LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Thursday, February 14, 2008

BAJO LA ARENA (2000), DE FRANCOIS OZON, POR MARIO CASTRO


El ser amado como fantasma


Al recordar Bajo la Arena no podía dejar de preguntarme qué hubiera pasado si hubiera existido un personaje capaz de encajarle una buena bofetada a la protagonista y luego le hubiera dicho estúpida, despierta, tu marido está muerto, o algo así. ¿Cómo hubiera reaccionado? Francois Ozon nos niega esa imagen. Los amigos de Marie son demasiado educados y discretos para eso. Confesaré entonces con nada de pudor lo mucho que disfruté cuando ella tiene delante de los ojos el cadáver putrefacto. Los colores fríos, el aire clínico de la escena… lo cual se comprende, si es trata de un reservorio de cadáveres (siempre lo sospeché: los coleccionan). Ahí, por fin, se “respira” realidad. Corre un aire sanador. Pero no. La posibilidad de curarse no anda tan cerca. Y la película no trata de eso.
Al tratar de explicarme a mí mismo lo que hay dentro de la cabeza del personaje pensé en la experiencia más simple que puede ocurrirle a una persona: la de perder algún objeto de valor para uno. Al buscarlo, por compensación, su imagen mental se torna más vívida (se diría que el doble trata de llenar la ausencia, el vacío dejado por el original). Sí, lo buscas por todas partes, “lo estás viendo”, “como si lo tuvieras delante de los ojos”, sigues buscando, crees que vas a encontrarlo de un momento a otro, es que no puede haber desaparecido así como así, pero nada. Luego no puedes convencerte de que ahora solo está en tu mente, de que ahora solo sea una imagen tuya, que ya no exista “allá afuera”. (Al igual que ahora al escribir este artículo trabajo con una imagen mental de la película que no es la película, escribo desde esa imagen, escribo desde el doble). Antes tu imagen del objeto y el objeto eran una, o eso creías… ahora ríete si puedes, lo único “real” es la imagen (¿o lo fue siempre?)

La ficción cotidiana, la ficción sancionada por la costumbre, más que una relación real. Para ella no es evidente algo que para nosotros sí: antes de convertirse en un fantasma, antes de desaparecer en la playa, en el mar, para siempre, él ya era una ficción. Ella había perdido contacto con él en un sentido profundo. Ella no lo veía realmente. Veía la imagen de él a través del tul de la ternura y el ensueño de mujer enamorada. Es claro que algo le pasa a él y es claro que ella no lo nota. Él está ausente, silencioso, respira trabajosa, profundamente… Ella está feliz a su lado, para ella todo está bien. Lo que le pasa a él ella ni siquiera lo nota. Eso es amor. Luego de que él desaparece ella juega a seguir viviendo como si nada hubiera pasado. De eso trata la película.

Tal vez está loca, o tal vez la ficción que ha creado es justamente lo que tiene que hacer para no volverse loca. Porque: ¿cómo soportar el peso insoportable del vacío? Ella lo corporiza a voluntad. Magia doméstica la de resucitar al ser amado, de transplantarlo de la memoria así, al mundo exterior como un ecran en el centro del aire. Y Ozon hace que lo veamos tal como lo ve ella. Hay una escena semejante en Minority Report de Steven Spielberg, infantilmente exhibicionista por comparación, en el uso de la tecnología, en donde el personaje de Tom Cruise proyecta películas caseras tridimensionales de su hijo muerto y de su ex-esposa; pero a Ozon le basta con mover su cámara un poco o hacer un simple corte y ya: el fantasma como si no lo fuera. Tan realista como irreal, y más efectiva, más simple y más sutil, y con un mínimo de tecnología, solo que aprovechada al máximo. Nada más moderno que Méliès.

Hay una escena, corta, de naturaleza aterradora, mi escena favorita. La conversación no puede ser más instructiva. Es cómico ver a las dos mujeres peleando por el hijo, el marido, el hombre que ya no existe, ejerciendo su sentido de propiedad, ya no por un ser humano sino por una imagen del recuerdo. La esposa y la madre, cada una reclamando sus derechos. Los abogados del alma podrían querellar en el tribunal de la verdad objetiva el copyright del recuerdo. Dos buitres amorosos disputándose los despojos del ser querido (y que cada una quiere solo para ella) que solo existe ya en su memoria compartida. Pero las imágenes son diferentes, las versiones se contradicen… cada una conoció algo que no conoció la otra, pero ambas desconocen que hay algo que ninguna de las dos llegará a conocer nunca…

El poderoso misterio que nos acecha es que no podemos abrazar la realidad. Solo coleccionamos imágenes que suplantan la realidad que está más allá de nuestras amadas imágenes. Vivimos nuestras ficciones en contra de la realidad. ¿Por qué la realidad se negará a obedecernos? Vivimos nuestras ficciones tomándolas por realidades, esa era nuestra realidad. El ser amado como fantasma que creamos a imagen y semejanza de nuestros sueños, para no hundirnos en el vacío. ¿Y si ese ser en el que creímos no existe? ¿Y si nosotros lo inventamos? ¿Y si el ser amado siempre fue y siempre será un fantasma? La verdad tal vez yace enterrada bajo la arena.

Mario Castro Cobos


LA
CINEFILIA NO ES PATRIOTA


2 Comments:

  • At 11:04 AM, Anonymous Anonymous said…

    Oiga UD, la peli del telenovelero de Spielberg, es antes o despues de la peli de Ozon? Y la escena donde practicamrente hace un clip de la cancion Undenied de Portishead?

     
  • At 10:39 AM, Anonymous Anonymous said…

    La calidez fotográfica y la calma extraña de la película me siguen acompañando pese al tiempo transurrido.

     

Post a Comment

<< Home