POR QUÉ HACEMOS ESTO. LIMA INDEPENDIENTE. MANIFIESTO.
No fue debido a un feliz azar que nació, hace dos años, Lima Independiente. Pero, ¿cuál fue nuestra necesidad inspiradora? ¿Qué hizo que no nos quedáramos como meros espectadores o críticos (varios de sus integrantes de hecho lo son) y que tomáramos como nuestra la posibilidad de actuar de manera organizada en esta rica aventura, más allá de palabras dichas o escritas en el transcurso del tiempo?
Tal vez la respuesta esté en nuestra manera de ver y de vivir el cine. Quienes conformamos la Asociación Peruana de Cine Independiente, organizadora principal de este festival, estamos convencidos de la absoluta necesidad de un cambio profundo en las estructuras de nuestra sociedad, cambio cuyo espíritu se cristaliza en el campo del cine en una palabra que, en cierto sentido, nunca entendimos por qué incomodó a muchos, como si fuese una mala o terrible y amenazante palabra, cuando en realidad se trata de lo contrario; la palabra es: independencia.
¿Cuál es el problema que en el Perú existe (en el campo del cine en el Perú, para no hablar de otros) con tan bella palabra? ¿Qué habrá pasado para que tantos se sientan tocados ante su sola enunciación? ¿Se trata acaso de una palabra dotada de propiedades mágicas por revolucionarias?
No es nuestro problema, pensamos como conclusión, este miedo, sino más bien el de los que reaccionan así ante todo lo que implica y promete. Hemos sido testigos de sucesos vergonzosos y lamentables en estos años y actores y parte de cambios importantes y para bien. El conformismo, la cobardía, la indiferencia, la impotencia mal disimulada, la parálisis moral o intereses particulares para mantener el statu quo, nos son extraños, no nos pertenecen.
Para nosotros, en cambio, la independencia es la condición misma de la existencia, de la dignidad, y nuestra manera de ver y de vivir el cine buscó ante todo obras que despertaran la conciencia crítica y desafiaran los cánones, en el poco amable contexto de una sociedad heredera de unas costumbres virreynales y bastante poco propensa al cuestionamiento más elemental y al placer absoluto del pensamiento libre.
Tal vez, lectores no peruanos pensarán que somos muy localistas al enumerar rápidamente actitudes mentales sumamente perjudiciales pero nos parece necesario hacerlo, sobre todo desde lo que varios de nosotros hemos hecho para combatir la mediocridad de estos años.
Hay otras dos palabras en las que también se cristaliza esta necesidad de cambio, dos palabras que en el campo del cine en el Perú provocan incluso extrañeza e indiferencia cuando no abierta incomprensión y rechazo: estas dos palabras son cine moderno.
Por eso muchas de las obras que les presentamos aquí, rompen, o intentan romper con el querido canon, con lo establecido, y, particularmente, con ese pensamiento único sobre cómo hacer películas en el Perú (decisión esencial para el fracaso de nuestra cinematografía por años); canon establecido por el miedo, la ignorancia, la conveniencia y la estrechez de miras de nuestro entorno.
Fue así como para nuestra primera edición pusimos un acento sobre la producción peruana en digital, a nuestro entender estéticamente relevante e ideológicamente más valiente que el resto de la producción de los últimos años en nuestro país. El cambio de paradigma, así lo creemos, está en marcha.
Se dio así para los espectadores (sobre todo más jóvenes, hay que decirlo) una percepción de otro cine peruano, uno capaz de retratar no solo la 'conciencia de clase' de una parte a menudo excluyente de nuestra sociedad que ignora o suplanta y caricaturiza a la otra, sino de otro capaz de hurgar en nuestra psique, de empezar desde distintos ángulos a dar cuenta de lo que somos, buscando nuevos caminos, tal vez porque los otros ya conocidos lucían más decrépitos e inoperantes que nunca.
En lo referente a las películas internacionales, con una presencia aún más acusada en esta nuestra segunda edición, expresamos nuestro ardiente deseo de insertarnos en el diálogo más activo y fructífero con la modernidad cinematográfica, con las mentes creadoras más poderosas de nuestra región, con gente capaz de entender y poner en práctica la afirmación de Gilles Deleuze: los cineastas son pensadores, más precisamente, son filósofos. ('El cine puede pensar mejor que la filosofía pero esto fue rápidamente olvidado'. Godard.) Aquí no tenemos miedo a tal profundidad, al contrario, nos deleita, nos parece del todo natural.
Estamos comprometidos en la tarea de traer al Perú el mejor cine que podamos, los mejores ejemplos de creadores libres e inconformes para cambiar (aún más) el estado de las cosas; ni nosotros, ni quienes leen estas líneas, merecen menos.
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