LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Saturday, May 12, 2007

EL RESPLANDOR (Las películas de mi vida)



El RESPLANDOR, de Stanley Kubrick
Cine Colina. Miraflores, 1981
Porque lo escuchaba teclear y teclear infatigablemente por las noches, Shelley Duvall juraba que su esposo Jack Nicholson era un escritor. En silencio veía cómo se sentaba ante su máquina Remington Rand en el gran salón del viejo hotel perdido en medio de las nieves y escribía: claclaclaclaclac. Y mientras tanto, su hijo, el del dedito parlante, el que roncaba: red rum, el que veía gemelas fantasmas y olas de sangre que salían del ascensor, ese mismo, pedaleaba con su cara de mal de ojo como un pequeño zombie en su triciclo enloquecido: Cuic-cuic-cuic-cuic por los interminables pasadizos. Cuic-cuic-cuic-cuic. Cuando se cansaba de estar tantas horas sentado, Jack se ponía de pie, estiraba los músculos y comenzaba a lanzar con furia su pelota de tenis contra el muro.
Después volvía a sentarse. Y así, la pobre Shelley se aburría a tiempo completo sin tener con quién conversar en semejante caserón bicentenario. ¿Qué querían que hiciera? El marido: claclaclaclaclaclac, todo el santo día. El hijo: cuiccuiccuiccuic. Y ella, abandonada en aquel frío glacial, más sola que la muerte, tan callando. Como suele suceder en los hogares del mundo actual, aquello consistía en una carrera desbocada para ver cuál de los tres se volvía loco primero.


Ay, Shelley, no había que ser ningún vidente para saber, de lejos, quién iba a ganar. Pero, claro, mujer al fin, no pudo contener el impulso, la vocación de martirio de asomarse al precipicio del alma de su amado: ¿Qué estaría escribiendo? ¿Decía algo sobre ella? ¿En quién pensaba en secreto? ¿A quién deseaba? ¿Qué de eventos desconocidos acontecían en su espinado corazón?
Una madrugada se armó de valor y, en un descuido, se abalanzó sobre la máquina de escribir desguarnecida. Allí, al lado, apilados uno sobre otro, boca abajo, había cientos y cientos de papeles mecanografiados. Cogió uno, anhelante y leyó: No por mucho madrugador amanece más temprano.
Cogió otro y otro y otro más y todos decían:
Nopormuchomadrugaramanecemástemoprano.
Se tapó la boca para no gritar, ¿Sólo eso? Millones de veces, la misma frase. Nunca había sentido tanto miedo en toda su vida. Pero era tarde. El viejo Jack ya la había descubierto. Y vaya que estaba empinchado: ¿Se te perdió algo, preciosa? No lo hizo de sapa, Shelley, no. Ella solo quería cerciorarse de que era querida.


Después -supongo lo recuerdan- vendrían el bate de béisbol, la cacería en el laberinto, los hachazos. Salí del cine temblando como un perro mojado y no pude conciliar el sueño durante días. Nunca había sentido tanto miedo en toda en toda mi vida. Solo espero que la humanidad haya aprendido la lección. Nunca te asomes a intentar leer por sobre el hombro, sin permiso, las palabras que los otros escribimos.

Beto Ortiz

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2 Comments:

  • At 3:32 PM, Anonymous Anonymous said…

    YO VI LA LUZ EN RESPLANDOR
    DIOS SALVE A Stanley Kubrick

     
  • At 5:19 PM, Blogger Metalcat said…

    excelente pelicula... imperdible

     

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