LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Friday, June 19, 2009

THE PROWLER (1951), DE JOSEPH LOSEY

Una llamada de emergencia será el inicio de todo. La guapa mujer alerta a la jefatura policial debido a una presencia extraña en los alrededores de su casa. El más joven de los policías advierte que ella solo se acompaña por la cómplice voz de un programa radial. La despedida y el último cruce de miradas marcarán un nuevo encuentro.

El acercarse a una cinta de cine negro, supone apreciar el desarrollo de ciertos tópicos ya conocidos. No obstante, existen algunas que no solo se adscriben a tales características, sino que reservan alguna sorpresa que las hace aún más complejas. El merodeador de Joseph Losey es una de ellas.

En efecto, esta película es acerca de perdedores, pero sobre todo de culpa, mucha culpa. De los demonios de la conciencia. De enfrentarse a sí mismo de forma radical y visceral, como si lo hicieras con un viejo, pero constante enemigo. Para Webb Garwood (Van Heflinn), tentar la posibilidad de cambiar la vida mediocre que lleva como policía mal pagado, bien podría valer un descenso a los infiernos, a pesar de correr el riesgo de no escapar jamás. Sin embargo, lo que ignora el protagonista es que se encuentra condenado desde la médula, dada su irrenunciable naturaleza perdedora.

Como otros antihéroes de la enorme galería del noir -Al Roberts en Detour (1945) o Harry Fabian en La noche y la ciudad (1950), por mencionar unos ejemplos-, Garwood se rebelará ante su condición y el destino, solo que en este caso tratando de acallar la implacable voz de esa culpa que lo corroe. Él mismo saboteará esa felicidad de postal que forjó con el dinero y la mujer del locutor tan oportunamente fallecido. La llegada de un hijo será el desencadenante que desate sus peores miedos: la pobreza, la cárcel, que lo tilden de asesino.

Las cuotas de suspenso y dramatismo en el derrumbe del protagonista son filmadas por Losey, enfatizando en el contraste de las atmósferas gratas en su retrato aburguesado tantas veces añorado, para luego mostrar la huída hacia espacios dominados por el calor sofocante en los que el futuro no parece abrirse paso.

Joseph Losey entregó con El merodeador una de las películas más escépticas en su concepción de la vida. Asimismo, demostró que su pulso iba más allá que solo colocar la cámara al servicio del guión y que podía legar personajes densos y malditos que quedarían en nuestra memoria.

Leny Fernández

La Cinefilia no es patriota

1 Comments:

  • At 1:53 PM, Anonymous Anonymous said…

    Y para cuando Motor y Motivo ??????

     

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