LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

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Saturday, October 02, 2010

NOTAS DE RODAJE DE UNA PELÍCULA RUSA -DESDE MALLORCA-. (CONCLUSIÓN). POR FERNANDO VÍLCHEZ.






RODAJE EN MALLORCA – Algunas conclusiones


Estimado Mario:

Hace unas semanas te escribía algunas experiencias al participar de un rodaje con un extraño equipo ruso.

Ha sido, como poco, una experiencia intensa y me gustaría contar más anécdotas sobre ella. Sin embargo, prefiero terminar estos correos no con anécdotas, sino con inquietudes más puntuales acerca del rodaje en sí. Espero que al menos una línea sea en provecho de algún lector.





Primera Inquietud: Sobre algunos méritos del Director

Siempre me ha fascinado la imagen del cineasta como el Autor único de su obra. Todos en el equipo cumplirán bien sus funciones, pero la mirada final, el sentido final, lo dará él -o ella- y todos juntos deben empujar en esa dirección.

Sigo pensando algo semejante, aunque ya no creo que el director sea el Amo de la película, el Mago de Oz que tira los hilos según su visión cerrada y definitiva de cómo debe quedar la obra. Es posible que hayan existido directores así, o habrán muchos que crean en esa leyenda y aspiren a ello.

De mi parte, pienso que hay muchos eventos externos -demasiados- que, en distintas medidas, influyen en el resultado final. Un pequeño decorado, el detalle en un vestuario, el clima mismo, el humor interno de un actor o de una actriz, los vecinos de la ciudad... Todo confabula. Todo juega. Controlarlo todo es una aspiración justa, pero no creo que sea real. Manejar un plan B y C para adecuar las circunstancias al rodaje de cada uno, ese es el reto para un buen director.

Todo juega y ya depende de las maniobras del director si eso juega a favor o en contra.

¿Esto quiere decir que uno no debe obsesionarse como Hitchcock, como Kubrick, como quien sea? ¿Quiere decir que uno debe liberarse de ataduras e ir al plató, como Wong Kar-Wai, para sentarse y dejar que la inspiración ingrese en cada uno?

Naturalmente, no.

Considero al ruso con quien he trabajado un buen director por varias razones, pero sobre todo por llegar al rodaje con las ideas claras, las imágenes más o menos listas en su cabeza, con la actitud exacta que debía corresponder a cada personaje, etc. Y eso se agradece en un rodaje. Lo agradecen los actores, lo agradece el equipo de iluminación, lo agradece el equipo de producción.

Trabajando con personas que cumplen un horario, reciben un salario, tienen otras producciones que realizar al terminar la actual, es muy difícil ser un “artista” que llega a rodar esperando la inspiración del momento. Sé que muchos no comparten esta opinión y prefieren hacer “sus cosas a su manera”. O quizás se crea que este punto, finalmente, es una cuestión de dinero (que también: si tenemos un yate para dos días, hay que usarlo sin desaprovechar un minuto. Luego que se pierda en altamar.)

Pero esto no ocurre solamente cuando se usan “lujos” de ese tipo. En las escenas más sencillas siempre hay una complicación que exige una responsabilidad en el tiempo: el alquiler de una localización, la disponibilidad del actor. Y cuando no se habla de algo monetario, existe otra razón para no estar cinco días pensando en cómo rodar un plano. Esa razón es el ánimo del equipo. Y del propio director, desde luego. Esto es mucho más grave que cualquier dilema de producción.

Alejar esa sensación de atascamiento es, creo, uno de los principales obstáculos y es una misión que el director debe cumplir si no quiere sucumbir al caos, a la anarquía, al desgano, al vacío. Si ocurre eso, aparecen dos terribles senderos al frente:

a) Para vencer la “mente en blanco” uno se apura y termina recurriendo al cliché.
b) Uno deja que otro tome el mando (el director de fotografía, por ejemplo) y luego llegarán los lamentos, públicos y privados.

Ni dictadores ni poetas. Una obra requiere una disciplina y un trabajo constante, como cualquier otro oficio. Y al mismo tiempo requiere una mente despierta y activa.


Segunda inquietud: El dilema “HD vs. Celuloide”

En la última década nos hemos quedado estancados en dilemas casi eternos como los límites entre la ficción y el documental o si el futuro del cine está en el digital.

Sobre este último asunto, no creo que el digital es la llave para entrar en un Reino sagrado como muchos desean ver. Mucho menos creo que el celuloide esté en vías de extinción. Es una rivalidad que no debería ser tal: el espíritu, el concepto, el corazón de una obra debe estar ligado a su formato. Uno debe poder elegir, según la naturaleza de su proyecto, si le conviene rodar en 35mm o grabar en VHS.

