorella o Ana Laura de turno diciendo: ¿Fuiste a ver la muestra de cine chino? Lo más seguro es que te dijera que no, entonces te ofrecías a acompañarla a la Filmoteca en una próxima oportunidad. Luego, si te ganabas su confianza y estabas en racha ella te confesaba que no iba a la Filmoteca no porque no quisiera ni porque le faltara plata (total, la entrada costaba 5 soles con carnet universitario), sino porque bajar hasta el centro en combi desde la Molina le daba pereza y no tenía con quién regresarse y por Wilson había hartos pirañitas y fumones. Todo esto encajaba a la perfección en tu discurso de macho-comprensivo-sensible-limeño.
Otro recuerdo bonito de la Filmoteca fue un año, en una fecha cercana a veintiocho de julio, minutos antes de las siete dijeron que se cancelaba la función, pero al rato empezó a correr el rumor de que iban a proyectar una película sorpresa para todos los que no fueran lo suficientemente aguafiestas como para quitarse rápido. ¿Verdad o mentira? Como éramos idealistas y antifujimoristas (ya se habían tumbado al Tribunal Constitucional) y el cine era lo único en lo que creíamos, junto a la prosa de Charles Bukowski y la poesía de Alejandrita Pizarnik, esperamos. Total, tampoco había mucho que hacer en casa. Tomar la 13 antes de las 9 de la noche era tristísimo. Al final, casi una hora después, valió la pena esperar: nos pasaron El abuelo de Garci y fue una de las pocas veces en que he visto aplaudir a la gente al acabar una película.
Las otras ocasiones en que he presenciado el fenómeno han ocurrido en lugares remotos, lejos del Perú, en ciudades en las que nunca pensé vivir. La gente aplaudió al final de Un tranvía llamado deseo en la sala de cine Saide, en la calle Olite, en Pamplona, España, en una ciclo de cine clásico (y yo terminé comiendo un pepito en un bar de tapas en Carlos III luego de tamaña experiencia). La otra vez ha sido hace dos domingos, 14 de enero del 2007, en la segunda sala del cine Varsity al final de la proyección de Children of Men. No sé si en la primera sala la gente aplaudió lo mismo al final de The Good Shepherd.
Fui a ver Children of Men para matar el final de la tarde del sábado y salir a una hora de caballeros, o sea las 9 de la noche. Más allá de la película, del guion o de la puesta en escena, fui siguiendo a la actriz que venero: Julianne Moore. Por si acaso advertiré a otros devotos de la señora Moore que su personaje muere antes de la primera media hora de la película, pero su actuación es igualmente de altura, como nos tiene acostumbrados (esa desaparición repentina me hizo recordar inmediatamente a la de Samuel Jackson en Deep Blue Sea, a quien un tiburón se lo zampa de un solo bocado). Por otra parte, he confirmado mis sospechas de que Clive Owen tiene unos pies casi tan grandes y feos como los de Uma Thurman gracias a un primer plano de los mismos y que Michael Caine puede hacer de viejo hippie sin que aquellos roles de adulto mayor responsable y paternal (Las leyes de la casa de la sidra), de papá de Nicole Kidman en Hechizada (gran fracaso del pesado de Will Ferrell a quien solo soporto en Una noche en el Roxbury) o de tío gay refinado (Miss Simpatía) le pesen en absoluto.
De vuelta a casa, en Millcreek, no mucho, me consolé con mi ya clásico atún con mayonesa y esperando encontrar alguna película memorable en la televisión, algo como La mosca o Duro de matar, esa película de Bruce Willis que en España todo el mundo conoce como La jungla de cristal. ¿Será por los acabados del edificio Nakatomi (que en la realidad se llama Fox, vid http://en.wikipedia.org/wiki/Fox_Plaza )?
(Fernando Rodríguez M.)

12 Comments:

  • At 3:39 PM, Anonymous Anonymous said…

    yo por esos años ya me mataba leyendo todo acerca de la novela picaresca, y este viendo sus rarezas gays.

     
  • At 3:40 PM, Anonymous Anonymous said…

    yo por esos años ya me mataba leyendo todo acerca de la novela picaresca, y este viendo sus rarezas gays.

     
  • At 4:12 PM, Anonymous Anonymous said…

    que vuelva la Filmoteca!!!!! Fue el primer cine donde me masturbé y el primero donde vi una sala realmente llena. Ahora la católica es una baaaaaaaashura.

     
  • At 5:54 PM, Anonymous Anonymous said…

    Who cares?
    Amiguistas.

     
  • At 8:09 PM, Anonymous Anonymous said…

    "En el fondo, hago películas para estar más cerca de mis amigos." W Kar-Wai.

    Bryce dice algo parecido sobre la literatura.

    En ese caso, ¿cuál es el problema de permitir que nuestros amigos participen?

    Amargado.

     
  • At 9:09 PM, Anonymous Anonymous said…

    Una nota filológica, a propósito de la mención del genial Arthur Rimbaud, y con el único interés de aportar algo:
    Rimbaud escribió "Je est autre", que se traduce en realidad como "Yo es otro". "Yo" está usado metalingüísticamente, digamos "el yo", y no como pronombre ("Yo soy otro" en francés se diría "Je suis autre"). Para remarcar esta diferencia, en algunas ediciones modernas el "je" está en cursivas.
    Con esta afirmación, Rimbaud expresa su idea de que el poeta es un vidente, que el "yo" del poema no expresa la identidad del sujeto, sino una actitud de exploración permanente de la realidad. Esta idea del poeta como vidente, que se desconoce a sí mismo (que se niega a sí mismo, mejor dicho) y está a la caza de sensaciones nuevas que plasmar en su poesía (léase "Le bateau ivre", uno de los poemas favoritos del querido tío Richi) se encuentra a un paso de lo que décadas más tarde vendría a ser el surrealismo. A Rimbaud también le debemos la sinestesia (léase "Voyelles"), base de la poesía moderna. Y lo más pendejo es que todo eso lo hizo antes de los veinte años.
    FRM.

     
  • At 9:19 PM, Anonymous Anonymous said…

    Sin duda, fue una mentalidad genial, aunque más interés veía en el hecho de negarse a él prediciendo su extraviada (o no)vida futura.

    FRM, tus comentarios están mejores que los artículos. Siga así.

     
  • At 12:35 AM, Anonymous Anonymous said…

    No pense que hubiera tanta vara en este blog, no se quejen despues de la vara de la critica establecida.

     
  • At 12:38 AM, Anonymous Anonymous said…

    Kar Wai esta equivocado tambien, ese comentario podria esperarse de un futbolista o un oficinista, pero ya se sabe que Kar Wai tampoco es muy inteligente que digamos, por eso no es mas que un esteta cargantito.

     
  • At 1:07 AM, Anonymous Anonymous said…

    Anónimo:

    Hay una diferencia enorme en permitir que un amigo publique un artículo en tu página -oh, vaya crimen- a decir que la obra de un amigo es buena obra. ESA es la vara de la crítica establecida. ¿Puedes ver la diferencia? Sino, cómprate anteojos.

    Lo de WKW, no lo contestas, solamente cuestionas la persona y no la idea. Eso, niñato, es falacia ad hominem. Cuando contestes en serio, te posteamos.

     
  • At 4:42 AM, Anonymous Anonymous said…

    barajala nomas jajaa

     
  • At 4:15 PM, Anonymous Anonymous said…

    x fin un articulo simpatico en este blog. q bueno!! sigan asi.
    y sergio... ¿me pasas tu mail? estoy haciendo una investigacion sobre la cultura freak y me pareces un sujeto interesante.
    saludos a todos.

     

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