DIARIO DE UN CORTOMETRAJISTA (III)
Debo apurarme.
Ha terminado el segundo día de grabación y todos andamos ligeramente exhaustos, agotamiento que aumenta ante la necesidad de tener que madrugar mañana y poder así cumplir –si se puede- lo planificado en el papel. En medio de los distintos roles en los que me he visto envuelto, tengo la ingrata misión de ser el primero en despertar y, faltando un día para que todo termine, no puedo darme el lujo de desvelarme.
Menciono de entrada la cuestión del tiempo, ya que ha resultado el principal contratiempo que hemos encontrado. No puedo afirmar que se ha cumplido con el cronograma establecido. De hecho, lo hemos tenido que ir modificando en el camino. Para cuando nuestro equipo esté de regreso en sus hogares, seguramente faltará grabar alguna escena, así que mañana será un día de difíciles elecciones –elegir entre lo estrictamente necesario y lo que pueda ser un mero capricho por parte mía-. Si pudiera, grabaría con comodidad y relajo durante una semana más, obvio, pero es una realidad que escapa completamente de mis manos.
Para muestra, te contaré que cada nueva escena, llega con una nueva incertidumbre:
Mis compañeros se instalan en la locación, alistan sus equipos e inmediatamente lanzan la temible pregunta: “ya, ¿cuál es tu primera toma?”. Desde luego, es una pregunta que no he podido contestarles con rapidez, y acaso tampoco con gran convicción. Tienen que pasar varios minutos –ensayos, pruebas con la cámara, caminatas alrededor- para intentar vislumbrar el encuadre que pueda contener la respiración del cortometraje.
Es que, una vez en el lugar, lo imaginado no sirve más, aún cuando se conozcan las locaciones de antemano o puedas ver la historia en tu cabeza. La relación con el espacio es determinante aquí. En todo caso, hubiera sido bueno tener un storyboard. Hubiera sido más rápido si se grababa de manera funcional: primer plano, plano medio, plano general… Pero otras fueron las decisiones. Si resultaron o no acertadas, solamente lo sabré cuando revise a solas todo el material grabado.
Algo aún más extraño y –quizás- contraproducente sucedió: en plena grabación, uno también empieza a luchar contra sus propios ímpetus. Llegaba con la idea de grabar un hecho de la manera más simple posible. Ahora, a cada momento, una nueva idea, una nueva imagen, una nueva manera de narrar brota y quiere darse su lugar, apropiándose de algunos segundos de cinta que no estaban destinados para ello. ¿Qué hacer en ese caso?
En sus Prosas Apátridas, Ribeyro escribió:
Si yo digo: “El hombre del bar era un tipo calvo”, hago una observación pueril. Pero también puedo decir: “Todas las calvicies son desgraciadas, pero hay calvicies que inspiran una profunda lástima. Son las calvicies obtenidas sin gloria, fruto de la rutina y no del placer, como la del hombre que bebía ayer cerveza en el Violín Gitano. Al verlo, yo me decía: ¡en qué dependencia pública habrá perdido este cristiano sus cabellos!”. Sin embargo, quizás en la primera fórmula resida el arte de relatar.
¿Cuál será la mejor formula para relatar? ¿Cómo saber si se está eligiendo la correcta? Sé que el mismo hecho puede ser narrado de distintas maneras, según distintas miradas. Solamente hay que concentrarse en no contaminar la mirada original e impedir que desaparezca, abrumada, en medio de los apuros. Aún así, y aunque no creo en la improvisación, me he dejado convencer por aquello que no estaba previsto. De todas maneras, el tiempo no perdonó, y siempre había alguien detrás gritando “¡nos pasamos media hora!”
Y qué bueno que así fuera. Nuestro reducido equipo de trabajo se ha acoplado mejor de lo que esperaba y ha funcionado a gran nivel. Ver la dedicada manera en que cada uno ha venido cumpliendo su función, dentro de los habituales inconvenientes, me deja varias certezas, entre ellas, que esta actividad que llamamos cine -aunque ya es también vídeo- sigue y seguirá viva porque está hecha por artesanos y no por artistas.
Ahora, un duchazo, un emoliente, un cigarrillo y un poco más de Ribeyro antes de caer dormido.
Fernando Vílchez
La Cinefilia no es Patriota
4 Comments:
At 1:42 PM, Anonymous said…
los artesanos "no narran" sus procesos... eso esta mas ligado al egocentrismo que a la artesanía.
Espero no contamines la pieza contigo mismo.
At 12:41 AM, Anonymous said…
totalmente de acuerdo con el comentario anterior.
At 5:19 PM, Anonymous said…
Sí, de acuerdo. Cuando hace unas semanas, hablábamos con el editor de este blog sobre este "diario", mi principal temor era (es) terminar participando de un acto egocéntrico.
Sin embargo, es posible que algunas de estas líneas sirvan para algo más que inflar un ego alicaído. Espero, de verdad, que así sea.
Y, cuando me refería a "artesanos", evidentemente describía a mis compañeros de grabación, quienes cumplieron una labor tremenda durante esos días de trabajo. Yo no me considero ni artífice ni artesano ni nada por el estilo.
At 8:52 PM, Anonymous said…
ya todos sabemos q eres un egocéntrico, eso no es novedad!!!
Post a Comment
<< Home