Dado que para muchos esa elección es una fantasía, la realidad surge aparecen los cuestionamientos de uno u otro bando. En este punto, a niveles prácticos, cada formato tiene su ventaja y desventaja, y no hay necesidad de denigrar uno ni alabar a otro. En nuestro caso, hablaré de la experiencia en este rodaje.

Usamos la cámara que, según el técnico ruso que la trajo, es la mejor del mundo digital existente en el mercado, por encima de la Red One y otras afines. Se trata de la Silicon Imaging SI-2K.

La calidad que arroja la cámara -gracias también, naturalmente, al equipo de ópticas que completó el team- es impresionante. Sin embargo, debo aquí hablar sobre cuestiones que siempre aparecen cuando se habla de este debate digital-celuloide.

¿Abarata los costos el digital? Sí y no. Sí en cuestión de cantidad de película y laboratorios de post -que no es poca cosa-. Además, tiene un punto a favor muy mencionado: la posibilidad de ver en ese mismo momento el resultado de lo grabado.

Sin embargo, estas ventajas -mal manejadas- llevan en sí mismas un peligro que pone en riesgo muchos aspectos del rodaje.

Para empezar, uno puede sucumbir ante el asunto que mencionaba arriba: Es muy fácil caer en la tentación de repetir las tomas 10, 12 veces. Es muy fácil ceder a los pedidos de todo el equipo de probar otra cosa, otra posición de cámara, otro registro de voz, otra locura. Es muy fácil, con el digital, perder el control sobre el tiempo. Se gasta tiempo extra. Y tiempo extra es dinero. A veces mucho dinero.

Pero no solamente es un gasto económico: el retraso también afecta el ambiente. El peligro ahí es o agotarse anímicamente, o no entregarse totalmente. Claro, como siempre se pueden repetir las tomas, lo “místico” se desvanece.

No digo que nadie esté concentrado en las tomas. Claro que actores y técnicos lo están, pero esa concentración del momento se potenciaría si de antemano supiéramos que no se harán 8 tomas, sino 3, por ejemplo.

Ni los defensores del celuloide deben marginar el vídeo, ni los creyentes en un nuevo cine digital deberían subestimar la belleza del celuloide. Creo que con menos dinero de lo que se cree, un joven realizador puede probar camino en ambos formatos y así sacar su propia conclusión.


Tercera Inquietud: Inevitable desgaste

Como una relación amorosa de verano, el rodaje tiene su tempo natural: momento de inicio, de reconocimiento, de excitación. Luego un momento de estabilidad, de avance, incluso de rutina. Finalmente, agotamiento, ganas de pasar la página, de cambiar de aires.

Cualquiera que ha escrito sobre sus rodajes (Truffaut, por ejemplo), sabe que, en cierto punto de la aventura, más pronto que tarde, el director se va quedando solo con su proyecto, mientras el resto del equipo mira cada vez con menos disimulo el calendario, contando los días para salir de ahí. Claro que el director ni lo notará, pero en la mayoría de los casos esto es lo real.

Creo que uno debe estar, cuanto menos, consciente de este agotamiento. Hay un punto donde el plató, los actores, el equipo, la ciudad entera ya no pueden darle más al director; y está el punto equivalente donde el director no tiene nada más que darles a todos ellos. Llegado aquí, nada hay que hacer sino asumir que el noviazgo terminó. Si esto queda claro desde el inicio, no habrá gran asunto que lamentar luego. Pero recordemos: ocho semanas de rodaje puede desesperar al menos pensado.

Me inclino por no solamente estar consciente del agotamiento, sino evitar esto. Pienso que -en la medida de lo posible- si un cineasta puede supeditar su genio artístico a asuntos de producción, debe ponerse como límite unas cuatro semanas de rodaje para su película.

Claro que estoy hablando al aire, pues no es una fórmula ni una fecha cerrada. Dependerá de múltiples factores... Pero si se trata de un rodaje con no muchas complicaciones, hay que apuntar al menor tiempo posible. Incluso tres semanas creo que es lo óptimo. Pero esto es muy vago y mejor solamente lo dejo aquí como idea.

*

Estas son algunas de las inquietudes que me han estado acompañando estas semanas de vacaciones, post rodaje. Hay otras más, pero sería ya aburrir en exceso a los visitantes del blog.

Solamente deseo olvidar un poco los aires de productor para afirmar que no importa si la película tiene mucho, poco o nada de presupuesto. Lo que importa es que el director no venga con ganas de ser el mejor, el original, el distinto, el cerebro, el artista, el simpático, el falso humilde... No. El director que venga y deje algo suyo, algo verdadero, algo que le cueste dejarnos a los espectadores. Aunque sea un minuto de verdad, ya es algo. Y que encuentra también otro tipo de verdad al hacerlo.

Para eso, no hace falta ni súper producciones ni viajar a islas exóticas ni 35mm ni HD.


F.V.R.






Parte 1
http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2010/06/notas-de-rodaje-de-una-pelicula-rusa.html



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