NOCHES DE MAYUMANA (en Lima, además)

Ha sido tan agradable leer una veintena de e-milios en donde, angustiadísimos, algunos lectores nos preguntan si hemos decidido tirar la toalla con el cine para dedicarnos a otros menesteres. Este texto es para ellos:

¿De qué manera olvidarse por unas horas –unos días- del trabajo explotador, del fútbol insalvable, de las chicas santísimas (¡epa!), de los ministros apristas (¡ag!), del ajedrecista revejido (¡buena!), de la guerra con Chile (¡uf!), de los premios a Melania (¡duh!) y de los plagios de Bryce (ejem...)? ¿De qué manera, Señor? ¿Qué hacer para no morir con eso?

Déjame que te cuente, trigueño, que ha caído en nuestra ciudad una bendición digna del Dios de Israel. Directamente desde Tel Aviv para nosotros –debe ser un error- ha llegado la agrupación Mayumana. ¿Quién? ¿Quién es, quién fue, quién será Mayumana? Luego de conversar con ellos, ver sus ensayos y contemplar el show, todavía no lo sé. Lo que sí sé es que si tienes el dinero, el tiempo y el interés, no pierdas esta oportunidad.

¿Qué van a pedir?

¿Qué van a pedir?

¿Qué van a pedir?

Confundidas amistades me oían hace algunos años hablar fascinado de las obras que en Broadway (y off-Broadway) había disfrutado con despilfarrador entusiasmo. Hoy, en una esquina de la canibalesca avenida Aviación, se exhibe una obra de casi esa naturaleza. Con la precisión de Stomp, la energía de De la guarda, los efectos brillosos de Blue Man Group y hasta las aletas de Mamma Mía, Mayumana fusiona, remueve, dilata y dispara. Todo con ritmo, color y humor, ese humor que tiene un eco a las viejas puestas en escena de Pataclaun (aunque con una producción del primer mundo), lo cual explica por qué Pelo Madueño –our best clown ever- llegó a pertenecer a esta sonriente cofradía.

De poco vale contarles el rollo ahora -con un Alberto Servat es suficiente-. Basta recomendar que lleven sus manos relajadas, descansadas, pilateadas, listas para los chasquidos, las palmadas y los tamborileos. Al salir, continuarás enérgico y harás soniditos en el restaurante más cercano con los tenedores, la copa de vino o incluso al momento de mear.

Mondongo Mondongo Mondongo Mondongo Mondongo

Fernando V. R.

Mayumana