SIN ALIENTO (1959), DE JEAN-LUC GODARD
¿Qué queda hoy de Sin Aliento, qué puede decirle a un público contemporáneo y joven? Aparecen cortes en cada anuncio televisivo, sus estrellas llevan tiempo muertas (Jean Seberg) o se encuentran en la fase crepuscular de su carrera (Jean Paul Belmondo), las “comedias de costumbres” enfrentan a americanos contra europeos, se mezcla una abierta trama de gángsters y crímenes, y hay un despliegue de citas de la alta y baja cultura. Es más probable que todo ello se atribuya a Quentin Tarantino y no a su genuino predecesor, Jean-Luc Godard.
Sin Aliento es un modesto debut de Godard si tenemos en cuenta a un iconoclasta artístico cuya evolución fue rápida y ambiciosa. Reviste cierto parecido a una trama de thriller, con traiciones, policía que pisa los talones del protagonista y tiroteo final. Se acompaña de una banda sonora de jazz encantadora, típica del cine negro, obra de Martial Solal. Hay una cháchara insolente, ligeramente escandalosa, que surge de la boca incontinente y grosera de Belmondo, pero que no contradice la tradición discursiva del duro de Chandler-Hammet-Spillane.
Los placeres sutiles y formales de Sin Aliento aún tienen que ser debidamente apreciados. La película de Godard, de bajo presupuesto y rodada a toda prisa, propuso notables innovaciones, ya fuera accidental o voluntariamente. Evitar el sonido directo utilizando una postsincromización total dio como resultado un diálogo rápido e ingenioso, al estilo de Orson Welles, y allanó el camino a una mezcla de sonido radical en la que ya no se aprecia la diferencia entre el sonido “real” por el que transcurre la historia y el que impone el director. La grabación en interiores conduce a una nueva forma de contemplación cinematográfica: el “estudio visual”, en el cual una secuencia de visiones ligeramente distintas ofrecen un mosaico cubista de los variados aspectos de las extraordinarias presencias estelares.
Conserva su inmenso atractivo como moderna historia de amor para miembros de la Generación X y sucesivas. Hijos de la reflexión existencialista, la abundancia de posguerra, la exquisita cultura beat y la alocada cultura pop, sus antihéroes tratan el amor como juego y a sus identidades como máscaras improvisadas. Permanecen varados entre los valores tradicionales que rechazan y una forma de amor que aún no se ha materializado. ¿Les resulta familiar?
Adrian Martin
La Cinefilia no es patriota
Otro texto sobre la película
http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2009/02/sin-aliento-de-jean-luc-godard-o-un.html
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