LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Wednesday, May 07, 2008

HOY, EN CINECANAL (72) A LAS 8PM: CAPOTE, DE BENNET MILER

Capote. ¿Un gran escritor? El libro de Clarke. ¿Un gran libro? Y Capote: ¿una gran película? A saber, él creía: “Soy alcohólico. Soy homosexual. Soy un genio”. Yo valoro su testamente literario, el prólogo de Música para Camaleones, el último libro que publicó. Fue lo más sincero que escribió. Una auténtica y honesta confesión. Una biografía condensada en un frasco con sangre. Emocionante, útil, para quienes quieren escribir. Capote. Genio de la autopromoción. Torturado, carismático, inteligente, divertido; de lengua viperina. Astuto. Sin grandes escrúpulos. Oportunista. Ese es Capote. Corrompido por el sistema con gusto. Miembro del jet-set. El problema; no le fue posible superar su tremendo narcisismo. No fue demasiado capaz de hacer contacto con el prójimo, de entenderlo. Y supeditó su integridad a su carrera. En cuanto al libro de Gerard Clarke, publicado en 1988, éste no es, hay que decirlo, el trabajo más crítico con respecto al biografiado que uno pueda encontrar en librerías. En ese libro se basa la película.

Aunque esquiva lugares comunes, no los esquiva todos, y no prescinde, entre ellos, de mucho de los más graves. En el fondo yace la misma infamia habitual –no por eso menos indignante y repulsiva– en que caen los biopics. La simplificación brutal. Quién se salva. Es innegable que hay mucho cuidado por parte del director de no pasarse de la raya, de no exagerar, pese a que se trata justamente de un periodo de la vida de un personaje tan monumentalmente exagerado (o será por eso). Ese es el problema. Existe una sobriedad, claro, pero que deviene lasitud en la puesta en escena –¿se imaginan Capote filmada por Oliver Stone?–. Capote es una película discreta, contenida, incluso apacible, y conservadora; que ganaría mucho siendo audaz como su protagonista. Pese a algunos momentos dramáticos, se siente como si algo se interpusiera entre uno y la película; la vida está del otro lado del vidrio. Porque, cuando una película es tan ‘correcta’, podemos apostar a que algo no anda bien.
Capote, más temprano que tarde, impacienta y despierta sospechas. Así, se hace evidente que es una película bastante timorata, que en realidad arriesga poco, o nada. Visualmente, se desenvuelve principalmente entre planos generales y planos medios, manteniéndose a una respetuosa distancia que no permite revelaciones. Se usan con cautela cámara en mano y algunos planos más cercanos. Me pareció cómico que la cámara se sacudiera un poco cuando Capote está en shock por la ejecución de Perry. La cámara teme algo. ¿Tal vez el cine? Bennet Miller proviene del teatro, y no es prejuicio decir que sí se nota.

Lo mejor de la película, su razón de ser, se encuentra en Philip Seymour Hoffman. Lo que hace con su voz, sus gestos, y prácticamente cada uno de sus movimientos, es admirable. Retrata a un hipersensible envuelto en la piel fría de una lagartija. Pero: sin escamotear méritos, interpretar a un hombre que vivía actuando, no ha de ser terriblemente difícil. La simpatía ¿ingenua? por el personaje elegido puede tornarse peligrosa. Capote puede ser vista casi como una unipersonal filmada. El resto de personajes parecen espejitos. Establecida “la genialidad del personaje” –emisión de una serie de frases, más o menos agudas, ninguna de las cuales llega a genial–, rodeado constantemente de gente que lo admira, o admira su fama, se nos pide sibilinamente (aunque reconozcamos su miseria moral) que seamos indulgentes y que le ‘perdonemos’ sus no pocas debilidades “demasiado humanas”.

La cultura del éxito a toda costa lo justifica; la identificación tiene que ver mucho con esto. No importa si capote se pasa por la entrepierna la ética periodística y la de escritos también.; lo que importa es que logró escribir “el libro”, o eso fue lo que él creyó. Es lamentable que en las palabras que aparecen al terminar la película, se diga que A sangre fría fue el último libro que terminó. Truman Capote publicó en 1980 Música para Camaleones.

Trisres biopics: vuelven los mitos antiguos o contemporáneos manejables, para ser así consumidos alegremente por una mayoría no inclinada a pensar por sí misma. En suma, Capote no es, ni remotamente, el examen implacable de una conciencia, sino apenas un dibujo insatisfactorio y casi complaciente del cinismo.

Mario Castro Cobos

La Cinefilia No Es Patriota


2 Comments:

  • At 3:44 AM, Anonymous Anonymous said…

    Excelente Mario, como siempre!

    Cito: "Porque, cuando una película es tan ‘correcta’, podemos apostar a que algo no anda bien."...

    Y no sólo en la "película", sino en la vida...

    (Mario: Cuando me visitas al negocio?)

     
  • At 10:51 AM, Blogger La cinefilia no es patriota said…

    Gracias, Paco.

    Vuestra pluma se extraña.

    (Pronto iré por mi sánduich. Ahí nos vemos!).

     

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